Blas de Lezo fué un almirante vasco nacido en Pasajes en el año 1698, unos de los mejores almirantes que nunca tuvo España. Estuvo al mando de la defensa de Cartagena de Indias en el año 1741 ante los ingleses. Allí fue donde los inglaterra sufrió la mayor y mas humillante derrota de toda su historia. Entendí entonces que el problema no era la falta de héroes, si no que simplemente, no los conocemos o no los recordamos. En este sentido, lo que nos diferencia de otros países como Inglaterra, es la mala memoria histórica (y no me refiero a ninguna ley). Es algo que se hace evidente al visitar ciudades como Londres, donde en cada plaza, calle o esquina hay una estatua ó monumento en memoria de algún personaje importante, al contrario de lo que aquí sucede, donde incluso se hace incómodo recordar hechos y acontecimientos claves de nuestra historia que forman parte de nuestra identidad.
Debemos preguntarnos, qué lleva a un hombre ante la decisión de pretender resistir, con nulas posibilidades de éxito a la mayor flota jamas creada hasta esa fecha, mayor incluso que la armada invencible de Felipe II, y solamente superada dos siglos mas tarde en el desembarco de Normandía. La respuesta no la podremos encontrar en la búsqueda de ningún interés particular, ya sea en forma material ó en forma de posición, honores y gloria. Se trata de algo mucho mas sencillo, su decisión estuvo basada simplemente en hacer lo que creía que debía hacer.
Por las acciones y comportamientos observados en Blas de Lezo a lo largo de toda su vida, podemos afirmar que nos encontramos ante los términos que identifican al un verdadero héroe, y no me refiero a personajes de ciencia ficción con super poderes, si no al término que se relaciona con la figura del líder, la persona que dirige y que guía, poseedor del coraje, compasión y determinación suficientes como para reaccionar a favor de situaciones consideradas como justas. Se enfrentó a ellas sin importar qué precio tuvo que pagar o qué debió sacrificar, la fuerza que le movió fue el sentido de lo que estaba bien y era correcto.
Fue una persona que gozó de autoridad, aquella que se adquiere al enfrentarse a los miedos y a la obediencia ciega de las mayorías ante los que ostentan el poder, pero no como un acto de rebeldía, si no a un profundo sentido de la responsabilidad, una persona que actuó en casos en los que la mayoría no hubiéramos hecho nada. Murió cuatro meses después del sitio a Cartagena. Podemos aventurarnos a pensar, que el sentimiento que tuvo en su lecho de muerte fue la sensación de haber recuperado su alma, de haber vivido como un individuo auténtico, esa debió de ser su ganancia, la de un verdadero héroe.
Aquí podéis escuchar el pasaje de la historia de Juan Antonio Cebrián, que narra de forma mas amplia la vida del almirante Blas de Lezo.
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