Hampden fue un acérrimo seguidor de Rowbotham y otros zetetistas. Fue el hijo mayor del rector protestante de una parroquia del condado de Dorset (Inglaterra). Se apuntó a un grado universitario de divinidad en la Universidad de Oxford, donde solo completó dos años. Su conversión al movimiento zetetista se produjo tras toparse con la obra Theoretical Astronomy Examined and Exposed (“Astronomía teórica examinada y expuesta”), cuyo autor fue otro seguidor de Rowbotham, William Carpenter (1830-1896). Tan prendado quedó de su contenido que pagó 100 libras para reeditar el panfleto. Desde entonces engulló con ahínco cualquier tratado sobre astronomía zetética incluyendo, obviamente, las obras de Rowbotham (también compró los derechos de Zetetic Astronomy). Consideró estos libros como las armas perfectas para luchar contra la herejía científica.
Pues bien, respecto al reto propuesto por Hampden, este fue aceptado por uno de los mejores científicos de todos los tiempos: Alfred Russell Wallace (1823-1913), el naturalista co-descubridor de la evolución por medio de la selección natural junto a Charles Darwin. Wallace pidió consejo a otro grande de la ciencia, Charles Lyell (1797-1875), padre de la geología moderna para proceder mejor. Finalmente, llegó a la conclusión de que la mejor forma de ganar la apuesta era mediante una demostración práctica y experimental, para así trascender las típicas discusiones epistemológicas de su época. De esta manera también podría convencer de una forma más sólida a Hampden si se equivocaba o no. Además, si ganaba la apuesta no solo le beneficiaría económicamente (en esa época tenía escasos recursos económicos) sino también intelectualmente. Así que, sin más dilación, escribió una carta a Hampden aceptando su propuesta.
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John Hampden (a la izquierda) y el naturalista Alfred Russell Wallace (a la derecha) tuvieron varios encontronazos para ver quién llevaba la razón en relación con la forma de la Tierra. NephiCode
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John Hampden logró finalmente que la prueba de Wallace se realizara en el mismo tramo de 6 millas del río Old Belford que su maestro Parallax había empleado anteriormente para sus pruebas. Esta información fue ocultada premeditadamente. Wikipedia
Las riendas del desafío las manejó constantemente Hampden, quien decidió en todo momento donde quería que se llevase a cabo el experimento y en qué circunstancias. De hecho, Wallace en un principio eligió el lago Bala (Gales), que era lo suficientemente extenso y plano, para su demostración. Pero Hampden se negó rotundamente y eligió estratégicamente el mismo tramo de 9 Km delimitado por dos puentes (el Old Belford y el Welney) del río Old Belford que empleó Rowbotham anteriormente. El naturalista no sabía que Rowbotham ya había campado a sus anchas por allí. Para más inri, Hampden se lo ocultó para jugar con ventaja. Wallace humildemente le ofreció realizar la demostración de forma privada, para no dejarle en ridículo ante el público en caso de que demostrase la curvatura terrestre. De nuevo, Hampden se negó. Tenía una seguridad apabullante en que Wallace no tenía nada qué hacer para refutar el modelo de Tierra plana.
Ambos ingresaron sus respectivas 500 libras en Coutts Bank y se citaron para el 1 de marzo de 1870. Es curioso que unos días antes Hampden de repente se retractase de su decisión de acudir presencialmente a la prueba, enviando a un sustituto de su confianza. No quería viajar tan lejos, ni siquiera para acudir a su propio desafío. Wallace le propuso reunirse con él en privado para observar el experimento y, en caso de que no estuviese convencido, acudir a los árbitros para la evaluación final (para así evitar también el escarnio público), pero Hampden se empeñaba en su rotundidad. Así que no quedó más remedio que elegir a los árbitros. Wallace sugirió a John Henry Walsh, editor de una revista deportiva y cirujano, ante lo que Hampden se mostró de acuerdo. El otro testigo, insistió Wallace, debía ser una persona imparcial y que no fuese conocida de ninguno de los desafiantes. Hampden aceptó… pero volvió a jugar sucio, porque envió a nada más y nada menos que a uno de sus colegas, William Carpenter.
Wallace se encontró con Carpenter en la estación el 28 de febrero. Otra muestra de lo ladino que era Hampden era la escueta nota que llevaba Carpenter en su bolsillo, en la que Hampden le informaba de que iba a enviar a su impresor y acólito zetetista, un tal Alfred Bull, para acompañarle y para que tuviese a alguien más de su lado por si tenía que consultar o pergeñar cualquier cosa. Le advertía asimismo de que Wallace podía hacer trampas para ganar. Por el contrario, vemos que el único con una pizca de humildad era el naturalista. Finalmente, John Hampden hizo su aparición estelar en el último minuto tras haber sido convencido por sus colegas de que tenía que estar presente en el desafío que él había propuesto.
El 1 de marzo se intentó llevar a cabo el experimento de Wallace. Su propuesta era muy sencilla: quería instalar seis postes de 1,82 metros de largo con unos círculos negros y rojos adheridos a los mismos en la orilla del río a lo largo de las 6 millas (9 Km) acordadas en el río Old Belford, uno en cada milla. Su hipótesis era muy simple y podía ser contrastada por cualquiera:
“Si el agua es recta y plana, la parte superior de los postes será recta y plana también. Pero si la tierra y el agua tienen una curvatura de 4000 millas de radio (6437 Km), entonces la parte superior de los postes será igualmente convexa, y se verán elevándose cada vez más alto hasta el poste del medio, y desde ahí se irán hundiendo cada vez más hasta el más lejano. Con un buen telescopio la curvatura se verá fácilmente si existe.”
Finalmente, colocaron un pesado telescopio sobre una barcaza situado a la altura de los postes y lo intentaron equilibrar como pudieron. Sin embargo, observaron que los postes no estaban alineados y no se podía apreciar el desnivel que había predicho Wallace. Tras una fuerte discusión, abortaron el experimento para otro día. Wallace compró un teodolito, un instrumento cartográfico para medir el nivel real de cualquier objeto visto a distancia con una precisión bastante ajustada. Los resultados se retrasaron varios días más por distintas circunstancias, como el mal tiempo o el abandono del árbitro John Henry Walsh, quien debía continuar sus labores como editor. A este último lo sustituyó el cirujano Martin Wales Bedell Coulcher.
Por fin, el 5 de marzo fue el día que reunía las condiciones adecuadas para llevar a cabo el experimento. Hubo un ligero rediseño para adaptarse a las nuevas condiciones. Colocaron una lámina con una gruesa banda negra dibujada en su centro colgando del puente Old Belford. Instalaron el nuevo telescopio en el puente de Welney, situado en el extremo opuesto del segmento del río Old Belford, a la misma altura del agua que la banda negra. A una distancia intermedia entre los dos puentes (3 millas) se colocó un poste rojo rematado con un disco marcador a la altura adecuada para coincidir con las alturas de la banda negra y el telescopio. Los tres puntos estaban situados a poco más de 4 metros de altura por encima del agua. Todo dependía de la altura a la que apareciese el marcador central: si aparecía por debajo de la línea de visión, sería cierto que ese curso de agua y, por tanto, la Tierra, eran planos. Si aparecía por encima era por el efecto de la curvatura de la Tierra. Para más precisión, Wallace predijo a partir de su hipótesis que el disco central tenía que aparecer aproximadamente a 1,5 metros por encima de la línea de visión obviando la refracción atmosférica. Y así fue, el marcador central estaba a unos 1,5 metros por encima de la banda negra del puente Old Belford, confirmándose su hipótesis y demostrando que la Tierra tenía curvatura. Sin embargo, el árbitro terraplanista, William Carpenter, también miró a través del teodolito, negando la observación de Wallace, pues él afirmaba haber visto cómo tanto el marcador central como la banda negra del otro puente estaban por debajo del punto de mira del telescopio. En consecuencia, se negó a reconocer la veracidad del experimento. Coulcher, en cambio, como era de esperar en un hombre de ciencia, confirmó que el experimento estaba bien hecho y los resultados correctamente interpretados.
https://periergeia.org/dossier-terraplanismo-parte-2-tierra-plana-vs-tierra-esferica-la-teoria-de-la-tierra-plana-a-examen/
Comentarios
el anterior se borro, y por eso no se acabo la grabación, este es el final o la continuación de esa grabación final , después de recuperarlo por medio de recuva, me parece que sale mal y no se desarrolla la grabación... pero finalmente he puesto otra grabación hecha ya esta tarde... para finalizar correctamente el libro...