Cualquier problema, a cualquier nivel, consciente o inconsciente, es un factor que destruye la libertad. Es algo que no comprendemos por completo. Un problema puede ser el dolor moral, la molestia física, la muerte de alguien o la falta de dinero; o puede ser la incapacidad para descubrir por si mismo si dios es una realidad o simplemente una palabra sin sustancia. Y existen los problemas de la relación, tanto privados como públicos, individuales lo mismo que colectivos. El no comprender la totalidad de la relación humana engendra efectivamente problemas; y la mayoría de nosotros tenemos estos problemas –de los cuales surgen las enfermedades psicosomáticas- que paralizan nuestra mente y nuestro corazón. Estando agobiados por estos problemas, recurrimos a varias formas de evasión; rendimos culto al Estado, aceptamos la autoridad, esperamos que algún otro nos resuelva los problemas, nos unimos en una inútil repetición de plegarias y ritos, nos entregamos a la bebida, al sexo, al odio, a la lastima de nosotros mismos, etc.
Hemos cultivado, pues, cuidadosamente una red de evasiones –racionales o irracionales, neuróticas o intelectuales- que nos capacitan par aceptar y, por lo tanto, soportar todos los problemas humanos que surgen. Pero estos, inevitablemente, engendran confusión, y la mente no es libre.
Ahora bien, no sé si veis como yo la necesidad, no una necesidad fragmentaria, no la necesidad de un día, porque os veáis forzados súbitamente a enfrentaros con una cuestión, sino la absoluta necesidad, desde el principio mismo del propio pensamiento, sobre estas cosas hasta el fin mismo de la propia vida, de no tener ningún problema.
Del Libro La Mutación Psicológica
J.Krishnamurti
www.fkla.org
www.mantrafm.com.ar/krishnamurti.html
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25.11.14
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