Avila 28 de diciembre de 2012
Empieza Fr. Miguel M. haciendo referencia al Evangelio del hoy, porque un niño hace que un rey (Herodes) se sienta amenazado, que el poder tiemble ante la pequeñez.
Nos centramos en los pequeños, porque “hay razones para creer en un mundo mejor”, y ellos nos lo muestran muchas veces y nos hacen cambiar de actitud, como en la película "Descubriendo nunca jamás", cuando en el teatro, lleno de personas distinguidas de la sociedad, entran unos niños huérfanos, invitados por el protagonista, y se van acomodándose en los asientos, mezclándose con los espectadores, ante el estupor y contrariedad de los caballeros y de las damas, que ya estaban sentados en sus butacas, y que no les hizo ninguna gracia la entrada de estos, pero que luego despertarán, gracias al contagio del entusiasmo característico de los niños y su alegría sincera, risas y buenas sensaciones en aquellos adultos tan serios.
Luego nos metemos en la Canción 40, y última del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz, porque esta estrofa, entre otras cosas, es un canto a la Libertad, y dice:
"Que nadie lo miraba, Aminadab tampoco parecía, y el cerco sosegaba, y la caballería a vista de las aguas descendía", matizando la importancia de la mirada, y de ir más allá del parecer de cómo los demás nos vean, para ser así, como somos, sin miedo a opiniones ajenas.
Finalmente recordaremos, con una memoria positiva, a aquellas personas que nos han alumbrado, y que nos han ayudado a ser como somos.
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