Reflexión:
Comenzamos la reflexión de La Liturgia del día de hoy, poniéndonos en El Nombre del Padre, etc.
Queridos hermanos y hermanas:
El apóstol Pablo con gran entereza y guiado por El Espíritu Santo de Dios revela y evangeliza a los gentiles, que entre los judíos, se dice de un gentil a la persona o comunidad que profesa otra religión. Así, Pablo lleva La Palabra de Dios a los atenienses que eran muy esmerados en lo religioso, al punto de tener de entre los diversos dioses que tenían también a un «dios desconocido». Pablo anuncia al Único y Verdadero Dios, y les dice: «El Dios que hizo el mundo y lo que contiene, Él es Señor de cielo y tierra»… Con estas palabras el Apóstol manifiesta y confirma que hay Un Solo Dios, porque Uno Solo es el que hizo el mundo y lo que contiene, partiendo que en aquellos tiempos se consideraba al mundo como lo único explorable, y más aún es enfático, porque dice que «Él es Señor de cielo y tierra»… teniendo por cielo al lugar donde Dios habita y la tierra el lugar de los hombres, y en consecuencia no hay más nada para lo que se viva, y si Dios Es El Señor de ambas cosas: Cielo y tierra, quiere decir que nuestro Dios Es El Único y que lo es tanto para el cielo como para la tierra, es decir, para todo lo creado, y si lo es para todo es que todos son para Él. Por ello añade: «Quería que lo buscasen a Él, a ver si, al menos a tientas, lo encontraban» Es decir, Dios creando todo y luego del pecado de nuestros primeros padres, el hombre, en efecto, al perder la gracia deja de tener intimidad sensitiva con Dios, pero por la misericordia de Dios, Él, en efecto, siguió manifestándose para que Sus hijos logren su salvación y logren nuevamente la gracia de tener la intimidad sensitiva con Dios, porque, en efecto, añade La Escritura: «aunque no está lejos de ninguno de nosotros, pues en Él vivimos, nos movemos y existimos». Es decir, que mientras estemos necesariamente «en su gracia»:
1. Es que «vivimos dentro de Él», y vivimos en gracia para alcanzar La Vida Eterna. Luego, nos movemos «dentro de Él», es decir, que estando en Su gracia nos movemos o bien para que aun haciendo nuestra voluntad pero según Sus mandamientos logremos la salvación; y haciendo Su divina voluntad – que es mejor – y cumplimos Sus mandamientos y Su querer tanto como Él lo haya designado, porque ello es garantía de nuestra salvación y mayor gloria de Él.
2. En cuanto «nos movemos dentro de Él» es porque todo cuanto realizamos lo hacemos porque dependemos de Dios para poder movernos, pues, todo cuanto hace el hombre por propios movimientos es posible por Dios, comenzando desde el hombre mismo, pues, el hombre tiene la capacidad de pensar y hacer según sus cualidades y máximos talentos porque Dios se lo dio, y así no se puede vanagloriar de nada, porque todo viene de Dios como un don gratuito de Su grande misericordia.
3. Y en cuanto «existimos dentro de Él» no es lo mismo que vivir «dentro de Él» porque vivir supone estar en gracia para nuestra salvación, y existir implica «ser», es decir, que Él nos haya creado para poder ser, para poder existir, y en efecto, lo seguimos haciendo corporalmente hasta que Él lo determine, o hasta que nosotros por nuestras necedades queramos, como lo es en efecto, quienes mueren por exceso de algún consumo que deteriore la salud, o por arriesgar la vida con algún medio de transporte, etc, que en éste caso, no fue la voluntad de Dios, fue el hombre quien provocó su partida de éste mundo, y de ahí la importancia de vivir «dentro de la gracia de Dios» pero en Su voluntad.
Luego el Apóstol tiene una desavenencia cuando los atenienses, dice, La Lectura: «Al oír "resurrección de muertos", unos lo tomaban a broma, otros dijeron: "De esto te oiremos hablar en otra ocasión."»… Y así como a él, a muchos nos ocurre que cuando evangelizamos a algunas personas y éstas no están necesitadas de Dios, o por soberbia, o por apatía, o por ignorancia invencible, etc., se sonríen, o de alguna manera buscan que retirarse de la conversación. Pero el cristiano tiene una tarea encomendada en este mundo: Anunciar de palabra y obra la evangelización a todos sus hermanos con quienes se crucen en su camino, y si algunos no se muestran favorables, otros si lo harán, por ello añade La Lectura: «Algunos se le juntaron y creyeron» Y todos cantaremos las alabanzas al Señor como nos invita el salmo de hoy: «"Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria." Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto. Alabadlo, todos sus ángeles; alabadlo, todos sus ejércitos.»
Luego El Divino Maestro nos va enseñando como es que El Espíritu Santo se va mostrando a Sus Apóstoles y en consecuencia a Su Iglesia desde la primitiva hasta nuestras fechas. El Señor Jesús, en efecto, manifiesta una realidad que ha acontecido en la historia de La Iglesia, y es básicamente su maestría, pues, alguien debía enseñar al respecto, y obviamente al deceso del primer Pontífice tenía que haber alguien quien siga conduciendo a La Iglesia, porque no podía quedar a la deriva esta Iglesia que tanto sufrimiento y muerte le costó al Señor. Imagínense pues, que El Señor Jesús haya tenido que instituir Su Iglesia y que desaparezca luego del deceso de los doce, sería incongruente para Quien Es El Divino Maestro, Dios Mismo, Jesucristo nuestro Señor. Y que no se diga que La Iglesia tenía que seguir a La Luz del Espíritu Santo sin líder que la dirigiese porque el sucesor de Pedro es Lino y todos los antiguos registros de los obispos romanos, que nos han sido transmitidos por San Ireneo, Padre de La Iglesia nacido en el año 130 dC, así como Julius Africanus, San Hipólito, Eusebio, también el catálogo Liberiano del 354, colocan el nombre de Lino (Que reinó en su pontificado entre los años 67 y 76 aprox.) directamente después del Príncipe de los Apóstoles, San Pedro. Estos registros se trazan en una lista de los Obispos Romanos que existieron en el tiempo del Papa Eleuterio (cerca del 174-189). La lista romana en Irenaeus tiene reclamos más grandes hacia la autoridad histórica. Este autor – San Ireneo – reclama que el Papa Lino, es el Lino mencionado por S. Pablo en 2 Timoteo 4, 21.
Es por ello que El Señor Jesús manifiesta con sabia claridad: «Tengo todavía mucho que deciros, pero no podéis soportarlo ahora»… en relación a que todo lo que ha ido revelando El Señor a través de la historia de La Iglesia en sus documentos pontificios, Dogmas, Encíclicas y un larguísimo etc. es una revelación que era necesaria hacerla después de la partida del Señor; y que todos estos documentos, sobre todo los Dogmas no podían revelarse en un tiempo tan corto como lo fue la vida del Señor Jesús; además, que era necesario que pasara el tiempo para lograr la necesidad de esas revelaciones y la maduración del Magisterio de La Iglesia, es decir, del conocimiento cada vez mayor de La Iglesia, lo mismo que un niño va aprendiendo poco a poco cuando va alcanzando su madurez y que ocurrió, efectivamente como lo dice San Lucas 2, 52: «Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres»…
Y añade por ello: «Cuando venga Aquél, el Espíritu de verdad, Él os conducirá a toda la verdad; porque Él no hablará por Sí mismo, sino que dirá lo que habrá oído, y os anunciará las cosas por venir»…
Él me glorificará, porque tomará de lo mío, y os (lo) declarará. Dice El Señor.
Lo glorificará, porque por Sus enseñanzas al Magisterio de La Iglesia, el hombre conoce más y da gloria a Dios por ello, así como por esa enseñanza se logra la evangelización de los hombres quienes logrando sus conversiones dan gloria a Dios porque, en efecto, muchos se salvaron, como lo registran la historia de los santos que de antiguo algunos aún no se convertían, sino, hasta las enseñanzas de las autoridades de La Iglesia, como es el caso de san Agustín, convertido por san Ambrosio, Obispo de Milán.
Es así que tenemos una enseñanza no estática, sino, evolutiva y creciente en La Iglesia. Nosotros, en efecto, conocemos más que los antiguos Papas, doctores de La Iglesia, santos y demás, porque ahora hay más dogmas y demás documentos pontificios que años antes.
La Lectura prosigue y añade: «Tomará de lo mío» (El Espíritu Santo)
¿Qué es de Dios y se aplica a éste pasaje bíblico? Su Sabiduría
¿El hombre la necesita? Sí.
¿Por qué? Porque la sabiduría es la luz que se recibe de lo alto; es decir, que es una participación especial en ese conocimiento misterioso y sumo, que es propio de Dios. Por tanto, si el hombre necesita de la sabiduría de Dios, y El Señor Jesús manifiesta que El Espíritu Santo tomará de lo que es del Señor Jesús, es porque se está refiriendo a la sabiduría, porque añade en La Escritura: «os (lo) declarará».
Esta sabiduría superior es la raíz de un «conocimiento nuevo», un conocimiento impregnado por la caridad – El Amor de Dios –, gracias al cual el alma adquiere familiaridad con las cosas divinas. Por ello es que por El Amor de Dios se nos da la sabiduría, y no por la sabiduría de Dios se nos da Su Amor, porque Dios amándote primero te da la sabiduría para que conozcas de Él, siempre que tú quieras aceptar Su bendito llamado. Luego si esa sabiduría se nos da a todos, cuanto más se lo ha podido delegar a los Doce, y luego con tanta necesidad a los Sucesores de Pedro para el bien del pueblo de Dios. De ahí la necesidad de que el hombre se deje guiar por La Santa Madre Iglesia que es Maestra también.
Queridos hermanos y hermanas, que Dios nos bendiga y La Santísima Virgen nos proteja, y que fructifique sobre abundantemente la liturgia de hoy en nuestras vidas.
Como siempre los dejo con el mensaje de la importancia de comulgar todos los días o cuanto menos los domingos y fiestas de guardar: El que come Mi Carne y bebe Mi Sangre, tiene Vida Eterna, y Yo lo resucitaré el último día. Dice el Señor (Jn. 6, 54)
En El Nombre del Padre, etc.
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