En los martes de enigmas de las religiones y misticismo, Jorge Rojas, estuvo hablando sobre LOS CATAROS.
¿Quiénes eran los cátaros?
Los defensores de la doctrina según la cual una cadena de iniciados habría transmitido el conocimiento secreto desde la Antigüedad hasta el día de hoy, ven al fenómeno cátaro de diferente manera que los historiadores más o menos ortodoxos. Estos últimos sostienen que el catarismo es un movimiento social de masas homologable a otras herejías que proliferaron en Europa Occidental entre los siglos XI y XIII. Tal efervescencia herética sería consecuencia de los propios males de la Iglesia, así como de la crisis de crecimiento de la sociedad medieval.
Pero existe otra corriente de opinión. Ésta sostiene que el fenómeno cátaro es algo distinto a un simple movimiento de renovación espiritual. El catarismo sería, ni más ni menos, una doctrina inspirada por un conocimiento de orden superior. Los mártires cátaros fueron torturados y quemados vivos, no por herejes, sino por iniciados. Y ello no obstante, los upervivientes
lograron conservar la semilla del conocimiento secreto, y difundirla a generaciones posteriores, a través de diferentes colectivos sociales y sociedades secretas (o discretas) que iremos desgranando a lo largo de este artículo.
Los más (especialmente los especialistas ortodoxos) se inclinan por la teoría según la cual “cátaro” deriva del griego ??????? (puro), que está en la base del término “catarsis” (purificación), y del alemán ketzer (hereje). Pero existe otra posibilidad: la Iglesia oficial consideraba, como es bien sabido, a esta herejía como una expresión de satanismo o de culto al diablo; por ello la propaganda del catolicismo romano hacía remontar el término del latín cattus, el gato negro asimilado al Príncipe de las Tinieblas. Desde mi punto de vista, esta segunda interpretación –aunque vilipendiosa- se acercaría más a la
verdad, por unas razones que explicaré más adelante. Pero continuemos con nuestro relato acerca de los misteriosos –y atribulados- cátaros.
En resumidas cuentas, los «puros» (es decir, los que han recibido el bautizo, o consolamentum) se llamaban entre sí Juan o Juana; su Iglesia era denominada Iglesia del Amor (o cristianos de San Juan, o Iglesia de María); rechazaban el Antiguo Testamento (y buena parte del Nuevo); su doctrina era
dualista (creían en la existencia de dos principios fundamentales: el bien y el mal); y su distintivo fundamental era la pata de oca, o bien la cresta del gallo, el «ave que anuncia el Sol» (de ahí su denominación como patarines).
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