Sexo y suicidio / Nacionalcatolicismo como ideología
Creado el 12 enero, 2020 por Pío Moa
Complicidad histórica PSOE-separatismos: https://www.youtube.com/watch?v=-xYmJq9kJKY
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Al enfocar el tema de la pederastia, usted ha dicho que tiene la misma base que todas las demás aberraciones o desviaciones sexuales, la consideración de la sexualidad como un mero “pasar el rato agradablemente” al margen de su función reproductora. ¿Pero no es esta una tendencia natural en el hombre? ¿Con qué autoridad moral podría negarse, si hay consentimiento?
–Desde luego, la sexualidad tiene ese aspecto. ¿Con qué autoridad moral podría negarse? La cuestión, tal como tiende a plantearse en el mundo occidental viene a ser esta: el sexo como mera fuente de placer no solo se justifica en su objeto, sino que es además cómodo y un acto de libertad. La reproducción es por principio ajena a la libertad, ya que viene impuesta desde fuera de la voluntad. El individuo puede aceptarla, pero también puede entenderla como una fuente de compromisos, responsabilidades pesadas, gastos e incomodidades, porque tener hijos implica una relación hombre-mujer y no cualquier otra (dejemos aparte por ahora la reproducción en laboratorio o cosa así), relación que debe mantenerse en el tiempo a pesar de los obstáculos que surjan, supone trabajar para otros y gastar en otros… Eso, en la mentalidad hoy predominante, digamos “progre” para simplificar, tiende a ser visto como un ataque a la libertad y al goce personal.
Una de las consecuencias sería el aborto en masa.
–Sí, pero es solo uno de los aspectos. Tal como hoy tiende a concebirse, a imponerse por medio de la publicidad y de muchas presiones políticas, el individuo ha llegado al mundo para gozar lo más posible y con plena libertad. Una libertad contradictoria porque excluye la responsabilidad. El individuo criado, por así decir, en las sociedades occidentales, vive al mismo tiempo al margen de la historia, pues se dice que esta no puede enseñarnos nada, y del porvenir, que ve como una carga. Ahora mismo hay verdaderas campañas feministas contra la maternidad, presentándola como un mal o por lo menos como un fastidio. Y contra lo que llaman “amor romántico”, porque las dos cosas perjudicarían “la libertad de la mujer” y la igualdad entre los dos sexos.
Muchos denuncian que se trata de ideologías suicidas, no solo personal sino del género humano. Se habla también de “transhumanismo” que recuerda el paso al superhombre de Nietzsche.
–La idea del superhombre nietzscheano viene de Darwin, que señaló alguna vez que el hombre no constituía la cúspide de la evolución y podría haber evoluciones superiores. La idea de la superación del ser humano surge lógicamente de la teoría evolucionista, incluso la de que esa superación podría realizarse por el propio ser humano convertido, gracias a la técnica, en dueño total de sí mismo, en una especie de dios-evolución… Hoy sabemos que el hombre aparece tardíamente sobre la tierra, y que en ella hubo otras especies de homínidos hasta el hombre de Neanderthal. Lo sospechoso es que esas especies hayan desaparecido. Porque si admitimos, en su forma popular, que el hombre desciende del mono, ello no ha impedido que los monos sigan existiendo. Por otra parte, ¿por qué la evolución no se ha desarrollado a partir de la forma más primitiva de vida, perfeccionándola y haciéndola más compleja, y en cambio se despliega en una variedad casi infinita de formas? Pero, bueno, el problema está ahí.
La idea del superhombre parece completamente lógica y al alcance de la ciencia. ¿Qué objeción podría hacérsele, a excepción de cierta repugnancia nacida del narcisismo humano de creerse una cumbre insuperable?
Sospecho que esa idea quita todo valor y sentido a la existencia humana tal como la conocemos. O bien su sentido consistiría en terminar desapareciendo para ser sustituida por otra especie superior, en el sentido de más compleja, aunque se entiende mal que para eso se precise tanto tiempo y sufrimiento. Pero al desaparecer el sentido, el suicidio se presenta como una buena solución. Se habla mucho de “la muerte del hombre” y ya circulan por ahí propuestas de suicidio del género humano mediante un pacto para no procrear. La cuestión ya la expuso Albert Camus en El mito de Sísifo, señalando con agudeza al suicidio como el problema filosófico más profundo: “¿merece la vida ser vivida?”. Para Camus lo merece, pese a su sinsentido, como un desafío heroico-trágico a los dioses, lo cual suena un tanto disparatado. El historiador de las ideas Rémi Brague lo replantea de otro modo: no si la vida merece la pena ser vivida, sino si merece la pena ser transmitida. Puesto que la vida nos viene dada desde fuera de nosotros mismos, tenemos absoluta necesidad de creerla buena, con sentido, para transmitirla a otra generación. “Es preciso que, les suceda lo que les suceda a las personas vivas, la vida sea buena en sí misma”. La historia y la esperanza del futuro recobrarían así su sentido.
¿Quienes presentan el aborto como un derecho de la mujer están exponiendo el derecho del género humano a suicidarse?
–En el fondo es algo de eso. Los feministas adoptan un punto de vista puramente masculino y entienden que la mujer se ve biológicamente disminuida por la maternidad, que tratan de superar “culturalmente”, transformando el sentido de las palabras, lo cual es una vuelta a la mentalidad mágica. Pero una vez aceptas ciertas premisas, como esos conceptos de la libertad y el derecho, la tendencia es a ir hasta el fin en las consecuencias. La razón puede empujar al hombre hacia la autodestrucción. Ortega también sospechó algo de eso.
Europa (Historia)
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Nacionalcatolicismo como ideología.
Por Que El Frente Popular Perdio La Guerra CivilLos Mitos Del Franquismo (Historia)
En relación a Por qué el Frente Popular perdió la guerra, me han criticado algunos desde distintas ideologías, afirmando que lo que explico de ellas no corresponde a lo que explicaría un anarquista, un comunista o un nacionalcatólico. Respondo que ello es muy natural, porque no hay una sola corriente anarquista, o marxista, o liberal o nacionalcatólica o fascista, y cada una de esas corrientes entiende su ideología con matices diversos, que pueden llegar a ser inconciliables.
En particular el nacionalcatolicismo. Podríamos empezar por preguntarnos si entra en el rango de las ideologías, ya que estas parten de la razón, mientras que el catolicismo parte de la fe. Añadamos que el hecho de que cada ideología parta de una razón, no impide que exija a sus adherentes una fe profunda, ya que se refieren a un porvenir por definición inseguro. El nacionalcatolicismo lo definí, más que nada por decir algo, como “la razón relativizada”. Pues, en efecto, el catolicismo afirma apoyarse en la razón, pero no solo en ella: hay en el ser humano, en el sentido de su vida, un elemento que escapa por completo a las posibilidades de su razón. Visto así, el nacionalcatolicismo podría proyectar mucha luz sobre todas las cuestiones humanas, lo que en la práctica ha resultado muy discutible
La esencia del nacionalcatolicismo como ideología sería la identificación de España con el catolicismo. Esto, de entrada, supone subordinar la realidad política que es España a la autoridad religiosa radicada en Roma. Algo así suponía Menéndez Pelayo cuando definía al país como “espada de Roma”. Dada la enorme desproporción de fuerzas en el siglo XX, con una España muy debilitada, no hubo posibilidad de ejercer de “espada”, aunque quedaba la de luchar con la pluma, como “espada” espiritual. Y aquí se encontró con que las posibilidades de desarrollo teórico o doctrinal eran también muy limitadas. Lo demostraría la olvidada pero definitoria polémica sobre Ortega y Unamuno, en la que los falangistas adoptaban una posición abierta hacia ambos y en general hacia los intelectuales del exilio, rechazados por los nacionalcatólicos. Esto habría estado bien si de las raíces nacionalcatólicas hubiera brotado una cultura brillante en pensamiento, arte y ciencia. Y algo hubo, desde luego, y no sin importancia, pero no cabría calificarlo de brillante, lo que volvía su rechazo de otras aportaciones un tanto oscurantista. Y en el Vaticano II quedó más de relieve esa mediocridad de la aportación hispana.
En el capítulo dedicado a examinar esta ideología señalo además que sus logros, que existieron –creo que sobre todo en materia de salud social– han sido casi totalmente ocultados no solo por las ideologías contrarias, sino por la propia Iglesia a partir del Vaticano II. Pero no deben olvidarse tampoco las críticas orientadas desde el nacionalcatolicismo hacia las demás ideologías, críticas a menudo agudas, aun si suele resultar más fácil destacar los problemas, teóricos o prácticos, que ofrecer soluciones fructíferas. http://www.piomoa.es/?p=12353
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