ESPRONCEDA: LA LUCHA POR LA LIBERTAD
Tal día como hoy, 23 de mayo, pero de 1842, fallecía en Madrid, víctima de la difteria, con 34 años, el poeta y político José de Espronceda. Formó parte él de la que se puede denominar como Generación Romántica. Herederos de los nuevos ideales (Razón, Progreso, Libertad, Contrato social, Educación pública, División de poderes, Igualdad…) surgidos al calor de la Ilustración y que, a pesar de las dificultades, fueron cobrando consistencia en nuestro país, sobre todo a partir del último tercio del siglo XVIII, estos Románticos suponen la continuación, ya durante el primer tercio del siglo XIX, de la lucha por abrir a nuestro país a la modernidad.
Por descontado que no fue una lucha fácil –nunca lo ha sido: muchos encontraron la muerte; otros, la cárcel, el destierro, el exilio, la desolación. Pero dejaron constancia de que la semilla de la libertad –a duras penas- comenzaba a arraigar en nuestra tierra.
Espronceda, por supuesto, sufrió todos los vaivenes de la azarosa época que le tocó vivir. Dejó constancia de ella en versos altisonantes y apasionados que, a oídos actuales, resultan grandilocuentes, muy cercanos a la retórica barroca. En ese sentido, se aprecia en buena parte de su poesía un desajuste entre el fondo (el espíritu romántico) y la forma. Tendrá que correr el siglo XIX para que el verso español dé con el nuevo lenguaje que exige la nueva sensibilidad, la nueva visión del mundo: eso no sucederá hasta los años 60 de dicha centuria con Rosalía de Castro y Bécquer.
Eso no quiere decir que su poesía carezca de interés. En absoluto. Su verso resulta plástico y expresivo en la mejor leyenda en verso de nuestra literatura: El estudiante de Salamanca, perfecta muestra de la visión romántica del mundo y, desde luego, la mejor y más profunda recreación española de la españolísima figura del don Juan. También resulta vibrante en alguno de sus poemas políticos, como el conocido soneto dedicado al fusilamiento en Málaga de Torrijos y sus seguidores liberales. Y, por supuesto, en la serie de canciones en la que personajes marginales o despreciados –el verdugo, el reo de muerte…- defienden su dignidad humana. Destacan “El mendigo” y, cómo no, “La canción del pirata”, que generaciones y generaciones han declamado –siquiera sea su primera estrofa- y que no por oída y repetida y parodiada deja de ser admirable y digna de cualquier antología poética en lengua española.
Con la “Canción del pirata”, con esa orgullosa proclamación de libertad personal, con esa arrebatada de defensa de la dignidad del individuo, queremos rendir homenaje a ese luchador por la Libertad que fue José de Espronceda.
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