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Comentarios
Muy interesante pero es desesperante escuchar al invitado
madre mía...????????
Hawking que estás en los cielos. De las cosas humanas, 7ª parte. Otro de los grandes retos que debería de afrontar la Humanidad a la hora de plantearse siquiera una aventura de índole interplanetaria es la de cómo vamos a tratar a los seres que habiten Tierra Dos; si descubrimos y colonizamos un planeta como el nuestro donde poder instalarnos de forma permanente, lo más seguro es que tenga abundantes formas de vida animal. Más allá de si seríamos capaces de comunicarnos con esas criaturas, cosa que dudo puesto que después de más de un millón de años en esta nuestra casa, la única comunicación que hemos tenido con la espectacular diversidad animal ha sido la del sometimiento, la explotación, la sodomización, el bestialismo, el despellejamiento, la deglutación de sus cadáveres, el ocio insano, la esclavitud y entre otras crueles formas de comunicación, su exterminio. Obviamente no podemos seguir destruyendo los resultados de la evolución biológica allá donde pongamos nuestras sádicas y criminales pezuñas devastadoras, cuales caballos de Atila. Ni la suerte de no encontrar la horma de nuestros zapatos, ni las fuerzas tántricas de remotas civilizaciones, ni el vapor que se pierde entre las nebulosas más lejanas de tantas almas arrojadas al holocausto animal por nuestra macabra civilización, ni las órdenes sádicas de los dioses que adoramos en el discurrir de nuestra vorágine criminal, ni maldita sea nuestra estampa, la Ley del Universo que eleva a verdad incontestable el derecho de las criaturas, sea cual sea su tamaño y su estructura biológica, a la vida y a su propia muerte y condena el crimen vano y el exterminio programado de seres. Puede que nada de esto nos vaya a impedir seguir haciendo de las nuestras como si fueramos bastardos amos medievales que yacen con las mujeres de sus siervos y asesinan a cuantos se le cruzan en su camino. Pero de seguro que de seguir así la propia biología del entorno en que nos movemos, ahora el terrícola de Tierra Uno, se volverá en nuestra contra en forma de virus o patógeno producto del resultado del páramo biológico en el que estamos convirtiendo este otrora bello planeta azul abarrotado de vida. Pero para asegurar que nuestras maneras con la biodiversidad serán respetuosas en Tierra Dos, habremos de pagar con anterioridad a nuestra partida interplanetaria un peaje de decenios o de alguna que otra centuria con el que devolvamos parte del lustre que aún dispone nuestro hermoso planeta. La Humanidad si quiere sobrevivir a su propio exterminio, a su holocausto programado, deberá poner barreras a sus hábitats con ciudades cerradas y sin contacto con el mundo salvaje que debe desarrollarse a su propio ritmo y sin interferencias más allá del control de epidemias, control de habitats e investigación científica, lo que no excluye unas ciudades plagadas de naturaleza controlada y animales adaptados a los humanos. Deberemos de abandonar los hábitos de explotación animal en su totalidad, salvo para la conservación de especies y su sanación como el control de epidemias. La alimentación futura de la Humanidad deberá ser reorientada con procesos de laboratorio y fórmulas industriales de aprovechamiento máximo de los recursos y los espacios. Debemos recordar ahora y aprovechando este hilo, algo que más adelante describiré más ampliamente, y es que si la Humanidad quiere llegar a colonizar nuevas Tierras se hallen donde se hallen, habremos de crecer en número, pero no podemos hacerlo sin explotar adecuadamente nuestras posibilidades, y sería del todo imposible si con nuestro crecimiento necesario acabamos con la biodiversidad tanto animal como vegetal, envenenando a la par aguas y aires.
Hawking que estás en los cielos. De las cosas humanas, 7ª parte. Otro de los grandes retos que debería de afrontar la Humanidad a la hora de plantearse siquiera una aventura de índole interplanetaria es la de cómo vamos a tratar a los seres que habiten Tierra Dos; si descubrimos y colonizamos un planeta como el nuestro donde poder instalarnos de forma permanente, lo más seguro es que tenga abundantes formas de vida animal. Más allá de si seríamos capaces de comunicarnos con esas criaturas, cosa que dudo puesto que después de más de un millón de años en esta nuestra casa, la única comunicación que hemos tenido con la espectacular diversidad animal ha sido la del sometimiento, la explotación, la sodomización, el bestialismo, el despellejamiento, la deglutación de sus cadáveres, el ocio insano, la esclavitud y entre otras crueles formas de comunicación, su exterminio. Obviamente no podemos seguir destruyendo los resultados de la evolución biológica allá donde pongamos nuestras sádicas y criminales pezuñas devastadoras, cuales caballos de Atila. Ni la suerte de no encontrar la horma de nuestros zapatos, ni las fuerzas tántricas de remotas civilizaciones, ni el vapor que se pierde entre las nebulosas más lejanas de tantas almas arrojadas al holocausto animal por nuestra macabra civilización, ni las órdenes sádicas de los dioses que adoramos en el discurrir de nuestra vorágine criminal, ni maldita sea nuestra estampa, la Ley del Universo que eleva a verdad incontestable el derecho de las criaturas, sea cual sea su tamaño y su estructura biológica, a la vida y a su propia muerte y condena el crimen vano y el exterminio programado de seres. Puede que nada de esto nos vaya a impedir seguir haciendo de las nuestras como si fueramos bastardos amos medievales que yacen con las mujeres de sus siervos y asesinan a cuantos se le cruzan en su camino. Pero de seguro que de seguir así la propia biología del entorno en que nos movemos, ahora el terrícola de Tierra Uno, se volverá en nuestra contra en forma de virus o patógeno producto del resultado del páramo biológico en el que estamos convirtiendo este otrora bello planeta azul abarrotado de vida. Pero para asegurar que nuestras maneras con la biodiversidad serán respetuosas en Tierra Dos, habremos de pagar con anterioridad a nuestra partida interplanetaria un peaje de decenios o de alguna que otra centuria con el que devolvamos parte del lustre que aún dispone nuestro hermoso planeta. La Humanidad si quiere sobrevivir a su propio exterminio, a su holocausto programado, deberá poner barreras a sus hábitats con ciudades cerradas y sin contacto con el mundo salvaje que debe desarrollarse a su propio ritmo y sin interferencias más allá del control de epidemias, control de habitats e investigación científica, lo que no excluye unas ciudades plagadas de naturaleza controlada y animales adaptados a los humanos. Deberemos de abandonar los hábitos de explotación animal en su totalidad, salvo para la conservación de especies y su sanación como el control de epidemias. La alimentación futura de la Humanidad deberá ser reorientada con procesos de laboratorio y fórmulas industriales de aprovechamiento máximo de los recursos y los espacios. Debemos recordar ahora y aprovechando este hilo, algo que más adelante describiré más ampliamente, y es que si la Humanidad quiere llegar a colonizar nuevas Tierras se hallen donde se hallen, habremos de crecer en número, pero no podemos hacerlo sin explotar adecuadamente nuestras posibilidades, y sería del todo imposible si con nuestro crecimiento necesario acabamos con la biodiversidad tanto animal como vegetal, envenenando a la par aguas y aires.
Hawking que estás en los cielos. De las cosas humanas, 7ª parte. Otro de los grandes retos que debería de afrontar la Humanidad a la hora de plantearse siquiera una aventura de índole interplanetaria es la de cómo vamos a tratar a los seres que habiten Tierra Dos; si descubrimos y colonizamos un planeta como el nuestro donde poder instalarnos de forma permanente, lo más seguro es que tenga abundantes formas de vida animal. Más allá de si seríamos capaces de comunicarnos con esas criaturas, cosa que dudo puesto que después de más de un millón de años en esta nuestra casa, la única comunicación que hemos tenido con la espectacular diversidad animal ha sido la del sometimiento, la explotación, la sodomización, el bestialismo, el despellejamiento, la deglutación de sus cadáveres, el ocio insano, la esclavitud y entre otras crueles formas de comunicación, su exterminio. Obviamente no podemos seguir destruyendo los resultados de la evolución biológica allá donde pongamos nuestras sádicas y criminales pezuñas devastadoras, cuales caballos de Atila. Ni la suerte de no encontrar la horma de nuestros zapatos, ni las fuerzas tántricas de remotas civilizaciones, ni el vapor que se pierde entre las nebulosas más lejanas de tantas almas arrojadas al holocausto animal por nuestra macabra civilización, ni las órdenes sádicas de los dioses que adoramos en el discurrir de nuestra vorágine criminal, ni maldita sea nuestra estampa, la Ley del Universo que eleva a verdad incontestable el derecho de las criaturas, sea cual sea su tamaño y su estructura biológica, a la vida y a su propia muerte y condena el crimen vano y el exterminio programado de seres. Puede que nada de esto nos vaya a impedir seguir haciendo de las nuestras como si fueramos bastardos amos medievales que yacen con las mujeres de sus siervos y asesinan a cuantos se le cruzan en su camino. Pero de seguro que de seguir así la propia biología del entorno en que nos movemos, ahora el terrícola de Tierra Uno, se volverá en nuestra contra en forma de virus o patógeno producto del resultado del páramo biológico en el que estamos convirtiendo este otrora bello planeta azul abarrotado de vida. Pero para asegurar que nuestras maneras con la biodiversidad serán respetuosas en Tierra Dos, habremos de pagar con anterioridad a nuestra partida interplanetaria un peaje de decenios o de alguna que otra centuria con el que devolvamos parte del lustre que aún dispone nuestro hermoso planeta. La Humanidad si quiere sobrevivir a su propio exterminio, a su holocausto programado, deberá poner barreras a sus hábitats con ciudades cerradas y sin contacto con el mundo salvaje que debe desarrollarse a su propio ritmo y sin interferencias más allá del control de epidemias, control de habitats e investigación científica, lo que no excluye unas ciudades plagadas de naturaleza controlada y animales adaptados a los humanos. Deberemos de abandonar los hábitos de explotación animal en su totalidad, salvo para la conservación de especies y su sanación como el control de epidemias. La alimentación futura de la Humanidad deberá ser reorientada con procesos de laboratorio y fórmulas industriales de aprovechamiento máximo de los recursos y los espacios. Debemos recordar ahora y aprovechando este hilo, algo que más adelante describiré más ampliamente, y es que si la Humanidad quiere llegar a colonizar nuevas Tierras se hallen donde se hallen, habremos de crecer en número, pero no podemos hacerlo sin explotar adecuadamente nuestras posibilidades, y sería del todo imposible si con nuestro crecimiento necesario acabamos con la biodiversidad tanto animal como vegetal, envenenando a la par aguas y aires.
ya no hay vuelta atrás. habra que expandirse. la humanidad es una plaga que devorara el planeta tierra irremediablemente
quise decir antes de buscar vivir en otro planeta. Perdón.
no seria mas logico cuidar este planeta que las grandes industrias se están cargando ( y no los ciudadanos como nos quieren dar a entender) antes de buscar vida en este planeta? esto me suena a negocio interesado.