Salvación es retornar al Amor

Para salvar o salvarse del sufrimiento, la desesperación y la culpa, con la que el miedo surgido del ego parece atenazar con insidiosa persistencia, se ha de tener perfectamente claro en qué consiste la salvación y, sin dilación, llevarla a cabo, o todo quedará en un cúmulo de buenas intenciones que no conducen más que a la misma frustración de los intentos anteriores, a la misma limitación perceptiva de siempre, porque desde el ego sólo encuentras ego; y el ego es la condena de la que se ha de librar uno. Ya que desde lo personal (lo egoico) querer ayudar se convierte en un querer imponer los propios puntos de vista sobre otros puntos de vista contrarios que también opinan tener 'su' supuesta solución particular, fabricando innecesarios combates destructores de la paz mental y la dicha, que son, en última instancia, las que sí salvan.
Lo esencial de la salvación comienza en lo íntimo y se extiende en consciencia por doquier. Es, sí o sí, un desde dentro hacia fuera, hasta reconocer lo ilimitado del espíritu. Nunca, jamás, de ningún modo, se inicia afuera; ya que, sin la paz y la dicha internas, sólo se sembrará conflicto y desdicha, y, a su tiempo, se recogerá esa dañina e infausta siembra.
Una vez conoces que lo sustancial y real es el espíritu, jamás la carne (eso es salvarse), la realidad se muestra clara en tu ser y no confundes ya el cuerpo como tu morada e identidad -ni como la morada e identidad de tu prójimo-, sino que ahora lo que antes considerabas parte inherente a ti es reconocido, sin duda alguna, como una herramienta con la que expresar y compartir esa salvación vivenciada, con inefable alegría y plenitud, con todos aquellos que libremente así lo quieran... un darse libre, total y voluntariamente a la Vida, sin esperar a cambio nada especial o personal (esto es salvar).
Y, en ese compartir desprendido y desinteresado, retorna el Amor (Dios, Nirvana, Tao, Absoluto...) a la consciencia infinita de relación santa, pura, inocente, en/con el Ser indiviso que en plenitud somos... verdadero y sencillo 'no dos', eternamente bienaventurado en ese perfecto Amor.