Gloucester es una ciudad pequeña, agradable y aburrida en el oeste del Reino Unido. Cuenta con unos 100.000 habitantes, y no tiene gran cosa que ofrecer a los turistas excepto su catedral, una veintena de casas victorianas y el paisaje de las colinas de los Cottswolds. Gloucester es uno de esos lugares en los que nunca pasa nada, pero en 1994 ocurrió algo que convertiría la apacible ciudad en capital del horror: en el jardín del número 25 de la céntrica Cromwell Street empezaron a aparecer restos humanos. El propietario de la casa, Fred West, fue acusado del asesinato de nueve mujeres con la complicidad de su esposa, Rosemary. Para el resto del mundo Fred y Rosemary West parecían una pareja normal y como cualquier otra en la Inglaterra de 1994. Aunque eran pobres, se las arreglaban para mantener a sus hijos, quienes eran conocidos por tener personalidades muy introvertidas. Lo que nadie sabía es que en su propia casa se escondían horrores indescriptible que costaron la vida de decenas de jóvenes, incluyendo a las hijas de la pareja, quienes fueron parte de sus perversos juegos sexuales.
Al igual que el hombre, Rose era despiadada y pervertida, no tenía problemas con acostarse con cualquiera e incluso le gustaba que Fred mirara mientras lo hacía. Quienes la conocían aseguraban que Rose era “una chica de cuidado”. Tenía 15 años y la experiencia sexual de una prostituta de 50. Fred la encontró perfecta: le encantaba la pornografía, le encantaban las perversiones, le encantaba la promiscuidad y no le importaba que la mirasen cuando practicaba sexo. Se casaron enseguida. En 1967, West inicio un romance con Anne Mcfail, la niñera de sus hijos y quien terminó embarazada de él. Por supuesto no quería tener más niños por lo que decidió llevar a cabo su primer homicidio. Fred la mató a la mujer a sangre fría, pero antes de enterrarla en un prado cerca de Much Marcle, cortó los dedos de las manos y pies de la mujer para guardarlos como trofeo. Además sacó el feto de su vientre para sepultarlo junto a ella. Nunca nadie reportó a Mcfail como desaparecida, pero su cuerpo fue encontrado en 1994.
Al quedar embarazada a los 16 años, Rose se mudó a la casa rodante de West y sus hijas, pero duraron sólo unos meses allí antes de cambiarse a una casa en la calle Midland en Gloucester, En octubre de 1970, nació la primera hija de la pareja, Heather Anne. Rose, sin embargo, no fue la mejor madre para las hijas de Fred, pues solía desquitarse con ellas y golpearlas. Se ensañaba especialmente con Charmaine, quien se rehusaba a llorar a pesar de las palizas.En junio de 1971, la niña desapareció y Rose le dijo a todos que la pequeña se había ido a Escocia para reunirse con su madre. Cuando Rena llegó a la ciudad para buscar a su hija, West aprovechó el momento para deshacerse de ella. Tras citarla para conversar la golpeó, estranguló y luego cortó los dedos de sus manos y pies, antes de enterrarla en el mismo lugar donde sepultó a su víctima anterior.
En 1972, ya casados, la pareja tuvo a su segunda hija a la que nombraron Mae. Meses después Fred hizo que Rose ejerciera la prostitución, lo que ella aceptó sin mayores discusiones. Debido a su trabajo, la mujer dio a luz en los siguientes años a siete niños de diferentes padres, por lo que nuevamente se tuvieron que mudar a una casa más grande. Esta vez Fred arrendó un hogar en la calle 25 Cromwell, donde construyó una habitación en el segundo piso a la que llamó “La habitación de Rose”, un espacio utilizado para la prostitución y que contaba con una mirilla para poder ver lo que su esposa hacía.
En 1972 la pareja conoció a Carolina Roberts, su vecina de 17 años que usualmente contrataban como niñera. A pesar de las insinuaciones, la joven no quiso entrar al “circulo sexual” de la pareja. A las pocas semanas ellos la invitaron a la casa donde la drogaron y violaron, aunque permitieron que se fuera si prometía volver a trabajar para ellos. Por supuesto, Roberts informó de lo ocurrido a la policía aunque el caso no avanzó mucho pues retiró la denuncia . Los Wests se declararon culpables y sólo fueron multados con £ 50. Ella sería la primera de muchas otras víctimas, que incluía a sus propias hijas. A principios de 1973, los West llevaron a Anne Marie, de ocho años, al sótano, donde habían construido una especie de cuarto de tortura. Allí la ataron y amordazaron para que su propio padre la violara ante la atenta mirada de Rose. El hombre siguió abusando de su hija hasta que ella quedó embarazada en 1979, aunque perdió al niño. Fue entonces que Anne decidió irse de esa casa, y su padre la reemplazó con su hija Heather, quien desapareció algunos años después. Tras la muerte de Heather, Fred siguió violando a las otras niñas, a quienes incluso grababa. Una de ellas le contó todo a una compañera de escuela, quien de inmediato dio aviso a su madre. Ella fue directamente a la policía a poner una denuncia.
Los crímenes de los West podían haberse descubierto mucho antes. De las nueve víctimas de la pareja, siete habían pasado en algún momento por la casa de Cromwell Street. Por eso resulta inverosímil que la policía no relacionase al matrimonio con sus desapariciones. La cuestión, y Fred y Rosemary lo sabían, es que las autoridades no dieron importancia al hecho de que una muchacha conflictiva se esfumase sin dejar rastro. Suelen hacerlo -decían los policías si alguien denunciaba-, se van, se cambian de nombre, quizá salen del país; no se preocupen, la chica aparecerá cualquier día. En Inglaterra, donde en 1994 ni siquiera existía un registro oficial de personas desaparecidas, la burocracia para denunciar este tipo de casos es desesperante, y en ese momento se consideraba que no merecía la pena buscar a determinadas personas. Sólo dos de las víctimas de los West rompían ese patrón: dos estudiantes universitarias, Theresa Sieghenthaler y Lucy Partington.
El 6 de agosto de 1992, se inició la investigación contra los West. Fred fue acusado de violación y crueldad infantil, mientras que Rose fue calificada como cómplice, en tanto, los niños fueron puestos en casas de acogida. El caso, sin embargo, se derrumbó cuando los dos principales testigos se negaron a declarar en el juicio, por lo que la policía comenzó a investigar la situación como presunto homicidio tras la desaparición de Heather. La primera pista sobre la supuesta muerte de la niña la dieron sus propios hermanos, quienes hicieron una broma sobre que “Heather había sido enterrada en el patio”. La policía consiguió otra orden de registro en febrero de 1994, lo que les permitió excavar el jardín la familia, donde finalmente descubrieron los restos de la niña.
Identificar los nombres de los cadáveres no fue tarea fácil, nueve cadáveres fueron descubiertos en la bodega, Fred no fue de mucha ayuda porque no recordaba nombres ni detalles de su gran cantidad de víctimas. Como Fred protegía a su esposa, ella quería hacerse pasar como víctima de un esposo sádico y peligroso, pero no convenció a la policía. Los cuerpos de Rena, Anna McFall y Charmaine fueron encontrados con la ayuda de Fred. Sobre el caso Mary Bastholm, Fred decidió no cooperar y su cuerpo nunca fue encontrado.
El 13 de diciembre de 1994, Fred es acusado de doce asesinatos y escribió a Rose: “Nosotros siempre estaremos juntos por amor. Tú siempre serás la señora West para todo el mundo, que es lo más importante para mí”, justo antes del mediodía en la prisión de Birmingham, fue descubierto por los guardias tratando de suicidarse. A pesar de las pocas evidencias, el 3 de octubre de 1995, Rose es llamada a juicio, testigos como Caroline Owens, la señorita A y Anna Marie, declaran del sadismo sexual de Rose contra las jóvenes mujeres. El objetivo del proceso, dirigido por Brian Leveson, era encontrar evidencias circunstanciales contra Rose. La defensa, dirigida por Richard Ferguson, intentaba mostrar evidencias por sadismo sexual, pero no de asesinatos, y que Rose desconocía los asesinatos y entierros de Fred.
El 1 de enero de 1995, Fred se ahorcó en su celda en Winson Green Prison, Birmingham. El hombre fue cremado y en su funeral sólo había tres personas presentes. Las pruebas contra Rosemary eran circunstanciales y a diferencia de su marido, nunca confesó. Fue juzgada en octubre de 1995 en Winchester Crown Court, declarada culpable de los 10 asesinatos y sentenciada a cadena perpetua, bajo la recomendación que nunca fuera liberada.Años después, otro juez le dio la oportunidad de apelar y poder quedar libre en 2019. En octubre de 1996, la casa de los Wests, junto con la propiedad contigua, fue demolida y el sitio se convirtió en un camino.
Comentarios