Leyendas mexicanas episodio 1: Lanchitas

El centro de enseñanza para extranjeros campos tasco de la unam presente leyendas mexicanas hoy presentamos la leyenda de las citas escrita por josé maría roa bárcena en la voz de carmina hernández el título puesto a la presente narración no es el diminutivo de lanchas como a primera vista ha podido figurar selector sino más bien el diminutivo del apellido lanzas que a principios de este siglo llevaba en méxico un sacerdote muy conocido en casi todos los culos de nuestra sociedad el padre las citas tal como le describieron sus coetáneo era limpio manso y sencillo de corazón envuelto en sus hábitos clérigo locales se le veía avanzar por esas calles de dios con la cabeza siempre descubierta y los ojos en el suelo y sin embargo me dicen que no siempre fue así en la actualidad cuando alguien le hace una consulta responde con una sonrisa infantil y no vuelve a cubrirse la cabeza ni a levantar del suelo sus ojos y se convierte en un personaje de broma para los chiquillos no hace muchos meses pedía yo noticias a una persona ilustrada informal que le trato concierto familiaridad y como acababa de figurar en nuestra conversación el tema del espiritismo hoy en boga mi interlocutor me tomo del brazo y sacándome de la reunión de amigos en que estábamos me refirió una anécdota más rara todavía que la transfer formación del padre las citas y para dejar consigna de tal anécdota trazo estas líneas y meterme a calificarla al cabo si es absurda que vivimos bajo un pleno reinado de lo absurdo no recuerdo del día el mes ni el año del suceso ni si mi interlocutor lo señaló solo entiendo que se refería a la época de mil ochocientos veinte treinta y en lo que no me cabe duda es en que se trataba del principio de una noche oscura fría y lluviosa como suelen ser los las de invierno el padre lanzas tenía ajustada a una partida de manilla con algunos amigos suyos allá por el rumbo de santa catarina martes y terminado sus quehaceres del día iba del centro de la ciudad a reunirse le esta noche cuando o a corta distancia de la casa que tenía lugar la modesta tertulia no alcanzó una mujer del pueblo ya entrado en años y miserablemente vestida quien vez dándole la no le dijo padrecito una confesión por amor de dios vengas conmigo su merced pues el caso no admite espera trato de informarse el padre si ya había acudido previamente a la parroquia en solicitud de los auxilios espirituales que le pedía pero era la mujer con frase breve y enérgica le contestó que el interesado pretendía que el precisamente le confesara y que sistema lograba el momento es haría sobre la conchita encía del sacerdote a lo cual éste no dio más respuesta que echar a andar detrás de la dieta recorrieron en toda su longitud de una calle de poniente oriente mal alumbrará y fangoso y de allí tomaron hacia el norte hasta torcer a mano derecha y detenerse en una miserable accesoria del callejón del padre le la puerta del cartucho estaban nada más en tornado y empujándola simplemente la mujer penetró en la habitación llevando al padre lanzas de una de las extremidades del mantel en el rincón más amplio y sobre una estela sucia y medio desbaratara estaba el paciente cubierto con una frazada a corta distancia había una vela deseo puesta sobre un jarro boca abajo en el suelo el cual daba su escasa luz a la pieza enteramente de amueblada y con las paredes llenas de telaraña por terrible que sea el cuadro más acabado de la indigencia no da idea del desmantelamiento de esas se logre que es de tal la habitación es el lugar en el que la voz humana aparecía pagarse antes de sonar y cuyo piso de tierra exhalar el hedor especial de los sitios que carecen de la menor ventilación el padre entonces tomando la isla se acercó al paciente y levantó con su hábitat la frazada que ocultaba por completo descubrió entonces una cabeza west sosa injusta y amarrada con un pañuelo amarillento y a derechos rotos los ojos del hombre estaban cerrados y notablemente hundidos y la piel su rostro y de sus manos cruzadas sobre el pecho