El amor no se contrata por Carlos Mario González.
(con Compay Segundo y Omara Portuondo y "Veinte años" de intro... un pedazo del alma que se arranca sin piedad)
Una pareja, digamos A y B, están haciendo el amor, y aunque físicamente sólo están ellos dos es perfectamente posible concebir que en ese lecho haya cuatro personas: A tiene en brazos a B pero en realidad su deseo le lleva, vía la fantasía, a imaginar que está con C, en tanto que a B le pasa lo propio al fantasear que a quien abraza es a D. Pues bien, esto es lo que problematiza Goethe en “Afinidades electivas”, la novela con la que saludó su ingreso a la vejez: el deseo no siempre está con el que hace presencia a nuestro lado. A partir de esta no necesaria correspondencia entre deseo y contigüidad física, Goethe nos adentra a la incompatibilidad entre el deseo —tanto amoroso como sexual— y el matrimonio. Las afinidades del deseo no son las afinidades de la institución conyugal, más bien, por el contrario, lo que suele darse es el antagonismo, por ejemplo, entre el amor pasional y el matrimonio o, para decirlo al contrario y por más que moleste a nuestros ideales, que el matrimonio, en su más amplia acepción, es la tumba de la pasión amorosa.
Siguiendo a Goethe en esta novela que tanto repudio tuvo cuando apareció en 1809, y contando con la lectura que de ella hizo Estanislao Zuleta, en esta conferencia examinaré la profunda y radical contradicción que hay entre el amor y la sexualidad, por un lado, y el matrimonio (incluida esa fase anticipatoria de éste que es el noviazgo), por otro, al igual que trataré también de indagar la salida que en su vida personal Goethe le dio a esta dramática contradicción que su genio de artista le llevó a reconocer, es decir, cómo elaboró en su existencia la difícil verdad que sacó a la superficie, la misma que conduce a clarificar que el deseo sólo se renueva en el ámbito de la libertad, de una libertad de la que el matrimonio poco o nada puede saber y menos aceptar. O, dicho de otra manera, que el deseo no se puede prometer, que el amor pasional no se puede contratar.
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