Un día como hoy nos despedimos cada uno en busca de su sitio, no sé tú, pero yo he encontrado el mío. Ahora te cuento, pero primero me apetece hablar de nosotros. No voy a decirte que eres de esas despedidas que duele, sí de las que cuesta olvidar, de las que enloquece e incluso hace perder los papeles, de las que lleva a cambiar, a olvidar, de las que hace crecer mientras va desapareciendo al fondo de una imagen cargada de cosas que nunca suceden. Siempre había estado perdido, incluso llegué a ser como ellos, una persona en medio del mundo, sin más amor propio que decir muchas veces te quiero. Tú me hundiste, ¿sabes? Me hiciste sentirme la mayor basura, lo que sobraba en medio de todo, yo era el raro, el loco, ese ingenuo y pobre desgraciado que perdía contra todo. Sh, cállate. No intentes jugar con mi corazón a acelerar lo que ya no es tuyo, puedo tener miedo, pero ya no tiemblo. Nunca vas a entender que aquella soledad que me atormentó es la que hoy me alimenta. No podré explicarte que lo que para ti es el sol yo lo encuentro en la tormenta. No. No. Que no. Puedes decir lo que quieras, pero a veces el mundo se abre al cerrarse la puerta. Me hundiste en la mierda, me perdí, lo perdí todo, daba puta pena. Era un despojo entre tanta sonrisa allí fuera. Ahora soy la sonrisa tras una cara seria. No sé lo que es que alguien te quiera, no sé lo que es el amor, y de tus "cosas" he aprendido lo suficiente para escribirlo y que les duela, mi corazón late normal, ya no se acelera, fuiste la única que lo consiguió, y no vas a volver a hacerlo, te aviso, por si lo intentas. Ya no tengo miedo, ni amigos. Bueno, amigos sí...los cuento con la palma de mi mano. Ya no tengo daños colaterales ni secuelas que te respalden. Ya no tengo un puto punto débil por el que puedas atacarme. Ya no tengo nada. NADA. Y eso lo es todo. Y las balas son polvo, y yo sólo un mueble sucio cargado de intentos de herir sin éxito. 6 putos años de débito para poder escribir de ti, intentando entender como estando vivo se puede aprender a morir, como una sensación puede hundirte, matarte, o hacerte infeliz. Pero mírame, sigo aquí, y, ¿sabes qué? Soy feliz.
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