El trastorno límite de la personalidad (TLP) o también llamado, con menos acierto, "borderline", "consiste en un patrón persistente de inestabilidad en las relaciones interpersonales, afecto y autoimagen con escaso control de los impulsos.
Es un síndrome heterogéneo, difícil de delimitar, con presentaciones clínicas y del comportamiento que varían entre individuos y entre los distintos momentos de evolución en un mismo paciente. La variabilidad de las presentaciones clínicas del TLP conlleva que sea un trastorno infradiagnosticado con una demora en su diagnóstico de 9,5 años en mujeres y de 6,5 años en hombres. En consecuencia, para los afectados suele ser difícil mantener relaciones interpersonales y desenvolverse correctamente en los distintos ámbitos sociales. Las personas con TLP pueden experimentar dificultades como: significantes cambios de humor, pérdida de la confianza, conductas impulsivas y de autodestrucción, abuso de sustancias, excesiva sensibilidad y temor al rechazo y a la crítica. Cabe señalar que el suicidio es un riesgo particular del TLP, con un 8-10% de los intentos de suicidio consumados.
Teniendo en cuenta lo mencionado, no es de extrañar que la población con TLP haga un gran consumo de recursos sanitarios. Concretamente, el paciente con TLP usa los servicios de salud mental más que los otros grupos de pacientes de salud mental, a excepción de los esquizofrénicos, y representa el 10% de las consultas en centros ambulatorios de salud mental y en torno al 15-20% de los pacientes ingresados" ("Guía de práctica clínica sobre el TLP", Departament de Salut de la Generalitat catalana).
Música: "Urban art for peace", de Agustina Paz & Small Friends; fondo, "El clave bien temperado", en su versión para piano, de Johann S. Bach.
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