El Tercer Planeta Nº 226 - Nosotros mismos. (07/08/2015).

Hace unos siete millones de años que bajamos del árbol. Teníamos las manos fuertes y podíamos aferrarnos a una rama con un solo brazo durante varios minutos. Era normal y necesario que así fuera. Pisar la suavidad de la hierba fue un descubrimiento espectacular. Era fresca y la humedad de la mañana nos hacía sentir un placer bajo los pies. Pero había un problema. Estaban los depredadores. Igual que en la selva era un suicidio bajar de la copa de los árboles por la eterna presencia del leopardo y la pantera que saltaban sobre nosotros en un abrir y cerrar de ojos, ahora estaba el león. Esta bestia enorme corre a una velocidad que ninguno de nosotros puede igualar. Pero estamos aprendiendo. Hacemos estrategias para engañarlo y nos cuidamos entre nosotros. Elaboramos sonidos para anunciar su presencia y todo el clan ya lo aprendió. Algunos de nosotros nos quedamos en los árboles vigilando para ver al león desde lejos aunque se arrastre para ocultarse. Y ante el aviso los caminantes corren rápidamente a las ramas. Así sobrevivimos varias vidas. Pero desde hace bastante tiempo comenzamos a sentir cosas nuevas. Tuvimos la ansiedad de ir más lejos, de viajar, de explorar. Pero para ello debimos arriesgarnos. Y solo los más rápidos, osados y fuertes sobrevivimos. Otros quedaron en el camino como alimento de las bestias. Y seguimos aprendiendo. Durante las largas travesías aprendimos que si muchos de nosotros marchábamos en grupo, los leones no se acercarían. Sobre todo si comenzábamos a gritar, saltar y levantar los brazos. Esto era efectivo contra los leones, los rinocerontes y los mamuts. Pasó el tiempo. Nuestras estrategias de caza mejoraron al igual que nuestras armas. Nos hicimos expertos en el uso y lanzamiento de la lanza. Ahora, nuestros guerreros podían enfrentar al mismísimo león y vencerlo. Nos convertimos en soberbios cazadores y hasta el gran mamut se cuidaba de nuestra presencia. Los clanes crecieron y nos dedicamos con mucha confianza a viajar hacia el norte siguiendo a las grandes manadas. Nada nos podía detener. Ni siquiera esa nueva gente que siendo más grandes, pálidos y fuertes que nosotros, los fuimos empujando hacia el mar hasta no verlos más. Y eso que principio los confundimos con nosotros mismos.
Por: Julio A. Guerrieri
Bienvenidos al 226º programa de EL TERCER PLANETA
Y gracias por estar.
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