Has elegido rechazar las cookies basadas en consentimiento que utilizamos principalmente para gestionar la publicidad. En adelante, para acceder a nuestra web tienes que elegir alguna de las siguientes opciones.
Premium
3,99 €/mes o 39,90 €/año
Sin publicidad y mucho más
Plus
Por 9,99 €/mes
Contenido exclusivo y sin publicidad
Si has cambiado de idea, puedes aceptar las cookies y continuar usando iVoox de forma gratuita.
Con tu consentimiento, nosotros y nuestros 813 socios usamos cookies o tecnologías similares para almacenar, acceder y procesar datos personales, como tus visitas a esta página web, las direcciones IP y los identificadores de cookies. Algunos socios no te piden consentimiento para procesar tus datos y se amparan en su legítimo interés comercial. Puedes retirar tu consentimiento u oponerte al procesamiento de datos según el interés legítimo en cualquier momento haciendo clic en ''Obtener más información'' o en la política de privacidad de esta página web.
Nosotros y nuestros socios hacemos el siguiente tratamiento de datos:
Almacenamiento y acceso a información de geolocalización con propósitos de publicidad dirigida, Almacenamiento y acceso a información de geolocalización para realizar estudios de mercado, Almacenar la información en un dispositivo y/o acceder a ella , Datos de localización geográfica precisa e identificación mediante análisis de dispositivos , Publicidad y contenido personalizados, medición de publicidad y contenido, investigación de audiencia y desarrollo de servicios , Uso de cookies técnicas o de preferencias.
Comentarios
inutil
Sr. Vidal, pocas personas han sido más antisemitas que Lutero. Hay que ser muy hipócrita para acusar de antisemita al catolicismo, teniendo como ejemplo a semejante enfermo mental. “Expulsémoslos del país para siempre. Porque, como sabemos, la ira de Dios contra ellos es tan intensa que la piedad diplomática solo hará que sean cada vez peores, en tanto que una piedad estricta no los reformará más que un poco. Por tanto, de cualquier modo, ¡afuera!” “Una y otra vez dejamos que se enriquezcan a costa de nuestra sangre y sudor; se chupan la médula de nuestros huesos y nosotros permanecemos pobres.” “En suma, queridos señores y príncipes, quienes tienen a los judíos bajo su gobierno: si mi consejo no os agrada, buscad mejor asesoramiento a fin de que tanto vosotros como nosotros podamos deshacernos de la insoportable, diabólica carga de los judíos . . . No les otorguéis protección, ni les permitáis el libre tránsito ni la comunión con nosotros . . .” “En primer lugar, que sean quemadas sus sinagogas y que todo el que pueda arroje azufre y brea; también estaría bien si alguien pudiera arrojar fuego del infierno. Eso le demostraría a Dios nuestra seria determinación y serviría de evidencia para todo el mundo de que fue por ignorancia que toleramos estas casas, en las cuales los judíos han injuriado del modo más vergonzoso a Dios, nuestro querido Creador y Padre, y a su Hijo hasta el día de hoy, pero que ahora les hemos dado su merecida recompensa.” “Deseo y pido que nuestros gobernantes, que tienen súbditos judíos, muestren una aguda piedad hacia esta maldita gente, como fue sugerido más arriba, para ver si esto les es de ayuda (lo cual es poco probable). Deben actuar como un buen médico que cuando se encuentra frente a un cuadro de gangrena, sin piedad procede a amputar, serrar o quemar carne, venas, hueso y médula. Este tipo de procedimiento debe seguirse del siguiente modo. Incendiad sus sinagogas, prohibid todo lo que enumeré anteriormente, obligadlos a trabajar, y tratadlos con rigor, como lo hizo Moisés en el desierto masacrando tres mil no fuera que pereciera el pueblo entero. Seguramente no saben lo que están haciendo; además, como gente poseída, no desean saberlo, oírlo o aprenderlo. Por tanto, no estaría bien ser piadosos y confirmarlos en su conducta. Si esto es en vano, tendremos que expulsarlos como perros rabiosos a fin de no convertirnos en cómplices de su abominable blasfemia y todos sus otros vicios y por ello merecer la ira de Dios terminar malditos junto a ellos” (Lutero)