El Libro Verde de Muammar al-Gaddafi-gadafi audiolibro.
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Muammar Gadafi:
El Libro Verde.
Tomo uno: La solución al problema de la Democracia: "La Autoridad del Pueblo".
El Instrumento de Gobierno.
Parlamentos.
Partidos.
Clases.
Plebiscitos.
Asambleas Populares y Comités del Pueblo.
La Ley de la Sociedad.
¿Quién supervisa la conducta de la Sociedad?
¿Cómo puede la Sociedad redirigir su trayectoria cuando se producen desvíos a sus leyes?
La Prensa.
El instrumento de gobierno.
El instrumento de gobierno es el principal problema político que enfrentan las comunidades humanas.
El problema del instrumento de gobierno implica cuestiones de la índole de: ¿Qué forma debería asumir el ejercicio de la autoridad? ¿Cómo deberían auto organizarse políticamente nuestras sociedades en el mundo moderno? Equilibrar el conflicto en el seno de la familia es a menudo el resultado del fracaso en la resolución de este problema de autoridad. Claramente se ha vuelto más grave con la emergencia de las sociedades modernas. La gente enfrenta hoy en día esta cuestión en formas nuevas y apremiantes. Las comunidades están expuestas a los riesgos de la incertidumbre, y sufren las graves consecuencias de las respuestas erróneas. Sin embargo todavía nadie ha conseguido responder de forma conclusiva y democrática.
El LIBRO VERDE presenta la solución definitiva al problema del correcto instrumento de gobierno.
Todos los sistemas políticos mundiales son hoy en día producto de la lucha por el poder entre aparatos alternativos de gobierno. Esta lucha puede ser pacífica o armada, tal como se evidencia, entre las clases, las sectas, las tribus, los partidos o los individuos. El resultado siempre es la victoria de una estructura de gobierno particular, ya sea la de un individuo, un grupo, un partido, o una clase, y la derrota del pueblo, la derrota de la democracia genuina. La lucha política que acaba en la victoria de un candidato con, por ejemplo, un 51 por ciento de votos, desemboca en un cuerpo gobernante dictatorial bajo la apariencia de una falsa democracia, dado que un 49 por ciento del electorado es gobernado por un aparato gubernamental al que no votaron, pero que les ha sido impuesto. Tal cosa es una dictadura. Además, tal conflicto político puede resultar en un cuerpo gubernamental que representa sólo a una minoría, porque cuando los votos están repartidos entre varios candidatos, aunque uno obtenga más votos que otro, la suma de los votos que acumulan los que recibieron menos votos podría muy bien constituir una aplastante mayoría. Sin embargo, el candidato con menos votos gana, y su éxito se contempla como legítimo y democrático. De hecho, se ha establecido una dictadura bajo la cubierta de una falsa democracia. Esta es la realidad de los sistemas políticos que prevalecen en el mundo actual. Son sistemas dictatoriales, y resulta evidente que falsifican la auténtica democracia.
Parlamentos.
Los parlamentos son la columna vertebral de la democracia convencional que prevalece en el mundo actual. El parlamento es una distorsión del pueblo, y los sistemas parlamentarios son una falsa solución al problema de la democracia. Un parlamento está originariamente fundamentado en representar al pueblo, pero es en sí mismo antidemocrático, dado que democracia significa la autoridad del pueblo, y no una autoridad que actúa en nombre de, él.
La mera existencia de un parlamento significa la ausencia del pueblo. La verdadera democracia existe sólo a través de la participación directa del pueblo, y no a través de la actividad de sus representantes. Los parlamentos han sido barreras legales entre el pueblo y el ejercicio de la autoridad, excluyendo a las masas de las políticas significativas y monopolizando la soberanía en su lugar. Al pueblo se le deja sólo con la fachada de una democracia, manifestada en largas colas para depositar sus papeletas electorales. Para sacar a la luz el carácter de los parlamentos se debe examinar su origen. O bien son elegidos por los electores, por un partido o coalición de partidos, o bien son nombrados. Pero todos estos procedimientos son antidemocráticos, porque dividir a la población en distritos electorales significa que un miembro parlamentario representa a miles, a centenares de miles o a millones de personas, según sea el tamaño de la población. Significa también que un miembro mantiene pocos lazos organizativos populares con los electores dado que él, al igual que los otros miembros, es considerado como representante del total del pueblo. Eso es lo que exige la democracia tradicional que prevalece. Las masas quedan totalmente aisladas de su representante y él, a su vez, queda totalmente alejado de ellas. Inmediatamente después de ganar los votos electorales, el representante se adueña de la soberanía del pueblo y actúa en su nombre. La democracia tradicional que prevalece dota al miembro parlamentario de una sacralidad e inmunidad que le son negadas al resto del pueblo. Los parlamentos, por tanto, se han convertido en un medio para saquear y usurpar la autoridad del pueblo. Se ha convertido así en derecho del pueblo el luchar, a través de la revolución popular, para destruir tales instrumentos, las supuestas asambleas parlamentarias, que usurpan la democracia y la soberanía, y sofocan la voluntad del pueblo. Las masas tienen el derecho de proclamar a voz en grito el nuevo principio: ninguna representación en lugar del pueblo.
Si un parlamento queda constituido por un partido como resultado de haber ganado unas elecciones, se convierte en el parlamento del partido vencedor y no del pueblo. Representa al partido y no al pueblo, y el poder ejecutivo del parlamento se convierte en el del partido vencedor y no en el del pueblo. Lo mismo resulta ser cierto para el parlamento de representación proporcional en el que cada partido obtiene un número de escaños proporcional a su triunfo en el sufragio popular. Los miembros del parlamento representan a sus respectivos partidos y no al pueblo, y el poder establecido por tal coalición es el poder de los partidos combinados y no el del pueblo. Bajo tales sistemas, el pueblo es la víctima cuyos votos se disputan las facciones competidoras explotadoras, que embaucan al pueblo en circos políticos externamente ruidosos y frenéticos, pero interiormente ineficaces e irrelevantes. En todo caso, el pueblo es seducido para permanecer en largas y apáticas colas silenciosas a fin de depositar sus papeletas, de forma parecida a como se tira un papel usado a la papelera. Esta es la democracia tradicional que prevalece en todo el mundo, ya sea representada por un partido, dos partidos, varios partidos o un sistema sin partidos. Queda claro así que tal representación es un fraude. Además, dado que el sistema de parlamentos elegidos se basa en la propaganda para ganar votos, es un sistema demagógico en el sentido real de la palabra. Los votos pueden ser comprados y falsificados. La gente pobre es incapaz de competir en las campañas electorales, y el resultado es que sólo salen elegidos los ricos. Las asambleas constituidas por nombramiento o por sucesión hereditaria no caen bajo ninguna forma de democracia. Los filósofos, pensadores y escritores abogaron por la teoría de los representantes parlamentarios en los tiempos en que las gentes eran inconscientemente tratadas como ganado por reyes, sultanes y conquistadores. La máxima aspiración de la gente de aquellos tiempos era tener a alguien que les representase ante tales gobernantes. Cuando incluso esa aspiración les era denegada, la gente batallaba implacablemente y prolongaba la lucha hasta alcanzar su objetivo. Tras el fructífero establecimiento de la era de las repúblicas, y el inicio de la era de las masas, es impensable que la democracia debiera significar la elección de sólo unos pocos representantes para actuar en nombre de las grandes masas. Es una estructura obsoleta. La autoridad debe estar en manos de todo el pueblo. Las dictaduras más tiránicas que el mundo ha conocido han existido bajo la protección de los parlamentos.
El partido.
El partido es una forma contemporánea de dictadura. Es el instrumento moderno de un gobierno dictatorial. El partido es el gobierno de una parte sobre el todo. Como un partido no es un individuo, crea una democracia superficial creando asambleas, comités y propaganda a través de sus miembros. El partido no es un instrumento democrático porque está compuesto sólo por aquellas personas que tienen intereses comunes, una percepción común o comparten una cultura; o por aquellos que pertenecen a la misma región o comparten una misma creencia. Forman un partido para lograr sus fines, imponer su voluntad o extender el dominio de sus creencias, valores e intereses a la sociedad en su totalidad. Un objetivo de partido es lograr el poder bajo el pretexto de llevar a cabo su programa. Democráticamente, ninguno de estos partidos debería gobernar a todo un pueblo que constituye una diversidad de intereses, ideas, temperamentos, regiones y creencias. El partido es un aparato dictatorial de gobierno que capacita aquellos que comparten opiniones o intereses para gobernar al conjunto del pueblo. Dentro de la comunidad, el partido representa una minoría. El propósito de crear un partido es el de crear un aparato para gobernar al pueblo, es decir, gobernar a los que no son miembros del partido. Fundamentalmente, el partido está basado en un concepto arbitrario de autoridad: el dominio de los miembros del partido por encima del resto de la población. El partido presupone que su acceso al poder es la manera de lograr sus fines, y asume que sus objetivos son también los del pueblo. Esa es la teoría que justifica la dictadura del partido, y está en la base de cualquier dictadura. No importa cuántos partidos existan, la teoría sigue siendo válida. La existencia de muchos partidos intensifica la lucha por el poder, y trae como consecuencia que se descuide cualquier logro para el pueblo y cualquier plan socialmente beneficioso. Tales acciones son presentadas como justificación para socavar la posición del partido gobernante de manera que el partido en la oposición pueda reemplazarlo. En su lucha, los partidos rara vez recurren a las armas sino que más bien denuncian y denigran las acciones de unos y de otros. Esta es una batalla que inevitablemente se entabla a expensas de los intereses vitales, más elevados, de la sociedad, Algunos, si no todos, de esos intereses más elevados caen víctimas de la lucha por el poder entre aparatos de gobierno, porque la destrucción de esos intereses apoya el argumento de la oposición contra el partido o partidos gobernantes. A fin de gobernar, el partido de la oposición debe derrotar el aparato de gobierno existente. Para conseguirlo, la oposición debe minimizar los logros gubernamentales y sembrar la duda sobre sus planes, incluso aunque esos planes pudieran resultar beneficiosos para la sociedad. En consecuencia, los intereses y programas de la sociedad se convierten en víctimas de la lucha de partidos por el poder. Tal lucha es, por tanto, política, social y económicamente destructiva para la sociedad, a pesar del hecho de que crea actividad política. Así pues, la lucha acaba con la victoria de otro aparato de gobierno, la caída de un partido y el auge de, otro.
Esto constituye, de hecho, una derrota para el pueblo, es decir, una derrota para la democracia. Además, los partidos pueden ser sobornados y corrompidos, tanto desde el interior como desde el exterior.
En su origen, el partido se creó ostensiblemente para representar al pueblo. En consecuencia, el líder del partido se convierte en el representante de los miembros, y el líder representa la elite del partido. Queda claro que este juego partidario es una farsa engañosa basada en una falsa forma de democracia. Tiene un carácter autoritario interesado basado en maniobras, intrigas y juegos políticos. Esto confirma el hecho de que el sistema de partidos es un instrumento moderno de dictadura. El sistema de partidos es una dictadura descarada, poco convincente, que el mundo todavía no ha conseguido superar. De hecho, es la dictadura de la era moderna. El parlamento instituido por el partido ganador es realmente un parlamento de ese partido, porque el poder ejecutivo formado por ese parlamento es el poder del partido por encima del pueblo. El poder del partido, que supuestamente existe para el bien de todo el pueblo, es en realidad el archienemigo de una parte del pueblo, concretamente, del partido o partidos en la oposición, y de sus seguidores. Por tal razón, la oposición no es un control popular sobre el partido gobernante sino que más bien está buscando reemplazar al partido en el poder en su propio interés. Según la democracia moderna, el control legítimo sobre el partido en el poder lo ejerce el parlamento, la mayoría de cuyos miembros forman parte de ese partido del gobierno. Es como decir que el control está en manos del partido gobernante, y que el poder está en las manos del partido que controla. Resultan pues obvios el engaño, la falsedad y la falta de validez de las teorías políticas que dominan el mundo hoy en día. De ellas emerge la democracia convencional contemporánea. "El partido representa a una parte de la población, pero la soberanía del pueblo es indivisible". "El partido supuestamente gobierna en nombre del pueblo, pero en realidad el verdadero principio de la democracia se basa en la noción de que no puede existir representación en lugar del pueblo". El sistema de partidos es el equivalente moderno del sistema tribal o sectario. Una sociedad gobernada por un partido es similar a una gobernada por una tribu o secta. El partido, como se ha visto, representa la percepción de un cierto grupo de personas, o los intereses de un grupo en la sociedad, o de una creencia, o de una región. Tal partido es una minoría comparado con el pueblo en su totalidad, tal como lo son una tribu o una secta. La minoría tiene intereses y creencias sectarios, ordinarios y limitados, de los que surgen perspectivas ordinarias. Sólo el parentesco sanguíneo diferencia a una tribu de un partido y, realmente, también una tribu podría estar en la base de la fundación de un partido. No existe diferencia entre una lucha entre partidos y las luchas tribales o sectarias por el poder. Tal como resulta inaceptable e inapropiado el gobierno tribal y sectario, de igual manera lo resulta el gobierno bajo un sistema de partidos. Ambos siguen el mismo camino y conducen al mismo fin. Los efectos negativos y destructivos de la lucha tribal o sectaria sobre la sociedad son idénticos a los efectos negativos y destructivos de la lucha de partidos.
Clases.
El sistema de clases político es igual al sistema de partidos, al tribal o al sectario, dado que una clase domina a la sociedad de la misma manera que lo hace un partido, una tribu o una secta. Las clases, como los partidos, las sectas o las tribus, son grupos de personas dentro de la sociedad, que comparten intereses en común. Los intereses en común surgen de la existencia de un grupo de personas unidas por relaciones sanguíneas, creencias, cultura, localidad o estándar de vida. Las clases, los partidos, las sectas y las tribus surgen porque las relaciones sanguíneas, el rango social, el interés económico, el estándar de vida, la creencia, la cultura y la localidad, crean un punto de vista común para lograr un fin común. Así es como emergen las estructuras sociales, en forma de clases, partidos, tribus o sectas. Éstas finalmente evolucionan en entidades políticas dirigidas a la realización de los objetivos del grupo. En todos los casos, el pueblo no son ni la clase, ni el partido, ni la tribu, ni la secta, porque éstas no son más que un segmento de la población y constituyen una minoría. Si una clase, un partido, una tribu o una secta dominan una sociedad, entonces el sistema dominante se convierte en dictadura. Sin embargo, una clase o una coalición tribal es preferible a una coalición de partidos, dado que las sociedades originalmente consistían en comunidades tribales. Uno apenas encuentra un grupo de personas que no pertenezcan a una tribu, y todas las personas pertenecen a alguna clase específica. Pero ningún partido o partidos abarcan a todo el pueblo, y por tanto el partido o la coalición de partidos representa a una minoría comparada con las masas que no están afiliadas. Bajo la genuina democracia, no puede existir justificación alguna para que ninguna clase subyugue a las otras clases en interés propio. De forma similar, ningún partido, tribu o secta puede aplastar a los otros por interés propio. Permitir tales acciones es abandonar la lógica de la democracia, y justifica el recurso de la violencia. Tales políticas supresoras son dictatoriales porque no son en interés de toda la sociedad, que consiste en más que una clase, tribu o secta, o que los miembros de un partido. No existe justificación para tales acciones, aunque el argumento dictatorial es que la sociedad realmente consiste de numerosos segmentos, uno de los cuales debe comprometerse a la disolución de los demás a fin de permanecer único en el poder. Este ejercicio no es, consecuentemente, en interés del total de la sociedad sino más bien en interés de una clase, tribu, secta, partido específico, o de quienes reclamar hablar en nombre de la sociedad, Tal acto está fundamentalmente dirigido al miembro de la sociedad que no pertenece al partido, clase, tribu o secta que lleva a cabo la liquidación. Una sociedad arrasada por una contienda partidista es similar a una arrasada por conflictos tribales o sectarios. Un partido formado en nombre de una clase se convierte inevitablemente en un substituto de esa clase, y prosigue en el proceso de transformación espontánea hasta que llega a ser hostil a la clase que reemplaza. Cualquier clase que hereda una sociedad hereda también sus características. Por ejemplo, si la clase trabajadora somete a todas las otras clases de una sociedad particular, se convierte entonces en su única heredera, y forma su material y base social. El heredero adquiere los rasgos de aquéllos de quien ha heredado, aunque pueda no resultar evidente de golpe. Con el transcurrir del tiempo, las características de las otras clases eliminadas emergerán dentro de las filas de la propia clase trabajadora. Los miembros de la nueva sociedad asumirán las actitudes y perspectivas apropiadas a sus recién evolucionadas características. Así pues, la clase trabajadora desarrollará una sociedad separada poseyendo todas las contradicciones de la vieja sociedad. En un primer estadio, el material estándar y la importancia de los miembros se convierten en desiguales. Luego, emergen grupos que automáticamente se convierten en clases que son las mismas que fueron eliminadas. Así pues, la lucha por la dominación de la sociedad se inicia de nuevo. Cada grupo de personas, cada facción, cada nueva clase rivalizarán para llegar a ser el aparato de gobierno. Siendo social por naturaleza, el material de base de cualquier sociedad es cambiante. El instrumento de gobierno de este material de base puede prolongarse durante algún tiempo, pero finalmente quedará obsoleto ya que nuevo material y estándares sociales evolucionan para formar un nuevo material de base. Cualquier sociedad que experimenta un conflicto de clases puede ser que en el pasado haya sido una sociedad de una clase, pero a través de la evolución se convierte, inevitablemente, en una sociedad multiclasista. La clase que expropia y adquiere la posesión de las otras para conservar el poder para sí misma pronto se encontrará con que, mediante la evolución, ella misma estará sometida al cambio como si fuera el total de la sociedad. En resumen, todos los intentos de unificar el material de base de una sociedad a fin de solucionar el problema de gobierno, o de poner punto y final a la lucha en favor de un partido, clase, secta o tribu, han fracasado. Todos los esfuerzos apuntando a aplacar a las masas a través de la elección de representantes o a través de los parlamentos, han fracasado igualmente. Continuar tales prácticas sería una pérdida de tiempo y una burla al pueblo.
Plebiscitos (referéndum).
Los plebiscitos son un fraude a la democracia. Los que votan "sí", o "no", en realidad no expresan su libre albedrío sino que más bien son silenciados por la concepción moderna de la democracia, ya que sólo les es permitido decir "sí" o "no". Un sistema tal es opresivo y tiránico. Los que votan "no" debería expresar sus razones y el por qué no dijeron "sí", y los que dicen "sí" deberían verificar su acuerdo y el por qué no votaron "no". Ambos deberían declarar sus deseos y ser capaces de justificar sus votos de "sí" o "no". ¿Cuál es pues el camino que la humanidad debe emprender, a fin de liberarse concluyentemente de los elementos de la dictadura y la tiranía? Lo intrincado del problema en el caso de la democracia queda reflejado en la naturaleza del aparato de gobierno, lo que queda demostrado por los conflictos de clases, partidos e individuos. Las elecciones y plebiscitos se inventaron para tapar el fracaso de aquellos experimentos que fallaron en resolver este problema. La solución reside en encontrar un aparato de gobierno diferente de aquellos que están sometidos a conflicto, y que representan sólo una facción de la sociedad, es decir, un instrumento de gobierno que no sea un partido, una clase, una secta o una tribu, sino un aparato de gobierno que sea el pueblo en su conjunto. En otras palabras, buscamos un instrumento de gobierno que no represente al pueblo ni hable en su nombre. No puede existir representación en lugar del pueblo, la representación es un fraude. Si puede encontrase un aparato tal, entonces el problema está resuelto y la verdadera democracia popular es alcanzada. Así la humanidad habría terminado con eras de tiranía y dictaduras, y las reemplazaría con la autoridad del pueblo. El LIBRO VERDE presenta la solución definitiva al problema del aparato de gobierno, y muestra a las masas el camino por el que pueden avanzar desde la era de la dictadura hasta la de la verdadera democracia. Esta nueva teoría está basada en la autoridad del pueblo, sin representación o delegación. Consigue la democracia directa de forma metódica y efectiva. Es superior a los antiguos intentos de democracia directa que resultaron impracticables a causa de que carecían de organización popular a nivel de base.
ASAMBLEAS POPULARES Y COMITÉS DEL PUEBLO.
Las asambleas populares son el único medio de conseguir una democracia popular.
Cualquier sistema de gobierno contrario a este método, el método de asambleas populares, es antidemocrático. Los sistemas de gobierno imperantes en el mundo actual continuarán siendo antidemocráticos, a menos que adopten este método. Las asambleas populares son el fin de viaje de las masas en su búsqueda de democracia. Las asambleas populares y los comités del pueblo son fruto de la lucha del pueblo por la democracia. Las asambleas populares y los comités del pueblo no son fruto (creación) de la imaginación, son el producto del pensamiento que ha absorbido todos los experimentos humanos para lograr la democracia. La democracia directa, puesta en práctica, es indiscutiblemente el método ideal de gobierno. Porque es imposible reunir a todo el pueblo, aunque sea una población reducida, en un único lugar, para que puedan discutir, discernir y decidir las políticas, las naciones se apartaron de la democracia directa, que se convirtió en una idea utópica desligada de la realidad. Fue reemplazada por diversas teorías de gobierno, tales como los ayuntamientos representativos, las coaliciones de partido y los plebiscitos, todos los cuales se aislaban de las masas y les impedían dirigir sus asuntos políticos. Estos instrumentos de gobierno, el individuo, la clase, la secta, la tribu, el parlamento y el partido, luchando por conseguir el poder, han despojado a las masas de su soberanía y han monopolizado política y autoridad para sí mismos. El LIBRO VERDE guía a las masas a un sistema práctico sin precedentes de democracia directa. No hay dos personas inteligentes que puedan discutir el hecho de que la democracia directa es el método ideal, pero hasta ahora no ha sido concebido un método práctico para su implementación. La Tercera Teoría Universal, sin embargo, nos proporciona ahora un enfoque práctico a la democracia directa. El problema de la democracia en el mundo quedará finalmente solucionado. Todo lo que le queda a las masas ahora es la lucha para eliminar todas las formas imperantes de gobiernos dictatoriales, ya sean parlamentarios de secta, de tribu, de clase, sistemas de un partido, sistemas de dos partidos, o sistemas multipartidistas, que falsamente se autodenominan democracias. La verdadera democracia no tiene más que un método y una teoría. La desigualdad y diversidad de los sistemas que reclaman ser democráticos, de hecho, aportan evidencias de que no lo son. La autoridad del pueblo sólo tiene una cara, y sólo puede ser realizada a través de las asambleas populares y de los comités populares. No puede existir democracia sin asambleas populares y comités por todas partes. Primero, el pueblo se divide en asambleas populares básicas. Cada asamblea popular básica elige su secretariado. Este secretariado de todas las asambleas populares juntas conforman las asambleas populares no-básicas. Consecuentemente, las masas de las asambleas populares básicas seleccionan los comités del pueblo administrativos para reemplazar la administración gubernamental. Todas las instituciones públicas están dirigidas por comités del pueblo, que darán cuenta a las asambleas populares básicas, que dictarán la política y supervisarán su ejecución. Así ambos, la administración y la supervisión se convierten en algo del pueblo, y la definición desfasada de democracia la democracia es la supervisión del gobierno por el pueblo- se convierte en obsoleta. Será reemplazada por su verdadera definición: la democracia es la supervisión del pueblo por el pueblo. Todos los ciudadanos miembros de estas asambleas populares pertenecen, vocacional y funcionalmente, a diversos sectores, y por tanto tienen que formarse a sí mismos en su propia asamblea popular profesional (o gremio) además de ser, por virtud de su ciudadanía, miembros de las asambleas populares básicas o de comités del pueblo. Los temas sobre los que se haya llegado a un acuerdo por parte de las asambleas populares y los comités del pueblo tomarán su forma final en el congreso general del pueblo, junto a los secretariados de las asambleas populares y de los comités del pueblo. Las resoluciones del congreso general del pueblo, que se reúne anual o periódicamente, se trasladan a las asambleas populares y a los comités del pueblo, que llevan a cabo la ejecución de dichas resoluciones a través de los comités responsables, que a su vez rinden cuentas a las asambleas populares básicas. El congreso general del pueblo no es una reunión de personas o de miembros tal como los parlamentos, sino más bien una reunión de las asambleas populares y de los comités del pueblo. Así, el problema del aparato de gobierno queda solventado de forma natural, y todo instrumento dictatorial desaparece. El pueblo se convierte en el aparato de gobierno, y el dilema de la democracia en el mundo queda solucionado de manera concluyente.
La ley de la sociedad.
La ley representa el otro problema, paralelo al del instrumento de gobierno, que no ha quedado resuelto.
Aunque se ha tratado con ella en diferentes períodos de la historia, el problema persiste todavía hoy en día. Que un comité o una asamblea tengan poderes para redactar el borrador de la legislación social es antidemocrático y carece de validez. También es antidemocrático y carece de validez que la legislación social sea abolida o enmendada por un individuo, un comité o una asamblea. ¿Qué es entonces la legislación social? ¿Quién es el que puede redactarla, y cuál es su relevancia en la democracia? La ley natural de cualquier sociedad está basada bien en la tradición (las costumbres) bien en la religión. Cualquier otro intento de redactar una legislación fuera de estas dos fuentes carece de validez y de lógica. Las constituciones no pueden ser consideradas legislación social.
Fundamentalmente, una constitución es una ley positiva .1. (artificial), y carece de la fuente natural de la que debe derivar su justificación. El problema de la libertad en la era moderna es que las constituciones se han convertido en la ley de las sociedades. Estas constituciones están basadas únicamente en las premisas de los aparatos de gobierno dictatorial que prevalecen en el mundo actual, que van desde el individual al partidista. Prueba de ello son las diferencias existentes en diversas constituciones, aunque la libertad humana sea una y la misma. La razón de las diferencias es la variación de las suposiciones y valores implícitos en los diversos instrumentos de gobierno. Así es como la libertad se vuelve vulnerable bajo las formas contemporáneas de gobierno. El método por el que una modalidad específica de gobierno busca dominar al pueblo queda recogido en la constitución. El pueblo se ve forzado a aceptar en virtud de las leyes que se derivan de tal constitución, que a su vez es producto de las tendencias dentro de los instrumentos de gobierno particulares. Las leyes de los instrumentos dictatoriales de gobierno han reemplazado a las leyes naturales, es decir, el derecho positivo ha reemplazado al derecho natural. Consecuentemente, los parámetros éticos han quedado confundidos. El ser humano esencial, física y emocionalmente es igual en todos lugares. A causa de ello, las leyes naturales son aplicables a todos. Sin embargo, las constituciones, como derecho convencional, no perciben a los seres humanos como siendo iguales. Esta opinión no tiene justificación, excepto por el hecho de que refleja la voluntad del instrumento de gobierno, ya sea éste individual, asambleario, clasista o partidario. Es por ello que las constituciones cambian cuando se alteran los instrumentos de gobierno, indicando que una constitución no es derecho natural sino que refleja la campaña del instrumento de gobierno para servir a sus propios propósitos. La derogación de las leyes naturales en las sociedades humanas, y su sustitución por leyes convencionales es el peligro fundamental que amenaza la libertad. Cualquier sistema de gobierno debe estar subordinado a las leyes naturales, no al contrario. El derecho fundamental de la sociedad no debe estar sujeto a la composición o diseño histórico. Su importancia radica en ser el criterio decisivo a la luz del cual la verdad y la falsedad, lo correcto y lo erróneo, y los derechos y deberes individuales pueden ser juzgados. La libertad está amenazada a menos que la sociedad se adhiera a la ley sagrada que establece las normas que no están sujetas a alteración o cambio por parte de cualquier aparato gubernamental. Es, más bien, la responsabilidad del instrumento de gobierno para adherirse a las leyes de la sociedad. Desgraciadamente, el pueblo de todo el mundo está actualmente gobernado por leyes artificiales que pueden ser cambiadas o derogadas, dependiendo de la lucha por el poder entre formas de gobierno en competición.
Nota de pie 1: es la ley propia de la sociedad civil, surgida del común acuerdo entre los. individuos. .
Llevar a cabo plebiscitos acerca de las constituciones a menudo resulta insuficiente.
Los plebiscitos son esencialmente una falsificación de la democracia, dado que la única opción es decir "sí" o. "no".
Además, bajo leyes artificiales, el pueblo está obligado a votar en estos plebiscitos. Llevar a cabo un plebiscito sobre una constitución no convierte necesariamente a la constitución en derecho social. En otras palabras, el estatus de una constitución no será alterado por un plebiscito, no permanecerá más que el tema de un plebiscito. El derecho social es una herencia humana eterna que no pertenece sólo a los vivos. Por tanto, redactar una constitución o llevar a cabo un plebiscito es una burla. Los catálogos de leyes artificiales emanadas de constituciones artificiales están plagados de castigos físicos dirigidos contra seres humanos, en tanto que la tradición contiene pocas de tales medidas. La tradición establece castigos morales, no físicos, que se ajustan a la naturaleza intrínseca de la humanidad. La religión contiene a la tradición y la absorbe, y la tradición es una manifestación de la vida natural del pueblo. Sus enseñanzas comprenden las orientaciones sociales básicas y las respuestas a las preguntas fundamentales de la existencia. Muchas puniciones físicas quedan postergadas a un juicio futuro. Esta es la ley más adecuada que permite el debido respeto al ser humano. La religión no proporciona puniciones rápidas, a excepción de ciertos ejemplos imperiosos necesarios para el bienestar social. La religión contiene la tradición, y la tradición es una expresión de la vida natural del pueblo. Por tanto, la religión es una afirmación de las leyes naturales que se distinguen a ese respecto. Las leyes no fundamentadas en la religión y la tradición son meramente un invento del hombre para ser utilizado contra su prójimo. En consecuencia, tales leyes quedan invalidadas porque no emanan de la fuente natural de la tradición y la religión.
¿Quién supervisa la conducta de la sociedad?
Se plantea la cuestión de ¿quién tiene el derecho de supervisar a la sociedad, y de señalar las desviaciones que puedan presentarse de las leyes sociales? Democráticamente, ningún grupo puede reclamar ese derecho en nombre de la sociedad. Por tanto, la sociedad es la única que se auto supervisa. Es dictatorial que cualquier individuo o grupo reclame el derecho de supervisión de las leyes de la sociedad, que, democráticamente, es responsabilidad de la sociedad en su conjunto. Esto puede conseguirse a través del instrumento democrático de gobierno que resulta de la organización de la propia sociedad en asambleas populares básicas, y a través del gobierno de estas personas mediante los comités del pueblo y el congreso general del pueblo el congreso nacional- en los se reúnan los secretariados de las asambleas populares y de los comités del pueblo. De acuerdo con esta teoría, el pueblo se convierte en el instrumento de gobierno y, a su vez, se convierte en su único supervisor. Es así como la sociedad asegura la auto supervisión de sus leyes.
¿Cómo puede la sociedad recuperar el rumbo cuando se producen desvíos de la ley?
Si el instrumento de gobierno es dictatorial, tal como ocurre en los sistemas políticos mundiales hoy en día, la conciencia de la sociedad de la desviación de sus leyes queda expresada sólo a través de la violencia para recuperar el rumbo. Es decir, una revolución contra el instrumento de gobierno. La violencia y la revolución, aunque reflejen los sentimientos de una sociedad en relación a los desvíos, no constituyen un ejercicio en el cual toda la sociedad participe. En lugar de eso, la violencia y la revolución son llevadas a cabo por aquéllos que tienen la capacidad y el valor de tomar la iniciativa y proclamar la voluntad de la sociedad. Sin embargo, este enfoque unilateral es dictatorial porque la iniciativa revolucionaria en sí misma proporciona la oportunidad de un nuevo instrumento de gobierno representando al pueblo que surge. Esto significa que la estructura de gobierno sigue siendo dictatorial. Además, la violencia y el cambio llevado a cabo por la fuerza son ambos antidemocráticos, incluso aunque ocurran como reacción contra una condición anterior antidemocrática. La sociedad que gira alrededor de este concepto está subdesarrollada. ¿Cuál es pues la solución? La solución radica en que el pueblo sea el propio instrumento de gobierno cuya autoridad se deriva de las asambleas populares básicas y del congreso general del pueblo, eliminando la administración gubernamental y reemplazándola por comités del pueblo, y finalmente, en el congreso general del pueblo convirtiéndose en verdadera convención nacional en la que se reúnen las asambleas populares básicas y los comités del pueblo. En un sistema tal, si ocurre la desviación, es seguidamente rectificada por una revisión total democrática, y no a través del uso de la fuerza. El proceso aquí no es una opción voluntaria para un cambio social y el tratamiento de las enfermedades sociales. Es más bien el resultado inevitable de la naturaleza de este sistema democrático porque, en tal caso, no existe ningún grupo exterior que pueda ostentar la responsabilidad de tal desviación o contra quién pueda dirigirse la violencia.
La prensa.
Todo individuo tiene el derecho de expresarse él o ella misma incluso si él o ella se comporta irracionalmente para demostrar su insensatez. Las entidades corporativas tienen también el derecho de expresar su identidad de empresa. El individuo se representa sólo a sí mismo, y la corporación representa a quien comparte la identidad corporativa. Dado que la sociedad consiste de individuos privados y de personas jurídicas, la expresión, por ejemplo, de la insensatez de un individuo no significa que el resto de miembros de la sociedad estén también locos. La expresión refleja únicamente el carácter del individuo. De igual manera, la expresión corporativa refleja sólo el interés u opinión de quienes componen el entidad corporativa. Por ejemplo, una tabacalera, a pesar del hecho de que su producto sea perjudicial para la salud, expresa el interés de quienes componen la empresa.
La prensa es un medio de expresión de la sociedad, no es un medio de expresión de individuos privados o entidades corporativas. Por tanto, lógica y democráticamente, no debería pertenecer ni a unos ni a otros. Un periódico que pertenezca a un individuo es suyo y expresa sólo su punto de vista. Cualquier declaración que un tal periódico presente a la opinión pública carece de fundamento porque en realidad manifiesta el punto de vista de ese individuo privado. En democracia, los individuos privados no deberían estar autorizados a poseer ningún medio de publicación público o de información. Sin embargo, tienen el derecho de expresarse ellos mismos por todos los medios, aunque sea irracionalmente, para demostrar su insensatez. Cualquier periódico impreso por un sector profesional, por ejemplo, es sólo un medio de expresión de ese grupo social particular. Presenta sus propios puntos de vista y no los del público en general, Esto se aplica igualmente a todas las demás corporaciones e individuos privados en la sociedad. La prensa democrática es la que publica un comité del pueblo, integrando todos los grupos sociales. Sólo en este caso, y de ninguna otra manera, la prensa y cualquier otro medio de información podrá ser democrático, expresando puntos de vista del conjunto de la sociedad, y representando a todos sus grupos. Si la profesión médica edita una revista, debe ser exclusivamente médica. De forma similar, esto se aplica al resto de grupos. Los individuos privados tienen el derecho de expresar sólo su propia opinión, y no la opinión de otros. Lo que se conoce como el problema de la libertad de prensa en el mundo quedará radical y democráticamente solucionado. Porque generalmente es un subproducto del problema de la democracia, no es un problema que pueda ser solucionado de forma independiente del de la democracia en la sociedad en su conjunto. Por tanto, la única solución al persistente problema de la democracia es mediante la Tercera Teoría Universal. Según esta teoría, el sistema democrático es una estructura cohesiva cuya base se apoya firmemente en las asambleas populares básicas y en los comités del pueblo, que se reúnen en el congreso general del pueblo. Ésta es absolutamente la única forma de sociedad genuina democrática. En resumen, la era de las masas, que sigue a la era de las repúblicas, excita los sentimientos y encandila los ojos. Pero incluso aunque la visión de esta era denote verdadera libertad de las masas, y su feliz emancipación de los lazos de estructuras externas autoritarias, avisa también de los peligros de un período de caos y demagogia, y la amenaza del regreso de la autorizad del individuo, la secta y el partido, en lugar de la autoridad del pueblo. En teoría, sería democracia verdadera, pero en la realidad, el fuerte siempre gobernaría, es decir, el partido más fuerte en la sociedad sería el que gobernase.
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El Libro Verde
Tomo dos: La solución al problema económico :"El Socialismo"
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Las bases económicas de la Tercera Teoría Universal.
Necesidad.
Vivienda.
Ingresos.
Medios de transporte.
Tierra.
Empleados domésticos
Las bases económicas de la Tercera Teoría Universal.
En la historia reciente se han dado importantes desarrollos históricos contribuyentes a solucionar el problema del trabajo y los salarios, la relación entre los productores y los propietarios, los trabajadores y los empresarios. Esos desarrollos incluyen la determinación de horas de trabajo fijadas, pago de horas extras, permisos, sueldos mínimos, reparto de beneficios, participación de los trabajadores en la administración, prohibición de despido improcedente, seguridad social, derecho a la huelga, y otras disposiciones contenidas en los estatutos laborales de casi toda la legislación contemporánea. No menos importantes son los cambios en el terreno de la propiedad, tales como la promulgación de leyes transfiriendo la propiedad privada al estado, y también las que limitan los ingresos. A pesar de esos avances nada despreciables en la historia de la economía, el problema existe todavía fundamentalmente, incluso aunque se haya hecho menos grave que en siglos pasados a través de las mejoras, los refinamientos y los progresos que han aportado muchos beneficios a los trabajadores. Sin embargo, el problema económico persiste todavía irresoluto en el mundo. Los intentos dirigidos a la propiedad han fracasado en solucionar los problemas de los productores. Todavía son asalariados, a pesar de la propiedad estatal que puede variar desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, pasando por el centro del espectro político. Los intentos de mejorar los salarios fueron igualmente significativos para aquellos que estaban enfocados en la transferencia de la propiedad. Al inicio de la revolución industrial, los beneficios de las negociaciones salariales aseguraron a los trabajadores ciertos privilegios que quedaron garantizados por legislación y protegidos por los sindicados, mejorando así a la masa de trabajadores. A medida que pasaba el tiempo, los trabajadores, los técnicos y los administrativos han adquirido ciertos derechos que previamente eran inalcanzables. Sin embargo, en realidad, el problema económico todavía continúa.
Los intentos destinados a los salarios eran apaños y reformas que fracasaron en aportar una solución. Eran más una caridad que un reconocimiento de los derechos de los trabajadores. ¿Por qué reciben un salarios los trabajadores? Porque llevan a cabo un proceso productivo en beneficio de otros que les contratan para producir un cierto producto. En tal caso, no consumen lo que producen, más bien están obligados a entregar su producto a cambio de un sueldo. De ahí, la norma oral de que quien produce lo consume. Sin embargo, los asalariados, por mucho que mejoren sus salarios, son una especie de esclavos. Los asalariados no son sino esclavos de los amos que los emplean. Son esclavos temporales, y su esclavitud dura lo que dura el trabajo para obtener el salario de su empleador, ya sea éste un individuo o el estado. La relación de los trabajadores con el amo, o con la entidad productora, y con sus propios intereses, es similar bajo todo tipo de condiciones que prevalecezcan en el mundo actual, independientemente de si el propietario es de derechas o de izquierdas. Incluso las empresas de propiedad pública pagan con salarios a sus trabajadores, así como con otros beneficios sociales, de forma similar a la caridad practicada por los ricos propietarios de los sistemas económicos con aquellos que trabajan para ellos. A diferencia de los sistemas de propiedad privada, en los que los ingresos benefician al propietario, la declaración de que los ingresos de los sistemas de propiedad pública benefician a toda la sociedad, incluyendo a los trabajadores, sólo es cierta si tomamos en consideración el bienestar general de la sociedad y no el bienestar privado de los trabajadores. Además, tendríamos que asumir que la autoridad política que controla la propiedad es la de todo el pueblo, practicada sólo a través de las asambleas populares y de los comités del pueblo, y no la autoridad de una clase, un partido, varios partidos, una secta, una tribu, familia, individuo, o cualquier forma de autoridad representativa. Si esto no es posible, lo que es recibido directamente por los trabajadores en relación a sus propios intereses, en forma de salario, porcentaje de beneficios o beneficios sociales, es lo mismo que los trabajadores de una empresa privada reciben. En ambos casos, los productores son personas que ganan un sueldo, a pesar de que el propietario sea diferente. Así pues, el cambio de la propiedad no ha solucionado el problema del derecho del productor a beneficiarse directamente de lo que produce, y no a través de la sociedad ni de salarios. La prueba del mismo es el hecho de que los productores siguen recibiendo un salario a pesar de haber cambiado el poseedor de la propiedad. La solución final radica en abolir el sistema asalariado, emancipando al pueblo de esta esclavitud y regresando a las leyes naturales que definían las relaciones antes de que emergieran las clases, las formas de gobierno y las leyes artificiales. Estas normas naturales son las únicas medidas que deberían gobernar las relaciones humanas. Estas reglas naturales han producido un socialismo natural basado en la igualdad entre los componentes de la producción económica, y han mantenido el consumo público casi igual al de la producción natural entre los individuos.
La explotación del hombre por el hombre y la posesión por parte de algunos individuos de más riqueza general de lo que necesitan, es una desviación manifiesta de la ley natural, y el inicio de la distorsión y corrupción en la vida de la comunidad humana. Anuncia el comienzo de la sociedad de explotación. Si analizamos los factores de la producción económica desde la antigüedad hasta el presente, siempre encontramos que esencialmente consisten en ciertos componentes de producción básicos, es decir, materias primas, medios de producción y un productor. La norma natural de igualdad precisa que cada uno de estos componentes reciba una parte de esta producción. Porque la producción no puede conseguirse sin el papel esencial de cada uno de estos componentes, debe ser dividida a partes iguales entre ellos. La preponderancia de uno de ellos infringe la regla natural de igualdad y se convierte en un cercenamiento de los derechos de los demás. Así, cada cual debe ser recompensado en igual medida, sin importar el número de componentes en el proceso de producción. Si los componentes son dos, cada cual recibe la mitad de la producción, si son tres, la tercera parte. Aplicando esta norma natural tanto a la situación antigua como a la moderna, llegamos a lo siguiente. En el estadio de producción manual, el proceso partía de una materia prima y un productor. Posteriormente se añadieron nuevos medios de producción al proceso. Los animales, utilizados como unidades de potencia, constituyen un buen ejemplo. Gradualmente, las máquinas reemplazaron a los animales, los tipos y las formas de las materias primas evolucionaron de lo sencillo y barato a lo valioso y complejo. De forma parecida, los trabajadores no especializados se convirtieron en trabajadores cualificados e ingenieros; su largo número inicial descendió hasta quedar en unos pocos técnicos especializados. A pesar del hecho de que los componentes han cambiado cualitativa y cuantitativamente, su papel esencial en la producción ha permanecido básicamente inalterado. Por ejemplo, el mineral de hierro, un componente común tanto en la producción pasada como en la actual, era rudimentariamente manufacturado por los herreros, transformándolo en cuchillos, hachas, lanzas, etc. El mismo mineral de hierro es ahora manufacturado por ingenieros y técnicos por medio de hornos de fundición, y convertido en todo tipo de máquinas, aparatos y vehículos. El animal (caballo, mula, camello, o similares), que era un componente de la producción, ha sido reemplazado por fábricas y maquinaria pesada. La producción, basada en herramientas primitivas, ahora se cimenta en sofisticados instrumentos técnicos. A pesar de estos fabulosos cambios, los componentes de la producción natural siguen siendo básicamente los mismos. Esta consistencia precisa inevitablemente el regreso al pronunciamiento de las leyes naturales para solucionar los problemas económicos, fruto de los anteriores intentos históricos para formular soluciones que ignoraban estas leyes. Todas las teorías históricas previas abordan el problema económico tanto desde el ángulo de la propiedad de cualquiera de los componentes de la producción, como desde el de los salarios por la producción. Han fracasado en solucionar el problema real, el propio problema de la producción. Así pues, la característica más importante del orden económico que prevalece en el mundo actual es un sistema de salarios que priva a los trabajadores de cualquier derecho sobre los productos que producen, ya sean para la sociedad o para un establecimiento privado. Una empresa industrial se compone de material para la producción, máquinas y trabajadores. La producción se consigue mediante trabajadores que manufacturan los materiales y utilizan las máquinas. Así pues, las mercancías manufacturadas no estarían listas para ser usadas y consumidas si no hubieran pasado por un proceso de producción precisando materia prima, fábricas y trabajadores. Claramente, sin la materia prima básica, la fábrica no puede trabajar, y sin la fábrica, la materia prima no puede ser manufacturada. De igual manera, sin los productores, la fábrica tiene que parar. Así pues, los tres factores son esenciales por igual en el proceso de producción, y sin ellos la producción no puede existir. La ausencia de uno de estos componentes no puede ser reemplazada por los demás. Por tanto, la ley natural precisa que cada componente reciba una parte igual de los beneficios de la producción. No es sólo la fábrica lo que importa, sino también quién consume su producción. Lo mismo es aplicable a los procesos de producción agrícola resultantes de sólo dos componentes: el hombre y la tierra. El producto debe ser dividido en dos partes iguales en consecuencia con el número de componentes de la producción. Además, si cualquier modo adicional es incorporado al proceso, ya sea mecánico o de otra índole, la producción debe ser dividida por igual en tres partes: la tierra, el granjero y los medios de producción. En consecuencia, emerge un sistema socialista bajo el cual todos los procesos de producción son gobernados por esta ley natural. Los productores son trabajadores. Son llamados productores porque las palabras "trabajador", "peón" y "obrero" han quedado desfasadas. La definición tradicional se ha revisado porque los trabajadores están experimentando cambios cualitativos y cuantitativos. La clase trabajadora disminuye en proporción directa a los avances de la ciencia y la tecnología. Labores que antes eran realizadas por un número de trabajadores ahora se llevan a cabo por una sola máquina. Manejar una máquina requiere pocos trabajadores, ello ha ocasionado un cambio cuantitativo en la mano de obra, con el reemplazo de la fuerza física por la habilidad técnica resultante de un cambio cualitativo de la mano de obra.
La mano de obra se ha convertido en un componente del proceso productivo.
Como resultado de los avances técnicos, multitud de obreros no cualificados han sido transformados en un limitado número de técnicos, ingenieros y científicos. En consecuencia, los sindicatos obreros acabarán desapareciendo, siendo reemplazados por sindicatos de ingenieros y técnicos. El adelanto científico es un logro irreversible para la humanidad. Gracias a este proceso, el analfabetismo quedará eliminado, y los trabajadores no especializados se convertirán en un fenómeno pasajero, destinado a su desaparición gradual.
Sin embargo, incluso en este nuevo entorno, las personas seguirán siendo el componente básico del proceso de producción.
Necesidad.
El ser humano carece de libertad si sus necesidades son controladas por otros, porque la carencia puede conducir al esclavizamiento de una persona por otra. Además, la explotación es ocasionada por la necesidad. La necesidad es un problema intrínseco, y el conflicto se crea cuando las necesidades de uno son controladas por otro.
Vivienda.
La vivienda es una necesidad esencial tanto para el individuo como para la familia, y no debería ser propiedad de otros. Vivir en la casa de otro, ya sea mediante un pago de alquiler o no, compromete la libertad. Los intentos de solucionar el problema de la vivienda realizados por algunos países no han aportado la solución definitiva, porque tales intentos no apuntaban a la solución definitiva,- la necesidad de que las personas posean sus moradas-, sino que más bien ofrecían la reducción, el incremento o la homologación de los alquileres, ya fueran éstos destinados a un particular o a una empresa de propiedad pública. En una sociedad socialista, nadie, incluyendo la propia sociedad, tiene el derecho de controlar las necesidades del pueblo. Nadie tiene el derecho de comprar una casa complementaria a su vivienda propia y a la de sus herederos, con el propósito de alquilarla, porque esta segunda vivienda es, de hecho, la necesidad de algún otro. Adquirirla con tal propósito es el inicio del control de las necesidades de los demás, y "la libertad está latente cuando existe carencia".
Ingresos.
Tener ingresos es una necesidad imperativa para el hombre.
En una sociedad socialista, no debería existir ningún tipo de salario de ninguna clase, o de caridad de nadie. En una tal sociedad no existen asalariados, sino solo socios. Los ingresos de alguien es un asunto privado, y debería ser manejado de forma privada para solucionar las necesidades propias, o ser una parte de un proceso de producción del cual uno es un componente esencial. No debería existir un salario a cambio de una producción.
Medios de transporte.
También el transporte es necesario, tanto para el individuo como para la familia. No debería ser algo poseído por otros. En una sociedad socialista, ninguna persona ni autoridad tiene el derecho de poseer los medios de transporte para alquilarlos, porque también eso significa controlar las necesidades de los demás.
Tierra.
La tierra no es propiedad privada de nadie.
En lugar de ello, cada uno tiene el derecho de utilizarla beneficiosamente por medio de su trabajo, laboreo o pastoreo, durante tanto tiempo como vivan en ella él y sus herederos, para satisfacer sus necesidades, pero sin emplear a otros con o sin pago de salarios. Si las tierras fueran propiedad particular, sólo los que viven de ella tendrían una parte de ella. La tierra siempre está ahí, mientras que los que se benefician de la tierra con el tiempo experimentan cambios de profesión, de aptitudes y de vida. La aspiración de la nueva sociedad socialista es crear una sociedad que sea libre porque es feliz. Esto sólo puede lograrse satisfaciendo las necesidades materiales y espirituales del hombre, y ello a su vez surge liberando las carencias del control de otros. Satisfacer estas necesidades es algo a conseguir sin explotar o esclavizar a otros, de otra manera, las aspiraciones de la nueva sociedad socialista están en contradicho. Así pues, el ciudadano de esta nueva sociedad asegura sus necesidades materiales ya sea trabajando para sí mismo, ya sea siendo socio en una empresa de propiedad colectiva, o rindiendo un servicio público a la sociedad que, a su vez, le cubre sus necesidades materiales. La actividad económica en la nueva sociedad socialista es una actividad productiva destinada a la satisfacción de las necesidades materiales. No es una actividad improductiva, ni busca el beneficio de ahorros excedentes más allá de la satisfacción de tales necesidades. Ello, según las nuevas bases socialistas, es inaceptable. El propósito legítimo de las actividades económicas particulares es tan sólo satisfacer las necesidades propias, porque la riqueza del mundo, así como la de cualquier sociedad individual, es finita en cada estadio. Nadie tiene el derecho de emprender una actividad económica en la que se pueda amasar la riqueza que exceda de satisfacer las necesidades propias. De hecho, tales acumulaciones son a costa de privar el derecho de otros. Una persona sólo tiene derecho de ahorrar de su propia producción, y no a través de emplear a otros; sólo tiene derecho de ahorrar a expensas de sus propias necesidades y no de las de otros. Si se permite que la actividad económica se extienda más allá de satisfacer esas necesidades, algunos tendrán más de lo que necesitan, en tanto que otros quedarán privados de ello. Los ahorros que exceden lo que uno necesita son la parte de riqueza social de otra persona. Permitir la actividad económica privada para amasar riqueza, más allá de satisfacer las necesidades personales, y emplear a otros para satisfacer las necesidades propias o incluso más, para asegurarse ahorros, es la propia esencia de la explotación. El trabajo a cambio de un salario, además de ser esclavizante como se mencionó anteriormente, está vacío de incentivos porque el producto es un asalariado y no un socio. Las personas que trabajan para sí mismas son, sin lugar a duda,s mucho más dedicadas a su trabajo porque a través de él satisfacen sus necesidades materiales. De igual manera, quienes trabajan en una empresa colectiva también están dedicados a su trabajo porque son socios de ella y satisfacen sus necesidades materiales con la producción. Por otro lado, quienquiera que trabaje por un salario está poco incentivada a trabajar. El trabajo asalariado ha fracasado en solucionar el problema de la motivación, para incrementar y desarrollar la producción. Ya sea un servicio o la producción de mercancías, el trabajo asalariado sufre un continuo deterioro porque es llevado a cabo por asalariados sin motivación.
EJEMPLOS DE TRABAJO ASALARIADO REMUNERADO: por la sociedad, por una empresa privada y por uno mismo.
Primer ejemplo:
a) Un trabajador produce diez manzanas para la sociedad. La sociedad le da una manzana por su trabajo, y con ella cubre todas sus necesidades.
b) Un trabajador produce diez manzanas para la sociedad. La sociedad le da una manzana por su trabajo y ello no cubre sus necesidades.
Segundo ejemplo:
Un trabajador produce diez manzanas para otra persona, y cobra de sueldo menos de una manzana entera.
Tercer ejemplo:
Un trabajador produce diez manzanas para sí mismo.
CONCLUSIÓN:
En el primer ejemplo:
(a), dado que el salario del trabajador es sólo de una unidad que satisface sus necesidades, no tiene incentivo alguno para incrementar su producción. Así, toda la mano de obra que trabaja para la sociedad es psicológicamente apática.
b) El trabajador ni siquiera está motivado para producir porque no puede satisfacer sus necesidades con su salario.
Sin embargo, sigue trabajando, aunque sin motivación, porque, en general, como todos los miembros, está obligado a consentir las condiciones de trabajo de la sociedad. En el segundo ejemplo: El trabajador trabaja básicamente para obtener un sueldo, y no para producir. Dado que su salario no puede satisfacer sus necesidades, las opciones son, o bien buscarse otro amo que le pague más por su trabajo, o estar obligado, por pura supervivencia, a quedarse donde está.
En el tercer ejemplo: Sólo quien trabaja para sí mismo produce con entusiasmo y por voluntad propia.
En una sociedad socialista, no hay posibilidad de que la producción privada exceda la satisfacción de las necesidades propias, porque no está permitido satisfacer esas necesidades a expensas o por medio de los demás. Además, los sistemas socialistas operan únicamente sólo para satisfacer las necesidades de la sociedad. Consecuentemente, el tercer ejemplo demuestra las bases firmes de su producción económica. Sin embargo, en todos los ejemplos, incluso los peores, la producción está asociada con la supervivencia. Prueba de ello es que aunque en las sociedades capitalistas la producción se acumula y crece en manos de sólo unos pocos propietarios, que no trabajan sino que explotan los esfuerzos de otros, los obreros todavía están obligados a producir a fin de sobrevivir. Sin embargo, el LIBRO VERDE no sólo soluciona el problema de la producción material sino que también prescribe una solución comprensible a los problemas que enfrentan las sociedades humanas, a fin de que los individuos puedan ser totalmente liberados, material y espiritualmente, a fin de conseguir su felicidad.
Otros ejemplos:
Si asumimos que la riqueza de una sociedad consta de diez unidades, y que su población es de diez personas, entonces la parte de cada miembro es un décimo del total, una unidad por persona. Si algunos miembros de esta sociedad obtienen más de una unidad por persona, entonces es que otros miembros de la sociedad se han quedado sin nada. Su parte de la riqueza social ha sido retenida por otros. De ahí la presencia de ricos y pobres en una sociedad explotadora. Supongamos también que cinco miembros de esta sociedad concreta poseen cada uno dos unidades. En tal caso, la mitad de la sociedad se ve privada de sus derechos a la riqueza de su sociedad, porque otros se han apoderado de lo que les pertenecía. Si un individuo de esta sociedad precisa sólo una unidad de riqueza social para satisfacer sus necesidades, entonces quienes poseen más de una unidad están, de hecho, incautando los derechos de otros miembros de la sociedad. Porque si una unidad es todo lo que se necesita para satisfacer las necesidades individuales, las unidades adicionales son tomadas con el propósito de acapararlas. Y eso sólo puede lograrse a expensas de las necesidades de otros, el acaparamiento de la parte de riqueza de otros. Esta es la razón tras la existencia de quien acumula y no gasta, aquellos que acaparan más allá de cubrir sus necesidades, y de la existencia de los que tienen que mendigar y se hallan desposeídos de su derecho sobre la riqueza social, y no tienen suficiente para consumir. Esto es un acto de robo y saqueo, y sin embargo, según las leyes injustas y explotadoras que gobiernan una tal sociedad, es algo legítimo y patente.
Cualquier excedente sobrepasando la satisfacción de las necesidades debería pertenecer, en último extremo, a todos los miembros de la sociedad. Sin embargo los individuos tienen un derecho a realizar ahorros a partir de la parte que les corresponda para sus necesidades, dado que es la acumulación de riqueza sobrepasando la cobertura de las necesidades propias lo que es usurpación de la riqueza pública. El industrioso y habilidoso, como resultado de su ventaja, no tienen derecho en una tal sociedad a llevarse la parte que corresponde a otros. Pueden utilizar sus talentos para satisfacer sus propias necesidades, y ahorrar para ellas. Como cualquier otro miembro de la sociedad, los ancianos y los discapacitados física o mentalmente, deberían tener su parte de la riqueza social. La riqueza de una sociedad puede ser comparada a los suministros de un establecimiento o almacén que proporciona raciones diarias a un cierto número de personas, que satisfacen sus necesidades. Cada persona tiene derecho a ahorrar de las provisiones que le corresponden, es decir, a consumir o ahorrar las porciones que decida de su parte, utilizando sus talentos y habilidad a tal fin. Sin embargo, quienes decidan utilizar sus talentos para acaparar en exceso del "establecimiento de suministros" son, sin lugar a dudas, ladrones. Por tanto, utilizar su habilidad para acumular riqueza que exceda la cobertura de sus necesidades está, de hecho, infringiendo el derecho público, a saber, la riqueza de la sociedad que, en este ejemplo, es comparable al citado almacén. Las diferencias en la riqueza de los individuos en la nueva sociedad socialista no son toleradas, excepto para quienes rinden ciertos servicios a la sociedad, por los cuales se les otorga un importe acorde con sus servicios. Las partes individuales difieren tan solo en relación a la cantidad de producción, o a los servicios públicos que se han prestado en exceso. Por lo tanto, las experiencias humanas a través de la historia han producido un nuevo experimento, en un intento extraordinario de finalizar la lucha de personas para conseguir su libertad, para lograr su satisfacción a través de la satisfacción de sus necesidades, para rechazar la explotación por parte de otros, para acabar con la tiranía y para encontrar un método de distribución de riqueza social que sea equitativo, sin explotar a los demás ni poner en peligro sus necesidades.
Es la teoría de la realización de las necesidades para la emancipación de la. humanidad.
La nueva sociedad socialista no es sino un resultado dialéctico de las relaciones injustas que prevale
bereber libro blanco libro verde socialista islámico sirte gaddafa movimiento de oficiales unioni muammar muhammad abd as-salam
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Comentarios
una excelente información como rige las fuerzas políticas mundial