Charla dada por Ceferino Maestu, el 6 de marzo de 2006 y presentada por Jaime Suárez. Con motivo de la presentación de su libroe "La vida que viví con los demás" editado por la Plataforma 2003.
Entresacamos las siguientes palabras de Ceferino Maestú:
«En una sociedad actual, yo he estado peleando y luchando por un ideal. Con los trabajadores, desde el mundo sindical, con las organizaciones católicas.. con todo el que he podido y nunca he renunciado a mis convicciones, yo he sido falangista, no lo soy actualmente porque la Falange no existe y lo que están pretendiendo hacer con la Falange ahora, eso no es la Falange de José Antonio Primo de Rivera, eso es lo que yo creo y respeto lo que otros puedan pensar. Eso no es la Falange de José Antonio, yo soy joseantoniano, falangista de José Antonio, no lo he sido de Franco, no lo he sido de nadie, sólo de José Antonio Primo de Rivera»...
Ceferino Maestú, fué entre otras muchas cosas jefe de la Centuria "Iñigo de Loyola", de la que fue capellán el padre José Mª de Llanos, S.J. y subjefe Jaime Suárez.
«La vida que viví con los demás», que no sólo es un relato autobiográfico, sino sobretodo, la historia de una generación, la llamada generación intermedia, o del silencio, en la que destaca Maestú por su rebeldía con causa.
Crítica publicado en la Revista Altar Mayor, nº 110 (Noviembre - Diciembre 2006)
He de reconocer, de antemano, que si intentara hacer una recensión amplia del libro y su autor seguramente carecería de objetividad, pues no en vano he permanecido cerca de él bastante tiempo, tanto en las falanges Juveniles como por otros derroteros que él camino más en solitario en una línea sin quiebros, recta de tiralíneas, con las opciones con las que siempre fue honesto.
No tengo inconveniente alguno en decir que Ceferino Maestú fue un arquetipo de la denominada «generación perdida» que se entregó con generosidad a levantar España de la postración que había quedado tras la Guerra Civil, heredera de los desmanes de quienes subvirtieron el orden durante la República deseada por muchos que en ella habían puesto sus ilusiones de retomar un camino que España había perdido por la ineficacia de sus políticos, las ideas del comunismo, el odio desarrollado en la clase trabajadora, el ejercicio del poder de una derecha caciquil e ineficaz.
Ceferino era hijo de un republicano honesto muerto por los liberadores que venían de África, que había dedicado buena parte de la vida que pudo vivir a defender unos ideales sencillos y quizá por eso utópicos, en un tiempo intermedio entre revolucionario y contrarrevolucionario, y que tenía claro que «los comunistas no son el pueblo sino otra clase que pretende dominar».
Ello no fue óbice para que Ceferino Maestú se aproximara a la Falange y en ella encontrara su lugar. Lo cuenta él mismo: «Aquellos muchachos [del Frente de Juventudes] repetían frases poéticas del "Fundador", se confesaban y comulgaban, cantaban, adoptaban formas militares y convivían con la esperanza de la "revolución pendiente". Y lo más importante: querían ingresar en sus filas a los hijos de los vencidos en la guerra civil. Eran buena gente y me sentí a gusto. Participé en acampadas, en marchas montañeras y reverdecieron mis antiguos propósitos de lucha política por la justicia social».
Esa vocación de búsqueda de la justicia social, que va desgranando en su libro, llevó a Ceferino a adentrarse en el sindicalismo, a ser uno de los fundadores de Comisiones Obreras, lo que le condujo a ser detenido y procesado. Él estudió los movimientos sindicales en España como quizá nadie lo ha hecho, y montó una modesta pero bien dotada librería en la Plaza de Mostenses en la que se podían hallar libros más o menos prohibidos, más o menos en el «índice» de aquel entonces, a la que acudíamos a adquirir, sin dudarlo, lo que él nos recomendaba.
En el libro que comentamos, Ceferino Maestú cuenta, sin aspavientos pero en ocasiones descarnadamente, cómo es él, cómo las personas con las que convivió, sin concesiones a la galería, desgranando su historia personal que refleja la historia de gran parte de aquella juventud que entregó lo mejor de sí en el convencimiento de que había que hincar el hombro para conseguir la España de sus ilusiones, la España de las ilusiones de aquella generación, de uno y otro lado de la contienda, que fue sembrando con su sangre generosa las tierras de España, de aquella «generación perdida» que dejó de lado sus ambiciones personales, sus egoísmos, que cumplió con su deseo de legar a los que vinieran detrás, una España mejor que la que recibieron, por más que en vez de escuchar el reconocimiento debido oigan a diario todo tipo de inculpaciones, de invectivas, asistiendo al lamentable espectáculo de ver cómo se intentan demoler unos tiempos de historia duramente pasados y de cuyos frutos se vive en el presente.
Ceferino Maestú es, como decía antes, un paradigma de aquellos tiempos en los que se consiguió la reconciliación entre los españoles de buena fe. Y el libro que nos ofrece debería ser de lectura obligada para ignorantes, desmemoriados y de quienes aspiren a entrar en la verdad de los hechos que la historia de cada día va dejando atrás.
E. Álvarez
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