Si hace pocas fechas nos sorprendimos con la noticia del posible descubrimiento ejército perdido del rey persa Cambises en el desierto de Libia, ahora le toca el turno a la bíblica, y hasta hoy escurridiza, Arca de Noé, otro de los grandes misterios de la historia a cuya resolución han dedicado sus vidas decenas de arqueólogos y aventureros de todo el mundo.
El afortunado hallazgo tuvo lugar -no podía ser de otra forma- en el monte Ararat, al este de Turquía, y fue dado a conocer por los miembros de una misión conjunta de investigadores evangélicos chinos y turcos. "No podemos decir al 100% que sea el Arca de Noé, pero nosotros creemos que lo es al 99,9 %", ha declarado Yeung Wing-Cheung, uno de los responsables de la misión cuyo objetivo, según explican en sus web, es "promover la presencia cristiana en los medios de comunicación usando los mensajes modernos para promover el reino de nuestro señor Jesucristo".
Las pruebas del carbono 14 realizadas, por investigadores designados por la expedición religiosa, confirman que los restos encontrados -siete compartimentos de madera de cinco metros de ancho y diez de largo enterrados bajo hielo y roca- tienen una antigüedad de al menos 4.800 años, lo que la situaría aproximadamente en la misma fecha en la que el llamado Diluvio Universal habría tenido lugar.
La estructura encontrada contiene diferentes compartimentos, algunos de ellos separados con vigas de madera, que los arqueólogos evangelistas piensan podrían haber servido para albergar las distintas parejas de animales. Según cuenta la Biblia, el Señor decidió inundar la Tierra enojado por la corrupción que en ella existía. Antes de hacerlo encargó a Noé la construcción de un arca. En ella debía llevar a su familia y una pareja de cada una de las especies conocidas. Desde hace tiempo los investigadores piensan que, de haber existido, el Arca debía encontrarse en las laderas del monte Ararat, el punto más alto de la región.
La pista la encuentran en el libro del Génesis: "el Arca a los 27 días del mes séptimo, reposó sobre los montes de Armenia". Este descubrimiento, según explicaron los investigadores, se ha producido a mayor altitud pero no quieren desvelar su localización, o eso dice, para evitar que los restos sufran daños. Sin embargo, en términos geológicos es prácticamente imposible que un barco quede varado a tal altitud aunque utilicen argumentos como la presencia de fósiles marinos, hecho que demuestra el movimiento de las placas tectónicas que elevan antiguos lechos marinos.
Mientras entre la comunidad arqueológica mundial crece el escepticismo ante tan singular hallazgo -pues como muestra la fotografía el hecho de que las maderas estén cubiertas por telarañas nos indica la escasa fiabilidad del descubrimiento pues en estas condiciones oxígenadas no se conservarían los restos orgánicos- las autoridades locales turcas se han dirigido al gobierno central en Ankara para que eleve una petición a la Unesco declarando la zona Patrimonio Mundial de la Humanidad, lo que permitiría proteger el lugar mientras se prepara un ambicioso y completo proyecto de excavación.
Comentarios