¿Qué había en El guardián invisible para lanzar 15.000 ejemplares de un novel cuando lo normal son 2.000 en la primera edición? “Tenía personalidad y una serie de elementos singulares como el uso de la mitología vasco navarra, el pasado de los personajes, el ámbito geográfico en el que se desarrolla, las técnicas más avanzadas de investigación criminal y una escritura brillante”, responde contundente Emili Rosales, director editorial. El salto internacional de esta autora se produjo meses más tarde en la Feria de Fráncfort cuando editoriales de otros cinco países compraron los derechos del libro —Alemania, Francia, Italia, Holanda y Brasil—. . El primero de los libros se editó en 2013 y en dos años la trilogía completa estaba en manos de los lectores.
Nadie conocía a esta autora que durante años, en su casa de Cientruénigo (Navarra), robando horas a la noche o mientras sus hijos estaban en el colegio y su trabajo le permitía —estudió Derecho y montó un pequeño restaurante en San Sebastián— decidió escribir una trilogía que situaba el valle del Baztán en el mundo. “No me enfrento jamás al folio en blanco. No sé qué es esa sensación de vértigo que dicen algunos porque para cuando me pongo a escribir ya tengo todo el proyecto construido, los personajes, los lugares, la historia” cuenta sentada en la misma silla en la que Amaia Salazar, inspectora de la Policía Foral de Navarra, se reúne con el juez Markina en el restaurante Rodero de Pamplona para hablar de los casos que están investigando. Ambos son personajes creados en su imaginación para sus novelas aunque cobrarán vida, al menos cinematográfica, a partir de 2016. Peter Nadermann, productor de la saga Millenium, basada en la obra del escritor sueco Stieg Larsson, compró los derechos para llevarla al cine en cuanto se percató del éxito de ventas. Su idea es rodarla en inglés en el valle del Baztán, donde actualmente existe una ruta que recorre los lugares de paseo de Amaia Salazar, la casa familiar, la comisaría e incluso la pastelería Malkorra en la que además de los famosos pastelitos txantxigorri elaboran unas placas de chocolate con almendras de tres kilos que venden en porciones.
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