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Inquisición
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Santa inquisiciónInformación sobre la plantilla
Inq.jpg
País(es) involucrado(s)
Alemania, Inglaterra, Italia, España, México, Lima y Cartagena de Indias
Inquisición fue una institución especial de enjuiciamiento e investigación creada por la iglesia católica romana durante el medioevo para luchar contra el librepensamiento y los movimientos populares antifeudales. Era un tribunal eclesiástico establecido para inquirir y castigar los delitos contra la fe. Sus orígenes se encuentran en la persecución de las herejías populares del siglo XII.
El término «Inquisición» (del latín Inquisitio Haereticae Pravitatis Sanctum Officium) hace referencia a varias instituciones dedicadas a la supresión de la herejía en el seno de la Iglesia Católica. La Inquisición medieval, de la que derivan todas las demás, fue fundada en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para combatir la herejía de los cátaros o albigenses, que en 1249, se implantó también en el reino de Aragón (fue la primera Inquisición estatal) y que en la Edad Moderna, con la unión de Aragón con Castilla, fue extendida a esta con el nombre de Inquisición española (1478-1821), bajo control directo de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de acción se extendió después a América; la Inquisición portuguesa (1536-1821) y la Inquisición romana (1542-1965).
Sumario
1 Inicios
2 Argumentos
3 Estadísticas
4 Historia
5 Países practicantes
6 Métodos de torturas utilizados
6.1 La sierra
6.2 La pera oral, anal, vaginal
6.3 La rueda para despedazar
7 Abolición de la inquisición
8 Fuentes
Inicios
Cuando el emperador Constantino adoptó el cristianismo como religión oficial del Imperio romano, en el año 313, aparecieron formas de depurar a sus miembros, apareciendo la excomunión como práctica común. Con el término inquisición, derivado del latín, inquire (averiguar o sacar a la luz) se designó a distintas instituciones nacidas con el fin de luchar contra la herejía, o sea, aquellas creencias que se contraponen con lo enseñado por la iglesia católica. Se trata de persecución contra cristianos que se oponen a lo dispuesto por la Santa Iglesia. Cuando se persiguió por herejía a judíos o musulmanes conversos, fue no por su condición de judíos o musulmanes, sino por ser cristianos que traicionaban su nueva fe.
Argumentos
Inquisicion2.jpg
El motivo directo de la organización de la federación de la Inquisición fue el poderoso movimiento herético de los cátaros (albigenses), que se irradió intensamente durante el siglo XII por Europa occidental y en algunos lugares llegó a transformarse en insurrección abierta contra los señores feudales. En el año 1184, por iniciativa del papa Lucio III y el emperador alemán Federico I, el Concilio de Verona adoptó un decreto que exigía a los obispos el nombramiento y envío de comisarios a las zonas contagiadas por las herejías, con el fin de realizar investigaciones. Este decreto fue el comienzo de la Inquisición.
En el año 1198, el papa Inocencio III designó legados apostólicos (con plenos poderes), quienes se convirtieron en los primeros inquisidores papales. El IV Concilio de Letran (1215) encomendó el juicio de los heréticos a los obispos o a quienes estos designaran, el concilio de Toulouse (1229) definió las funciones de la inquisición episcopal.
A comienzos del siglo XIII, ya la inquisición funcionaba en Francia, Italia y Alemania. En la práctica de la inquisición predominaba el espionaje y la delación; los procesos se llevaban a cabo secretamente, y en ellos se aplicaban las torturas más refinadas y crueles. A diferencia de los juicios normales, en los de la Inquisición no se nombraban abogados ni se comunicaba a los enjuiciados el nombre de los testigos; el reconocimiento de las acusaciones se conseguían mediante torturas.
Como castigos se utilizaban el ostracismo, multas, reclusiones en cárceles, la muerte en la hoguera y la confiscación de bienes. La quema en la hoguera que recibió en nombre de auto de Fe, era la más cruel de los castigos y se practicaba ampliamente. En ello estaban interesados los príncipes feudales, los inquisidores e incluso los delatores: todos se enriquecían a cuenta de los bienes confiscados a los condenados.
Era famoso el ensañamiento de la Inquisición en España, donde en el año 1480 se intuyó un tribunal inquisitorial que desató persecuciones masivas contra musulmanes, judíos y herejes. El jefe de la inquisición española fue Tomás de Torquemada (1420-1498), quien quemó a decenas de personas. Solamente en España murieron en las hogueras entre 826 y 1250 personas, varios miles sufrieron otros castigos. En las hogueras inquisitoriales perecieron no pocos pensadores y científicos. Karl Marx señaló que «gracias a la Inquisición, la Iglesia se convirtió en el instrumento más inquebrantable del absolutismo».
Estadísticas
A partir del siglo XIX, los historiadores compilaron gradualmente estadísticas extraídas de los registros de la corte supervivientes, a partir de los cuales se calcularon las estimaciones ajustando el número registrado de condenas por la tasa promedio de pérdida de documentos correspondiente a cada período de tiempo.
Gustav Henningsen y Jaime Contreras estudiaron los registros de la Inquisición española, que enumeran 44 674 casos, de los cuales 826 resultaron en ejecuciones en persona y 778 en ejecuciones en efigie (es decir, se quemaba un muñeco de paja en lugar de la persona).[1]
William Monter estimó que hubo 1000 ejecuciones entre 1530-1630, y 250 entre 1630-1730.[2]
Jean-Pierre Dedieu estudió los registros del tribunal de la ciudad de Toledo (España), que sometió a juicio a unas 12 000 personas.[3]
Henry Kamen calculó que el período anterior a 1530 hubo alrededor de 2000 ejecuciones en todos los tribunales de España.[4]
Carlo Ginzburg (profesor de historia del Renacimiento italiano y experto en Inquisición) tenía sus dudas sobre el uso de estadísticas para llegar a un juicio acerca de este período. «En muchos casos no tenemos la evidencia: la evidencia se ha perdido».[5]
Comentarios
La inquisición en su contexto En el artículo de la semana pasada toqué un asunto que me gustaría ampliar un poco. Al hablar de la religión debe tenerse en cuenta que nunca ha sido un mero sentimiento privado, pues ha informado todas las culturas y sigue haciéndolo en buena medida; y que la identificación con sus creencias ha sido en todas partes un elemento básico en la cohesión y convivencia sociales. Pío Moa 2004-12-31 El cristianismo ha admitido desde el principio una relación entre religión y política más flexible que el judaísmo o el islamismo, y probablemente de ahí viene la evolución democrática en las sociedades occidentales. Esto quizá ayude a explicar la aparición de los parlamentos medievales, cuya primacía se disputan España (León), Inglaterra e Islandia. Pero en épocas de amenaza exterior el lazo entre religión y política se volvió más estrecho y rígido. Esto ocurrió en la España medieval, por ser país de frontera con el expansionismo islámico durante casi ocho siglos, gran parte de los cuales ensombrecidos por el peligro de una derrota completa. La Reconquista significó la lucha por preservar o recobrar la herencia cultural y política romano-gótica frente al Islam, herencia concretada en la religión cristiana, que a su vez se reflejaba en todos los órdenes de la sociedad, desde la concepción de la familia, a la libertad personal o determinados frenos al poder político, pasando por la cocina y mil usos de la vida cotidiana. A menudo se olvidan estos factores, que sin embargo ayudan a explicar cómo unos reinos mínimos y materialmente insignificantes frente al poderío muslim llegaron a vencerlo y expulsarlo de la península, haciendo retroceder por primera vez la marea islámica desatada en el siglo VII. La victoria de la Reconquista no alejó a España de la línea de frontera. Desde el norte de África el hostigamiento a las costas españolas, la piratería y el comercio de cautivos eran constantes, y simultáneamente el auge del poder otomano, al otro extremo del Mediterráneo, pesaba sobre la Península ibérica e Italia, arruinando el comercio de la corona de Aragón, y aspirando a invadir de nuevo la Península ibérica, mientras en la propia España persistían grandes bolsas de musulmanes inasimilables. Estas circunstancias empujaban al estado a buscar la mayor homogeneización religiosa posible, como seguro frente al peligro exterior. Desde el punto de vista meramente económico, los musulmanes de España constituían una fuente de beneficios para los magnates y la corona, pero también un evidente peligro político y militar pues, desde luego, aspiraban a ser ellos quienes volviesen a dominar el país con ayuda de sus hermanos de ultramar. Tampoco las minorías hebreas ofrecían confianza, a pesar de las considerables rentas extraídas de ellos. Y por si la amenaza otomana y berberisca fuera insuficiente, en las partes de Europa más alejadas del peligro estalló la escisión protestante, que originó violentas guerras civiles en el centro de Europa y en Francia. Una situación semejante en España habría echado por tierra en poco tiempo la obra reconquistadora de ocho siglos. Para España era fundamental evitar tal cosa, y al mismo tiempo combatir el protestantismo en la retaguardia. Tanto más cuanto que los protestantes, pero también el católico rey de Francia, no dudaron en buscar la alianza y la acción de conjunto con los otomanos contra los Austrias, que habían asumido la defensa de la Cristiandad frente al avance musulmán. ?El fenómeno de la Inquisición española debe ponerse en ese contexto, cosa que rara vez observamos. Se la coloca, en cambio, en una situación de pugna un tanto abstracta por o contra una libertad religiosa que no existía en ningún país europeo. Las inquisiciones protestantes, aunque menos duraderas, fueron mucho más sangrientas, no obstante lo cual la propaganda protestante ha tenido un increíble éxito en presentar a la española como la culminación de la crueldad y la maldad en la historia humana hasta el siglo XX. Esa actitud no halló correspondencia en España, por lo general. Como señala William Maltby hablando de la leyenda negra en Inglaterra, "No pocas de las acciones de España fueron terribles, pero ninguna razón permite suponer que fueran peores que las de cualquier otra nación. Además, no parece haberse desarrollado la correspondiente anglofobia en España, donde los informes eran mucho más moderados, por más que nadie puede negar que los españoles tenían tantas razones para estar descontentos de los ingleses como los ingleses de ellos". Esto puede extrapolarse a todo el mundo protestante y a Francia. Por ese incondicional y masivo ataque propagandístico, la Inquisición ha quedado como el símbolo por excelencia de la España del siglo XVI, concentrado de crueldad y oscurantismo, y la imagen ha tenido tal éxito que, como observan algunos autores useños con sorpresa, buena parte de la historiografía española, por lo común la más mediocre, la ha aceptado e incluso le aporta su propia contribución. Pero la España del siglo XVI no se caracteriza por la Inquisición más que los demás países europeos por sus correspondientes crueldades e intolerancias o por la quema de brujas. Se caracteriza por un gran arte, un brillante pensamiento de corte más bien humanista y liberal, por haber puesto en comunicación, por primera vez en la historia, a todos los continentes habitados, por haber marcado los límites a la expansión turca (y a la protestante), y por haber exportado las universidades y la civilización occidental y cristiana a gran parte del mundo. Y ello en condiciones sumamente difíciles y en pugna sucesiva y a veces simultánea con poderes más fuertes que ella misma. No está de más recordarlo en tiempos de absurda autodenigración, cuando nos amenazan nuevas y serias crisis.
Pío Moa - La inquisición en su contexto https://www.libertaddigital.com/opinion/ideas/la-inquisicion-en-su-contexto-1276229459.html