Reflexión:
Comenzamos la reflexión de La Liturgia del día de hoy, poniéndonos en El Nombre del Padre, etc.
Queridos hermanos y hermanas:
Las puertas del infierno no prevalecerán sobre La Iglesia de Dios, es la promesa y sentencia del Divino Redentor. Entendemos que las puertas del infierno son las ofensivas que vienen del demonio, son las malas acciones de los hombres que quieren atentar contra las buenas acciones de La Iglesia, y es así que desde el principio La Iglesia Primitiva tuvo serios problemas para la tarea encomendada por Jesús, pero las ofensivas no prevalecieron, no prevalecen y «no prevalecerán sobre Ella», porque efectivamente, es una sentencia de Dios.
Si hay algo en que también debemos ampararnos es en La Providencia Divina, el sano juicio y el buen corazón de los hombres, y es así que se manifiesta en Gamaliel, según nos dice La Primera Lectura: «Si su idea y su actividad son cosa de hombres, se dispersarán; pero, si es cosa de Dios, no lograréis dispersarlos, y os expondríais a luchar contra Dios.» En efecto, así como hasta ahora se ha corroborado que la actividad salvífica de Dios se desarrolla en la actividad santificadora de La Iglesia, el hombre de hoy está llamado a revisar que las doctrinas temporales que se han suscitado a lo largo de la historia, han quedado en la historia, y así ya hasta hace pocos años otras que aparecieron en décadas pasadas, tampoco existen hoy, porque no es cosa de Dios, más en cambio a La Iglesia no la han podido dispersar, porque quien lo ha querido hacer se ha expuesto a luchar contra Dios.
Los apóstoles salieron jubilosos de haber sido maltratados por las puertas del infierno e iban anunciando el Evangelio de Jesucristo. Esto nos debe llevar a la conclusión de que el cristiano no debe tener miedo a lo que ocurra cuando sus adversarios intenten darles un duro revés tanto en insultos como en maltratos físicos, finalmente Dios está con nosotros y aquellos maltratos, Dios los transforma en dones y virtudes para seguir proclamando con más ahínco El Evangelio de Jesucristo. ¡Cristianos: Cobren vigor, El Espíritu Santo está en nosotros!
Así nos apoya el salmo de hoy: «El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?... Cristiano: ¡Confía en Dios, no temas, Dios está contigo! Proclama con valentía El Evangelio de Jesús como lo hizo Él, como lo hicieron los Apóstoles, como lo hace La Iglesia que confía en Dios, porque Dios está con nosotros. «Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.»
Y Así como en El Sagrado Evangelio de hoy, Jesús pone a prueba a Felipe hoy también lo hace con nosotros, esperando que nuestra fe nos de la fortaleza que necesitamos para que Dios pueda multiplicar Su Palabra por medio de nosotros, porque así como Jesús se valió de un niño y unos cuantos peces y panes que sumaban siete (significado de perfección), del mismo modo, Dios se valió de la inocencia y pequeñez de los Apóstoles, y hoy de los pequeños de corazón, es decir, de los inocentes y de pocos para realizar Su Plan de Salvación.
La hartura del comer y beber que Dios nos da comienza con la sentencia del Padre, porque en un lado nos dice: «Dáselo a la gente para que coman, replicó él, porque así habla el Señor: Comerán y sobrará». 2 Re 4, 43. Luego El Espíritu Santo revela una profecía cf. Is. 55, 1: ¡Vengan a tomar agua, todos los sedientos, y el que no tenga dinero, venga también! Coman gratuitamente su ración de trigo, y sin pagar, tomen vino y leche de balde… Dios, en efecto, nos proclama y promete hartura de Sus manos, del alimento que el hombre tangiblemente puede ver y degustar, como un anticipo a lo que es necesario para La Vida Eterna: El Mismo Espíritu Santo de Dios. En efecto, luego de lo manifestado en los libros del Antiguo Testamento, aunque ya se nos profetiza La Vida Eterna con comida y bebida en abundancia y de sobra. Jesús hace lo propio que hizo El Padre en la multiplicación de los panes, pues, en un lado dice: «Yo hago siempre lo que le agrada. Yo digo lo que he visto junto a mi Padre.» Jn. 4, 29. 38…
Tengamos en cuenta que tan difícil era en aquellos tiempos que el hombre pudiera tener a disposición inmediata: pan, leche, vino y peces; todos estos alimentos tenían una buena demanda de tiempo para que el hombre lo tenga a disposición y no como la tenemos ahora que podemos tener la industrialización, procesadoras, congeladoras, etc. todo lo necesario que tiene el hombre ahora para una dispensa inmediata de los alimentos, por ello, todo lo que manifiesta el Antiguo Testamento era una promesa ostentosa para el hombre que no podía tener rápidamente todo esto hasta de sobra. Es así que Dios manifiesta la generosidad de Su Divina Providencia en pan, leche y vino, lo más selecto, básico y agradable para el paladar de la muchedumbre. Porque así, el hombre, puede palpar la promesa de Dios y su fe pueda robustecerse. Ahí por ejemplo está el Maná que Yahvé dio en el desierto, no obstante de haber partido en dos el Mar Rojo, prueba de que el hombre necesitaba y sigue necesitando de lo tangible para creer.
Para que el hombre crea, en efecto, Jesús le da pan y pescado, lo tangible para que el hombre creyendo pueda creer en lo intangible: El Espíritu Santo. Por ello Jesús nos dice: «Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán cuando les hable de las cosas del cielo?» Jn. 3, 12… Y es que era primero necesario que el hombre se convenza por las obras para luego creer en El Espíritu, así mismo nos dice en otro lado: «crean en las obras, aunque no me crean a mí. Jn. 10, 38 y luego: Créanlo, al menos, por las obras. Jn. 14, 11. Porque después de las obras viene El Espíritu, El Abogado, El Consolador para regir La Iglesia. Así El Divino Maestro en otro lado dice: «El que tenga sed, venga a mí; y beba el que cree en Mí». Como dice la Escritura: "De su seno brotarán manantiales de agua viva" Jn. 7, 37-38… Así mismo en La Iglesia reflejada en Juan dice: Al que tiene sed, Yo le daré de beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida. (Ap. 21, 6)
"Recoged los trozos que sobraron, para que nada se pierda"… dice Jesús en El Sagrado Evangelio de hoy. Hermanos y hermanas, debemos recoger todos los dones y virtudes que Dios nos ha dado para que nada se pierda, pues, perdiéndose es en vano el esfuerzo de Dios, Quien nos ha dado los talentos que el mundo necesita para su salvación. Recojamos y fructifiquemos para que podamos construir El Reino de Dios en nuestras vidas, preparándolas para El Reino Eterno del Padre.
Queridos hermanos y hermanas, que Dios nos bendiga y La Santísima Virgen nos proteja, y que fructifique sobre abundantemente la liturgia de hoy en nuestras vidas.
Como siempre los dejo con el mensaje de la importancia de comulgar todos los días o cuanto menos los domingos y fiestas de guardar: El que come Mi Carne y bebe Mi Sangre, tiene Vida Eterna, y Yo lo resucitaré el último día. Dice el Señor (Jn. 6, 54)
En el Nombre del Padre, etc.
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