CAPRICORNIO, LA CABRA
Éste es uno de los signos más difíciles de explicar porque, como bien saben, es el más misterioso de los doce. Es el signo de la cabra que busca su sustento en los lugares más rocosos y áridos del mundo, y por lo tanto relaciona al hombre con el reino mineral. También es el signo de los Cocodrilos, que viven en el agua y en la tierra; espiritualmente es el signo del Unicornio, “la bestia que lucha y triunfa”, de las antiguas mitologías. De acuerdo al simbolismo de estos animales, el signo nos da un cuadro completo del hombre, con sus pies en la tierra, corriendo libremente y ascendiendo las cumbres de la ambición mundana o de la aspiración espiritual, en busca de lo que él comprende (en un momento dado) que es su mayor necesidad. Como la cabra, Capricornio, es el hombre terreno, humano y codicioso, que trata de satisfacer el deseo, o el aspirante egoísta que trata de satisfacer su aspiración. Este signo representa al hombre como un animal ambicioso, en dos sentidos de la palabra: en las primeras etapas de la Cruz Mutable, el hombre, la mezcla del deseo (agua) y de la naturaleza animal (tierra), y en la rueda revertida, el hombre, la fusión del alma y la forma. También nos proporciona un cuadro del iniciado triunfante, el “Unicornio de Dios”, el símbolo del Unicornio con su único cuerno protuberante sobre el testuz, semejante a una lanza, en vez de los dos cuernos de la cabra.
Resulta interesante estudiar los tres signos simbolizados por animales con cuernos. Aries, el carnero con los cuernos vueltos hacia abajo, significa la venida a la manifestación, el ciclo involutivo y de experiencia en la Cruz Cardinal, cuando expresa la voluntad de Dios de manifestarse. Tauro, los cuernos del toro vueltos hacia arriba, sobre un círculo, representa el impulso del hombre, el Toro de Dios, hacia la meta de la iluminación y la liberación del alma, y los dos cuernos (dualidad) protegiendo el “ojo de la luz” en el centro del testuz del toro, el “ojo uno” de El Nuevo Testamento, que “llena de luz a todo el cuerpo”. Luego Capricornio, la cabra, relacionado particular y estrechamente a Aries, oculta (como un velo esotérico) el simbolismo del Unicornio, donde los dos cuernos y el ojo único se fusionan, y está representado por el largo y derecho cuerno del Unicornio en el centro del testuz.
Detrás de todo esto se halla el misterio dual de Leo, porque Leo -en lo que a la humanidad concierne- es la clave o el indicio de todo el zodíaco, y esta constelación encierra dos grandes misterios:
1. El misterio de la Esfinge, conectado con la relación que existe entre Leo y Virgo, y ligado al secreto de los Ángeles Solares. No es el misterio del alma y la forma, sino el de la mente inferior y la superior y su mutua relación.
2. El misterio del León y el Unicornio. Una antigua canción de cuna encierra este secreto, y se refiere a que “el León y el Unicornio fueron a la Ciudad”, y esto contiene peculiarmente el secreto de la iniciación y de la ascensión del ser humano hasta el portal donde se lo admite que entre en la Jerarquía, y también la “elevación mística” para lo cual la Masonería posee la clave. Esto tiene que ver con el surgimiento de la conciencia del iniciado (nueva y centralizada) y la derrota del rey de los animales (la personalidad) lo cual conduce a que la conciencia grupal y mundial, el altruismo y la iluminación, triunfen sobre la autoconciencia y el egoísmo. La verdadera versión de este antiguo mito, dice que el rey de los animales es cegado y muerto, porque el cuerpo del Unicornio le atravesó el ojo y el corazón.
El símbolo de este signo es intencionalmente indescifrable. A veces se lo llama la “Signatura de Dios” y no trataré de interpretarlo, en parte porque nunca ha sido trazado correctamente, y por otra porque su delineamiento correcto y la capacidad del iniciado para descifrarlo produce una afluencia de fuerza que no sería deseable, excepto después de la debida preparación y comprensión. Es mucho más potente que el pentágono, y deja al iniciado “sin protección”.
En un antiguo tratado astrológico, que nunca vio la luz del día, pero que será descubierto a su debido tiempo, está descrita la relación que existe entre los animales cornúpetos del zodíaco:
“El Carnero, la víctima propiciatoria y la Cabra sagrada, son Tres en Uno y Uno en Tres. El Carnero se convierte en el segundo y el segundo en el tercero. El Carnero engendra y fertiliza todo; la Víctima propiciatoria en el desierto, que todo lo redime; la Cabra sagrada que se fusiona en el Unicornio, levantando, ensartada en el dorado cuerno, a la forma vencida -en esto se halla oculto el misterio.”
Evidentemente los tres signos cornúpetos ocultan tres misterios:
El misterio de Dios, el Padre La Creación
El misterio de Dios, el Hijo La Redención
El misterio de Dios, el Espíritu Santo La liberación
También se podría decir que la Voluntad del aspecto Padre, manifestándose por medio de Aries, rige a Shamballa; el amoroso deseo del Hijo es atraído hacia la Jerarquía, y la actividad penetrante e inteligente del Espíritu Santo anima ese centro de vida divina denominado humanidad. Por lo tanto tenemos:
Shamballa Jerarquía Humanidad
Voluntad Amor Inteligencia
Aries Tauro Capricornio
Tanto en sus aspectos superiores como en los inferiores estos signos guardan el secreto del “cuerno de la lucha y el cuerno de la abundancia, sometidos y cuidados por el Cuerno de la Vida”. Un antiguo proverbio dice: “El Carnero -cuando se ha convertido en la Víctima propiciatoria, ha buscado la iluminación como el Toro de Dios y ha trepado a la cumbre de la montaña a semejanza de la cabra- cambia así su forma por el Unicornio. Grande es la clave oculta”. Ampliando algo más el simbolismo podría decirse que:
1. El Carnero conduce a la vida creadora en la Tierra y a la oscuridad de la materia. Éste es el azul de media noche.
2. El Toro conduce a los lugares de deseo en busca de “la satisfacción iracunda”. El rojo de la codicia y la ira, se cambia oportunamente en la luz dorada de la iluminación.
3. La cabra conduce por caminos áridos en busca de alimento y agua, “la necesidad de verde”; pero la Cabra es también capaz de ascender hasta la cumbre de la montaña.
Ésta es la experiencia en la Cruz Mutable en lo que concierne a estos tres signos. Y en la Cruz Fija:
1. El Carnero se transforma oportunamente en la Víctima propiciatoria y la Voluntad de Dios en el Amor, y así demuestra la salvación.
2. El Toro se transforma en el que otorga luz, y la oscuridad del primer ciclo es iluminada por el Toro.
3. La Cabra se transforme en el Unicornio, conduciendo a la victoria. El Cocodrilo, la Cabra y el Unicornio, representan tres etapas del desenvolvimiento del hombre.
Aries, Tauro y Capricornio son los grandes transformadores bajo el gran Plan creador. Son de naturaleza catalítica. Cada uno abre la puerta que conduce a uno de los tres centros divinos de expresión, que son los símbolos en el cuerpo del Logos planetario de los tres centros superiores del hombre, el coronario, el cardíaco y el laríngeo:
Aries. Abre la puerta que conduce a Shamballa, cuando se pasa por las experiencias de Tauro y Capricornio.
Tauro. Abre la puerta que conduce a la Jerarquía, cuando es comprendida la significación de Géminis y Leo, y pueden ser recibidas las dos primeras iniciaciones.
Capricornio. Abre la puerta que conduce a la Jerarquía, en un aspecto más elevado, cuando pueden ser recibidas las tres últimas iniciaciones y es comprendida la significación de Escorpio y Virgo.
En estos signos y sus relaciones sobre la Cruz Fija reside oculto el misterio de Makara y de los Cocodrilos.
Las notas clave de este signo indican un proceso de cristalización. La facultad de concretar de Capricornio puede ser considerada de varias maneras.
Primero, Capricornio es un signo terrestre, y expresa el punto más denso de materialización concreta de que es capaz el alma humana. El hombre es entonces “de la tierra, terrestre”, y lo que El Nuevo Testamento llama “el primer Adán”. En este sentido Capricornio contiene en sí mismo la simiente de la muerte y del fin -la muerte final, que oportunamente tiene lugar en Piscis. Reflexionen sobre esto. Cuando la cristalización ha llegado a cierto grado de densidad y obtenido lo que se denomina dureza, es destruida y desintegrada fácilmente, y el hombre nacido en Capricornio lleva a cabo su propia destrucción, lo cual se debe a su naturaleza fundamentalmente materialista y a los “golpes del destino”, que son la actuación de la ley del karma. Una y otra vez se logra cierto grado de concreción, para sufrir nuevamente la destrucción, previa a la liberación de la vida y a la reconstrucción de la forma.
Segundo. Capricornio es siempre el signo de la finalización, y su símbolo es frecuentemente (aunque no siempre) la cima de la montaña, porque marca el punto más allá del cual no se puede ascender, en algún ciclo determinado de vida. Por eso Capricornio es el signo que esotéricamente ha sido denominado “detención periódica”. El progreso llega a ser imposible bajo las formas existentes y debe descender al valle del dolor, de la desesperación y la muerte, antes de iniciar un nuevo intento de escalar las cumbres. El intento actual de trepar al monte Everest es asombrosamente simbólico, y la Jerarquía lo observa con mucho interés, porque en este esfuerzo vemos el intento de la humanidad por llegar a la cumbre de la montaña, cuya cima, hasta ahora, vio frustrado todo esfuerzo. Ésta es una cuestión de gran importancia e interés, pero cuando la humanidad emerja a la luz y a la relativa gloria de la nueva civilización, conquistará al mismo tiempo la última cima. Lo que representa el más denso materialismo y la culminación de la grandeza terrena permanecerá, pero estará bajo los pies de la humanidad.
Tercero, Capricornio, como consecuencia de lo anterior, es el signo donde se inaugura un nuevo ciclo de esfuerzo, en lo que respecta al hombre común o al iniciado. Esfuerzo, tensión, lucha y contienda, contra las fuerzas naturales del bajo mundo, o las difíciles condiciones vinculadas a las pruebas del discipulado o la iniciación, son las características de la experiencia en Capricornio.
Quizás algunos sepan que antiguamente sólo había diez signos, y en esa época Capricornio marcaba el fin de la rueda zodiacal, y no como lo hace ahora Piscis. Los signos Acuario y Piscis no fueron incorporados a los signos por la simple y llana razón de que la humanidad no podía responder a sus influencias peculiares, pues los vehículos de contacto y el mecanismo de respuesta no estaban adecuadamente desarrollados. Originalmente había ocho signos, luego diez y ahora doce:
1. En los días lemurianos, durante el período primitivo del hombre animal y antes de aparecer la humanidad sobre la Tierra, en el período intermedio de desarrollo, ocho signos ejercían influencia en el planeta y en los reinos de la naturaleza que existían en él. No había respuesta a las influencias de Leo y Virgo. El misterio de la Esfinge no existía, y ambos signos no formaban parte de la rueda zodiacal. Después tuvo lugar la individualización, la simiente crística fue plantada en el hombre y estos dos signos empezaron a ejercer influencia sobre la humanidad, influencia que fue reconocida gradualmente, y el zodíaco contó con diez signos. Dominaba la Cruz Mutable, que entonces era la Tau, pues no estaba Piscis, y sólo Géminis, Virgo y Sagitario eran evidentes. El círculo de experiencia estaba marcado de Aries a Capricornio.
2. En los días atlantes, el hombre había llegado a responder en tal forma a las influencias planetaria y solar, que fue abierta la puerta de la iniciación para la experiencia jerárquica, y se agregaron dos signos más. Estos dos signos eran las analogías superiores de Leo y Virgo, y los polos opuestos de estos dos fueron: Acuario y Piscis. Sus influencias llegaron a ser activas y efectivas, y formaron parte de la rueda zodiacal, porque el hombre empezó a responder a sus potencias. Entonces la Cruz Fija pudo actuar esotéricamente en la vida de la humanidad, y tuvo lugar la primera reversión de la rueda en la vida de los hombres evolucionados de la época. Esta reversión fue la verdadera causa de la gran contienda o batalla entre los Señores de la Faz Oscura (como se los denomina en La Doctrina Secreta) y los Señores de la Luz -contienda que aún persiste. Entonces algunos hombres alcanzaron la etapa del discipulado, en la cual pudieron ascender conscientemente a la Cruz Fija y prepararse para una iniciación mayor. Contra esto lucharon las fuerzas del materialismo y de la obstrucción (como a veces se las denomina) librando la batalla en el signo de Escorpio.
3. Hoy, en la época Aria, se desarrolla un conflicto similar en una vuelta más alta de la espiral. La razón consiste en que algunos discípulos e iniciados del mundo, han alcanzado cierto grado de desenvolvimiento y se están preparando para ascender a la Cruz Cardinal y recibir algunas de las iniciaciones superiores. El conflicto se libra entre la humanidad (controlada por los Señores del Materialismo) y la Jerarquía (controlada por las fuerzas de la Luz y del Amor), y ante nuestros ojos se está librando la batalla. Las influencias de los doce signos del zodíaco (particularmente siete de ellos) están implicadas hoy, y los hombres de todos los tipos y rayos responden a esas influencias, y en una forma u otra están implicados en el asunto.
Observarán, por lo tanto, que si las fuerzas concentradas de la Cruz Cardinal son ahora definidamente poderosas -y lo son- la batalla es terrible porque:
1. La humanidad como un todo se halla en tal estado de convulsión debido a que debe dar el gran paso adelante en el desenvolvimiento de la autoconciencia y también expresar el sentido de responsabilidad, que es el primer florecimiento y fructificación de la percepción autoconciente. Este hecho es responsable de arrastrar al conflicto, en forma peculiar y pronunciada, a las fuerzas de Cáncer (de naturaleza involutiva), de Leo (que concierne a la individualización) y de Géminis (que expresa la dualidad esencial del hombre). Por eso tenemos hoy la actividad de la conciencia de la masa en Cáncer que indica la actividad de la Cruz Cardinal en la etapa involutiva; la autoconciencia en el hombre, manifestada en Leo, y el signo más humano de todos que indica la Cruz Fija; y Géminis, que proporciona el sentido de la naturaleza dual del hombre -humana y divina-, constituyen, la meta de la experiencia consciente en la Cruz Mutable. En consecuencia, tenemos ahora un signo en cada una de las tres cruces, particularmente activo, influyendo a las masas de hombres de todas partes. Un breve estudio de las condiciones del mundo, en lo que al hombre concierne, lo comprobará.
2. En la actualidad, los discípulos del mundo y la humanidad avanzada se hallan igualmente en un estado similar de convulsión. Están pasando pruebas y experiencias antes de dar un paso mayor, en algunos casos consistirá en recibir la primera iniciación y en otros la segunda. Esto es producido y traído por las fuerzas de Tauro, Leo y Escorpio y también por la compenetrante influencia general de Géminis. Tenemos aquí tres signos, en la Cruz Fija y uno en la Cruz Mutable condicionando y afectando a los discípulos del mundo, de extraordinaria importancia y potencia en la actualidad, debido a la etapa de evolución y a la sensibilidad de los discípulos e iniciados del mundo.
3. Los iniciados, a su vez, están siendo sometidos a los impactos de las energías procedente de Escorpio, Capricornio y Piscis -afluencia de fuerza proveniente de cada una de las tres Cruces. Estas tres fuerzas capacitan al iniciado para recibir la tercera iniciación.
Será interesante observar que el promedio de la humanidad está, por lo tanto, sujeta a la influencia de los tres signos mayores, y condicionada en la actualidad por la potencia que llega de cada una de las tres cruces, presentando a los hombres la responsabilidad de elección y evocando su libre albedrío, su tendencia hacia la autodeterminación y su firme decisión en esta época de crisis mundial. Observarán que los discípulos del mundo están relacionados con las masas por su respuesta a la influencia que emana de Géminis y entre sí, a través de Escorpio, lo cual les otorga la capacidad de responder a las pruebas y al sentido de visión (mediante el ojo iluminado de Tauro) y de emplear el poder de la individualidad por medio de una personalidad evolucionada, mediante la potencia de Leo. Los iniciados están relacionados con los discípulos del mundo a través de la constelación de Escorpio, con el centro jerárquico por medio de Capricornio y con la masa, a través de Piscis, el signo de los Salvadores del mundo,
Por lo tanto, siete constelaciones se hallan en predominante y estrecha combinación en el actual momento de crisis, siendo responsables de los asuntos mundiales, tal como existen hoy:
Cáncer La Cruz Cardinal. “Ambas puertas están abiertas de par en par
Capricornio
Tauro
Leo La Cruz Fija. “Los Discípulos dominan el mundo.”
Escorpio
Géminis La Cruz Mutable. “La salvación del mundo es hoy posible
Piscis
Los regentes planetarios exotéricos y esotéricos de Capricornio son los mismos, y Saturno que rige el curso del hombre en este signo, no importa si se halla en la rueda común o revertida, o si está en la Cruz Mutable o en la Cruz Fija. Cuando ha recibido la tercera iniciación y puede ascender conscientemente a la Cruz Cardinal, se libera, del dominio de Saturno y queda bajo la influencia de Venus, regente de la Jerarquía, la de los Cocodrilos. Si consultamos la enumeración dada lo demostrará. Técnicamente cuando un hombre está en la Cruz Cardinal, comprende claramente la significación del propósito y las potencialidades de las Jerarquías Creadoras, que le abren de par en par las puertas a todas Ellas. En la Cruz Mutable y en la Cruz Fija tenemos el llamado rayo verde, controlando no sólo las obligaciones kármicas en la vida cotidiana en el sendero de evolución, sino también las experiencias y los procesos evolutivos. La razón reside en que Capricornio es un signo terrestre y los rayos tercero y quinto actúan preeminentemente por medio de este signo, personificando al tercer aspecto mayor de la divinidad, la inteligencia activa, además de su poder subsidiario, el quinto rayo de la mente, los cuales a través de Capricornio, afluyen a Saturno y a Venus, llegando así a nuestro planeta, la Tierra. De los cuatro Señores del Karma, Saturno es el más poderoso y obliga al hombre a enfrentar el pasado y a prepararse, en el presente, para el futuro. Tal es la intención y propósito de la oportunidad kármica. Desde cierto ángulo, Saturno puede ser considerado el Planetario Morador en el Umbral, pues toda la humanidad debe enfrentar a ese Morador y también al Ángel de la Presencia, y al hacerlo descubrirá que el Morador y el Ángel constituyen esa compleja dualidad que es la familia humana. Saturno lo hace posible, debido a una relación peculiar con el signo de Géminis. El hombre individual descubre esto y enfrenta los dos extremos mientras está en Capricornio; la cuarta y quinta Jerarquía hacen lo mismo en Libra.
Por lo tanto, a través de Saturno y Venus, Capricornio se conecta con Libra y también con Géminis y Tauro; estas cuatro constelaciones -Tauro, Géminis, Libra y Capricornio- constituyen un poderoso cuaternario de energías, produciendo entre ellas esas condiciones y situaciones que permitirán al iniciado demostrar su preparación y capacidad para la iniciación. Se las denomina “Los Guardianes de los Cuatro Secretos”
Tauro - Guarda el secreto de la Luz y confiere iluminación al iniciado.
Géminis - Guarda el misterio o secreto de la dualidad y otorga al iniciado una palabra que conduce a la fusión de los pares de opuestos mayores.
Libra - Guarda el secreto de la estabilidad, del equilibrio y, finalmente, pronuncia la palabra que libera al iniciado del poder de los Señores del Karma.
Capricornio - Guarda el secreto del alma misma, y lo revela al iniciado en el momento de recibir la tercera iniciación. Esto se denomina a veces el “secreto de la Gloria oculta”.
Por intermedio de otros regentes planetarios, mediante los cuales actúan los rayos tercero y quinto, Capricornio está conectado con otras constelaciones además de las cuatro mencionadas; pero para nuestro propósito éstas son las más importantes. Los estudiantes pueden deducir, si lo desean, cuáles son las restantes energías entrelazadas, relacionando los rayos, los regentes planetarios y las constelaciones y consultando las clasificaciones ya dadas. El tema, sin embargo, es muy confuso para el principiante, por eso me ocupo primeramente de la filosofía y del simbolismo de los signos, a fin de familiarizarlo con el esquema general y el amplio entrelazamiento universal.
Los rayos tercero y quinto están peculiarmente activos en el Sendero del Discipulado, así como los rayos sexto y cuarto dominan en el Sendero de Evolución y los rayos primero y séptimo en el sendero de la iniciación. Como bien saben, el segundo rayo controla y domina a los demás rayos:
Sendero Rayos Planetas Constelaciones
Evolución 6to. y 4to Marte. Mercurio Aries. Géminis. Cáncer. Virgo.
Escorpio.
Discipulado 3ro. y 5to Venus. Saturno Géminis. Sagitario. Capricornio.
Iniciación 1ro. y 7mo Vulcano. Urano Tauro. Libra. Piscis.Plutón
En esta clasificación observarán uno o dos puntos interesantes, que deberán ser cuidadosamente considerados por todos los astrólogos después de determinar en una de sus tres divisiones, el lugar aproximado del sujeto en el sendero de evolución. Primero, la constelación de Géminis aparece dos veces, debido a su estrecha conexión con la cuarta Jerarquía Creadora. Segundo, durante el período de la Cruz Mutable, cinco constelaciones tienen que ver con la experiencia del hombre en el sendero de la vida diaria, de los constantes renacimientos y de la dificultad kármica. Cuatro de ellas conducen a Escorpio, donde se produce la reversión de la rueda. Tercero, en el Sendero del Discipulado tres constelaciones controlan y conducen a la actividad en Capricornio, siendo posible en ese período recibir la iniciación. Cuarto, en el Sendero de Iniciación la actividad de la tres Cruces se siente simultáneamente por intermedio de los “poderes liberados” de Tauro, Libra y Piscis. Observarán que la influencia de primer rayo, expresada a través de Plutón y Vulcano, se siente únicamente en forma positiva en el Sendero del Discipulado. Esta potencia de primer rayo sólo últimamente la ha experimentado la entera humanidad cuando se acercaba a la etapa del discípulo mundial, y un vasto número de individuos entró en los Senderos del Discipulado y de Probación. De ahí el reciente descubrimiento de Plutón y el poder percibido de Vulcano, velado por la potencia de Mercurio y oculto detrás de este planeta.
Las influencias y potencias de segundo rayo están continuamente presentes, y se proyectan en nuestra vida y esfera planetaria vía el Sol (que vela un planeta oculto) y Júpiter, los cuales arrastran las fuerzas de Leo, Sagitario, Piscis, Acuario y Virgo a nuestro planeta, y, a través de él, a todos sus reinos de la naturaleza.
De los puntos mencionados pueden obtenerse indicios respecto a las fuerzas entrelazadas de las doce constelaciones, al afluir a todos los reinos de la naturaleza y a través de ellos, trayendo no sólo sus propias potencias individuales, sino también la de los siete rayos, enfocadas a través de los planetas sagrados y no sagrados -las Vidas planetarias descubiertas y por descubrir. Esotéricamente se ha dicho que al iniciado se le otorga una visión de estos poderes y de sus numerosas líneas onduladas (vistas como ríos y corrientes de luz) desde la cima de la montaña de Capricornio, cuando se ha alcanzado esa cumbre. Esta visión aparece ante los ojos del asombrado discípulo en la iniciación de la Transfiguración. Las grandes experiencias en las cumbres de las distintas montañas relatadas en la Biblia, tienen que ver con Capricornio. Moisés, el Dador de la Ley en el Monte Sinaí, es Saturno en Capricornio, imponiendo al pueblo la ley del karma. Tenemos aquí un indicio sobre la significación del pueblo judío como centro de distribución del karma. Mediten sobre las palabras: “centro de distribución del karma”. El monte de la Transfiguración en El Nuevo Testamento es Venus en Capricornio, cuando el amor, la mente y la voluntad se unen en la persona de Cristo, “siendo transfigurado” ante todos los hombres. Al mismo tiempo tuvo la Visión del Padre y lo que debía hacer cuando “fuera a Jerusalén”, el lugar de la muerte y la ciudad de la paz. Este Jerusalén es Piscis. En Acuario, Cristo puso a sus discípulos en contacto con el “hombre que lleva un cántaro de agua”, Acuario, y en el aposento alto los indujo a la unión y a la unidad bajo el simbolismo de la cena de la comunión. La humanidad se está preparando hoy para esa cena, como hemos visto al estudiar la última constelación.
El significado astrológico de El Nuevo Testamento es aún poco comprendido. El Cristo nació en Capricornio, cumplió la ley bajo Saturno, inició la era de la hermandad inteligente bajo Venus y es el perfecto ejemplo del iniciado capricorniano, que llega a ser el servidor del mundo en Acuario y el Salvador del mundo en Piscis, completando así la ronda del zodíaco y capacitándose para poder exclamar triunfalmente en Piscis: “Consumado es”.
El polo opuesto de Capricornio es Cáncer y, como ya se ha enseñado, ambos signos son los dos grandes portales del zodíaco -uno abre la puerta a la encarnación, a la vida de la masa y a la experiencia humana, y el otro, a la vida del espíritu, a la vida del reino de Dios, vida y propósito de la Jerarquía de nuestro planeta. Cáncer permite que el alma entre en el centro mundial llamada humanidad; Capricornio permite que el alma participe conscientemente de la vida de ese centro mundial que denominamos Jerarquía; Libra permite que el alma entre en el centro mundial que llamamos Shamballa, por ser el polo opuesto de Aries, lugar de los comienzos. Libra manifiesta el perfecto equilibrio del espíritu y la materia, unidos al principio en Aries. Estos equilibrios y relación de los grandes opuestos, espíritu y materia, están simbolizados por la situación en que se halla la personalidad al equilibrar los pares de opuestos en el plano astral y descubrir entre ellos el “estrecho sendero del filo de la navaja”, que lleva al hombre al reino del alma. Cuando el hombre pasa repetidas veces alrededor del zodíaco, como comúnmente sucede, continua y conscientemente entra a la vida en Cáncer, constelación en la cual se aplica y administra la ley del renacimiento. Pero únicamente en el zodíaco revertido, el hombre aprende a pasar, con análogo propósito consciente, a través de la puerta en Capricornio. Cinco veces debe pasar a través de esa puerta con la conciencia plenamente despierta, y estos cinco acontecimientos frecuentemente se denominan las cinco iniciaciones mayores. Considerando a la cuarta Jerarquía Creadora como un todo, las apariencias y experiencias de la vida del Logos planetario por medio de las cinco razas -dos pasadas, una presente, la Aria, y dos futuras- constituyen las analogías planetarias de las cinco iniciaciones. Es muy interesante estudiar esto, porque en el momento en que cualquier raza particular viene a la existencia, se abren de par en par las puertas de Cáncer y Capricornio, porque estos signos están ocultamente alineados.
Un estudio de las características y cualidades del hombre nacido en el signo de Capricornio revelará muchas cosas sobre la familia humana, porque el capricorniano puede expresar lo mejor y lo peor de lo que el hombre es capaz. Es el signo de los extremos, debido a que en esa época existían sólo diez signos. Capricornio fue el primero en la rueda común y el último en la rueda revertida, lo cual es evidente. Esotéricamente todos los Salvadores del mundo y los Dioses Soles han nacido en Capricornio; pero también los peores tipos de hombres perversos, materialistas, crueles, orgullosos, egoístas, interesados y ambiciosos. En tales casos la cabeza rige al corazón, mientras que en el caso de la perfecta influencia ejercida por Capricornio, la cabeza y el corazón están perfectamente equilibrados.
Capricornio rige las rodillas, y esto es simbólicamente verdad, pues sólo cuando el sujeto capricorniano aprende a arrodillarse con toda humanidad, y de rodillas sobre la cumbre rocosa de la montaña, ofrece su corazón y su vida al alma y al servicio a la humanidad, se le permite pasar la puerta de la iniciación y se le confía los secretos de la Vida. Unicamente de rodillas puede atravesar esa puerta. Mientras se mantenga arrogantemente donde no ha ganado el derecho de estar, nunca se le podrá confiar la información impartida a los verdaderos iniciados. La antigua forma de peregrinación en la India, por la que los devotos pasaron o progresaron de un lugar sagrado a otro de rodillas, indica la profunda necesidad que tiene el capricorniano de ser humilde. La India está regida por Capricornio, y allí se conoce esta verdad. Aunque la India ha permitido que el acto físico reemplace a la actitud espiritual, sin embargo el significado simbólico es eternamente veraz. Cuando el hombre nacido en Capricornio, puede arrodillarse en espíritu y en verdad, es que está preparado para los procesos iniciáticos en la cumbre de la montaña.
Es significativamente bello e instructivo el simbolismo que subyace en el hecho astrológico de que Marte está exaltado en Capricornio, mientras que el poder de la Luna disminuye en ese signo y Júpiter y Neptuno caen. Marte es el Dios de la Guerra, el productor de conflictos y, en este signo terreno, Marte triunfa en las primeras etapas de la evolución de la cuarta Jerarquía Creadora y en la historia de la vida del hombre común y no evolucionado. El materialismo, la lucha por satisfacer las ambiciones personales y el conflicto contra las tendencias espirituales más elevadas, progresan constantemente y éste, el más materialista de los signos, es el campo de batalla donde los antiguos orden y hábitos luchan contra las nuevas y más elevadas tendencias e inclinaciones. La India, regida por Capricornio, ha sido un campo de batalla en el transcurso de las edades. Port-Said, regida por este signo, es sinónimo de la satisfacción de todos los deseos terrenos y animales del tipo más bajo y una de las ciudades más impías del mundo -el lugar de reunión de lo peor de los tres continentes.
Pero a medida que la evolución prosigue, el poder de la Luna, símbolo y regente de la forma, disminuye cada vez más y el hombre, en la rueda revertida, se va liberando constantemente del control de la materia. El atractivo encanto hacia lo material decae en forma creciente. Júpiter, regente de Piscis y también de Acuario, cae en Capricornio. Esta caída debe ser estudiada desde dos ángulos, porque Júpiter en su aspecto inferior proporciona el cumplimiento del deseo y satisface la demanda, mientras que en el superior exterioriza la expresión del amor, que atrae hacia sí, magnéticamente, lo deseado pero en bien del todo. Por lo tanto, Júpiter alcanza en Capricornio, su punto más inferior de expresión en el aspecto más denso de la materia, y luego -cuando triunfa el amor y muere el egoísmo- se disipa y desaparece este aspecto inferior. El simbolismo se refiere a la “caída” de los aspectos superiores, y después a la caída o desaparición de todo lo que es vil y ruin. El amor se ciega cuando predomina el deseo; el deseo se disipa cuando triunfa el amor. Neptuno es otro planeta que según se dice cae en este signo y por las mismas razones. Neptuno es el Dios de las aguas, y está esotéricamente relacionado con Piscis. Debe observarse que Neptuno y Júpiter están exaltados en Cáncer, el gran signo donde se cumple el deseo de encarnar; el poder de ambos disminuye en Virgo, donde se sienten los primeros signos de la conciencia crística; ambos caen en Capricornio cuando la conciencia y la vida crística llegan a su plena fructificación. Como podrán ver, hay mucho que dilucidar sobre estas tres líneas, y las sugerencias mencionadas indicarán que puede hacerse un estudio comparativo y una investigación filosófica fructífera.
En Capricornio tenemos el triunfo de la materia, porque alcanza allí su expresión más densa y concreta, triunfo que es seguido por el del espíritu. En Capricornio la naturaleza terrena se expresa plenamente y hay también grandes posibilidades espirituales. En la India, por ejemplo, Capricornio expresa una degradación general y al mismo tiempo, las cumbres de la realización espiritual; un estudio de la India -su historia, características y cualidades espirituales- revelará mucho referente a las influencias y posibilidades de este signo.
Las tres partes en que se divide cada signo, denominadas decanatos, son de especial interés en el caso de Capricornio. Como sucede en todas las analogías, esta triplicidad puede relacionarse con los tres aspectos de Dios y del hombre -espíritu, alma y cuerpo. El decanato central es, en consecuencia, de importancia peculiar en nuestro período mundial, porque concierne al efecto que producen las influencias planetarias, los rayos solares y la energía de las constelaciones sobre el alma o aspecto conciencia. Esto es verdad, ya sea que consideremos al hombre en la rueda común o en la rueda revertida. Desde el punto de vista de la interpretación astrológica, y en caso de que el astrólogo no esté seguro de la dirección en que gira la rueda, éste es el único decanato con su regente, del cual puede estar seguro. Por lo tanto, la influencia del regente es inevitable. Esto sucede notablemente en lo que al signo de Acuario concierne y en él está entrando nuestro Sol; sus tres decanatos Saturno, Mercurio y Venus, producen inevitablemente dificultad, iluminación y amor fraternal. En la rueda común todos nuestros asuntos externos son controlados por Saturno, en consecuencia nos hallamos hoy en un estado de caos y dificultades, pero en lo que concierne a la conciencia de la raza, Mercurio está siendo cada vez más activo. Una firme iluminación que está teniendo lugar, arroja luz sobre todos los problemas -luz sobre los gobiernos y la política, mediante experimentos y el estudio de grandes y básicas ideologías; luz sobre la naturaleza material del mundo por medio de las diversas ramas de la ciencia; luz sobre la humanidad misma por medio de la educación, la filosofía y la sicología. Esta luz se está difundiendo hasta en los lugares más oscuros de nuestro planeta y en sus muchas formas de vida.
Dos series de regentes están disponibles para estos tres decanatos. De acuerdo a Alan Leo, tenemos Saturno, Venus y Mercurio. Según Sefarial tenemos Júpiter, Marte y el Sol. De los dos, el primero es más correcto y esotérico. Los verdaderos regentes son Saturno, Venus y el Sol. Debo recordarles que Mercurio y el Sol son intercambiables, pero en este caso, el Sol representa exotéricamente a Mercurio y esotéricamente a un planeta oculto.
Saturno relaciona a Capricornio con Acuario, el signo anterior en la rueda común, y Júpiter, exotéricamente entendido, relaciona a Capricornio con Sagitario en la rueda revertida. Para todos los esotéricos el Sol es evidentemente el regente del tercer decanato, velando un planeta oculto profundamente significativo, que revela la divinidad en el momento de recibir la tercera iniciación. Advertirán que en este gran signo de iniciación, Saturno revela la naturaleza del tercer aspecto de la divinidad, la de la sustancia inteligente; Venus revela la naturaleza del segundo aspecto, que es conciencia o amor inteligente, mientras que el Sol -el Sol físico junto con el corazón del Sol- revela la síntesis de ambos.
Las palabras clave en la rueda común son: “Y el Verbo dijo: Rija la ambición y sea abierta la puerta de par en par”. Tenemos aquí la clave del impulso evolutivo, del secreto del renacimiento y de esa palabra que repercute desde Cáncer a Capricornio. La puerta de la iniciación siempre permanece abierta, pero durante eones el hombre prefiere la puerta abierta de Cáncer. La ambición lo impele sin cesar vida tras vida, hasta que descubre la inutilidad de toda satisfacción terrena. Gradualmente, la ambición espiritual y el deseo por la liberación ocupan el lugar de la ambición mundana, llegando a ser un impulso imperioso, hasta que finalmente llega el momento en que un verdadero sentido de la realidad sustituye a las ambiciones terrena y espiritual. Entonces el hombre puede en verdad decir: “Estoy perdido en la luz suprema, sin embargo, vuelvo la espalda a esa luz”. Para él no existe ahora otra meta que la de prestar servicio. Por lo tanto retrocede, atravesando la puerta de Cáncer, pero manteniendo firmemente la conciencia en el signo de Acuario. De un iniciado del mundo en Capricornio, llega a ser un encarnado servidor del mundo en Acuario y, más tarde, un Salvador del mundo en Piscis.
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