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La Otra Realidad (17 de Julio de 2015)

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Tras mucho observar el mundo, mucho leer y mucho pensar, esa es mi conclusión. La sociedad actual es decadente, bueno, no creo que eso pille de sorpresa a nadie en este subforo. Antiguamente, las sociedades decadentes caían bajo su propio peso, aplastadas por gente cansada de su corrupción, burocracia absurda, censura y arbitrariedad en la ""justicia"". Eso hoy no es posible. Los medios de comunicación masivos, la televisión, Internet, los entretenimientos de ocio... se han convertido en un instrumento de control social con el que nunca llegaron a soñar muchos dictadores, permite criar a futuras generaciones, cada vez más analfabetas, individualizadas y egoístas, sin que la gran masa se percate. La economía es la nueva cadena para la esclavitud, una esclavitud que aceptamos medio forzados, medio voluntariamente; muchos la aceptan por la (irreal) esperanza de que al participar en el sistema capitalista, pueden triunfar y convertirse en ricos, en parte de los dirigentes. Pero la Banca siempre gana, y nosotros no somos la banca. Estamos en una sociedad decadente capaz por primera vez en la historia, de protegerse, mejorarse y perpetuarse. Los grupos de presión se pelean entre sí, gastando tiempo y energías que podrían usarse en luchar contra el problema central. Las fuerzas que antaño cambiaron el mundo (obreros, sindicatos, asociaciones...) ya no existen, o se han convertido en corruptas instituciones, lo contrario de lo que fueron. Se crean conflictos, envidias y odios justo donde debería haber alianzas, solidaridad y colaboración. Saben muy bien lo que están haciendo. No hay forma de salir de esta. No habrá ninguna gran guerra que nos limpie de la corrupción, porque ellos eligen y controlan las guerras. No hay ningún gran enemigo que se atreva de verdad a romper el status quo y provocar una AUTÉNTICA guerra, por primera vez en décadas. Las urnas, donde las hay, son suyas; partidos prefabricados, corrupción, alianzas y trampas... por las urnas no hay nada que hacer, esa vía está cerrada. Antiguamente, los estudiantes eran una constante fuente de revueltas sociales; hoy en día la mayoría son niñatos que saben poco de la vida real, aficionados a la fiesta sin sentido, sustancias tóxicas, o a vicios de toda clase. Los que hay que sí tienen conciencia son pocos, poco organizados, no son la gran fuerza de antaño. También antes el ejército podría montar una revolución, destituir y cambiar un gobierno, aquí en España sucedió mucho en el pasado, pero olvidadlo, también esa vía está cerrada, el ejército es suyo: con paguitas y prebendas lo compran todo. Por eso pienso, una espiral de barbarie es la única solución posible. Por supuesto, es imposible. Jamás sucederá. Está controlado. Pero teorizo sobre ello, es la única respuesta, la única posibilidad de una auténtica tabula rasa. No hablo de revolución. La revolución es imposible. En occidente, las revoluciones, o están organizadas desde arriba, o no existen. La revolución real será rápidamente coartada; sus miembros serán tachados de terroristas peligrosos, y los medios de comunicación pondrán a la masa rápidamente en su contra, aislándolos. La revolución es, a día de hoy, imposible. Yo hablo de barbarie. De caos, y desorganización. De una espiral de ciudadanos satisfaciendo sus más bajos apetitos, sin tener en cuenta la moral, ni la ética, ni por supuesto la ley. De una masa bárbara no organizada en estructuras de ningún tipo, arrollando a las fuerzas del orden, y devorando las estructuras. No hablo de una ideología ganadora o de una jerarquía dentro del caos, no hablo de milicias o grupos. Hablo de pura y simple destrucción, de que la Humanidad baje un punto en todos, de una espiral de violencia; destruir o ser destruido, algo que realmente haga pararse el gran reloj. Todos los planes se cancelarían. Todas las agendas ocultas se bloquearían. Los realmente poderosos acudirán a sus escondites, que imagino, tienen preparados desde hace décadas. Parte de las fuerzas militares se irán con ellos, para protegerlos. Los presidentes abandonarían el país, la religión, la burocracia, la economía, los medios de comunicación, todo sería aniquilado hasta su desaparición. Miles, cientos de miles, morirían; violencia, hambruna, enfermedades no tratadas... ¿Que ganaríamos con eso? ¿Con tanto sufrimiento, con la pérdida de nuestra civilización? Que el reloj se detendría. De verdad. De esa barbarie, con el tiempo, volvería a surgir organización. Estructuras de poder, comunidades; los débiles se unen para sobrevivir frente al fuerte, el fuerte se reagrupa para aplastar a los débiles. ¿A qué época, a qué mundo, a qué política, a que clase de civilización retornaríamos? ¿Un sistema feudal, de castas, con mano de obra esclava y pocos dirigentes? ¿Algo más corporativo? ¿Estructuras comunistas? Puede que surgiera algo mejor de lo que tenemos, o no. Pero tendríamos una oportunidad de reiniciar. Una oportunidad que hoy en día, no tenemos. De todas formas es imposible. Estamos perdidos

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