LA REAPARICIÓN DE CRISTO, maestro Tibetano Djwhal Khul
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La Reaparición de Cristo
Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul
(Alice A. Bailey)
Nota Clave:
"Siempre que haya un debilitamiento de la Ley y un crecimiento de la ilegalidad en todas partes, entonces Yo me manifiesto."
"Para la salvación de los justos y la destrucción de aquellos que hacen el mal, para el firme establecimiento de la Ley, Yo vuelvo a nacer edad tras edad."
Bhagavad Gita Libro IV, Aforismos 7 y 8.
CAPÍTULO 1
LA DOCTRINA DE AQUEL QUE VIENE
Enseñanza Occidental
LA DOCTRINA DE LOS AVATARES
Enseñanza Oriental
En todas las épocas, en muchos ciclos mundiales, en muchos países (y hoy en todos), han habido grandes momentos de tensión que se caracterizaron por un sentimiento de esperanzada expectativa. Se espera a Alguien y Su venida es presentida. En el pasado, los instructores religiosos fueron siempre los que han fomentado y proclamado esta expectativa en su época, y lo han hecho en los momentos de caos y dificultades al acercarse el fin de una civilización o cultura, y cuando los recursos de las antiguas religiones parecían ser inadecuados para solucionar las dificultades o resolver los problemas de los hombres.
La venida del Avatar, el advenimiento de Aquel que viene y, en términos actuales, la reaparición de Cristo, constituyen las notas clave de la preponderante expectativa. Cuando los tiempos están maduros, la invocación de las masas es suficientemente clamorosa y muy vehemente la fe de quienes saben, entonces Él ha venido, y esta antigua regla o ley universal no será hoy exceptuada. La reaparición de Cristo, el Avatar, ha sido, durante décadas, anticipada por los creyentes de ambos hemisferios no sólo por los cristianos, sino también por quienes esperan a Maitreya, al Boddhisattva y al Iman Mahdi.
Cuando los hombres sienten que han agotado todos sus recursos, que han llegado al término de todas sus posibilidades innatas y que no pueden resolver ni manejar los problemas y condiciones que enfrentan, suelen buscar a un Intermediario divino y al Mediador que abogue por su causa ante Dios y logre su salvación. Buscan un Salvador. Esta doctrina de Mediadores, Mesías, Cristos y Avatares, abunda en todas partes y puede ser trazada como un hilo dorado que atraviesa todos los credos y Escrituras del mundo, relacionándolos con una fuente central de emanación. Incluso el alma humana es considerada el intermediario entre el hombre y Dios; incontables millones de seres humanos creen que Cristo actúa como el divino Mediador entre la humanidad y la divinidad.
Todo el sistema de revelación espiritual está basado –siempre lo ha estado- en la doctrina de la interdependencia y la vinculación planificada, ordenada y consciente, y en la transmisión de energía desde un aspecto de la manifestación divina a otro des de Dios que se halla en el "Lugar secreto del Altísimo", hasta el más humilde ser humano que vive, lucha y padece en la tierra. En todas partes existe esta transmisión de energía; Cristo lo ha dicho: "Yo he venido para que ellos puedan tener vida", y las Escrituras de todo el mundo hablan repetidamente sobre la intervención de algún Ser, originario de una fuente más elevada que la estrictamente humana. Siempre ha aparecido el mecanismo apropiado a través del cual la divinidad puede llegar a comunicarse con la humanidad, y la doctrina de los Avatares, o "Seres divinos que vienen" tiene que ver con esta comunicación y estos Instrumentos de energía divina.
Avatar es aquel que posee la capacidad (además de una tarea autoiniciada y un destino predesignado) de trasmitir energía y poder divinos. Esto constituye lógicamente un profundo misterio que Cristo demostró en forma singular y en relación con la energía cósmica. Por primera vez en la historia planetaria, hasta donde podemos saberlo, trasmitió la divina energía del amor directamente a nuestro planeta y en forma muy definida a la humanidad. A estos Avatares o Mensajeros divinos, también se los vincula con el concepto formulado por alguna Orden subjetiva espiritual, o Jerarquía de Vidas espirituales, que se ocupa de desarrollar el bienestar humano. Todo lo que realmente sabemos es que en el transcurso de las épocas, grandes y divinos Representantes de Dios personifican el propósito divino y afectan de tal manera el entero mundo, que Sus nombres e influencias se conocen y se sienten miles de años después que han dejado de caminar entre los hombres. Repetidas veces han venido y han cambiado al mundo legando una nueva religión mundial; sabemos también que por la promesa de la profecía y la fe, el género humano ha esperado su retorno en momentos de necesidad. Estas afirmaciones se refieren a hechos históricamente comprobados. Más allá de esto se conocen muy pocos detalles.
La palabra sánscrita "Avatar", significa literalmente "descendiendo desde muy lejos". Ava (como prefijo de verbos y sustantivos verbales) expresa la idea de "lejos, lejano, distancia", Avataram (comparativo) más lejano. La raíz AV parece trasmitir la idea de protección desde lo alto, empleándose hoy en palabras compuestas que se refieren a la protección que proviene de reyes o regentes; en lo que respecta a los dioses significa aceptación favorable cuando se ofrece un sacrificio. Puede decirse que la raíz de la palabra significa: "Descendiendo con la aprobación de la fuente superior de la cual proviene, a fin de beneficiar el lugar para el que fue destinado." (Diccionario Sánscrito de Monier Williams)).
Sin embargo, todos los Avatares o Salvadores mundiales, expresan dos incentivos básicos: la necesidad de Dios de hacer contacto con la humanidad y relacionarse con los hombres, y la necesidad que tiene la humanidad de entrar en contacto con la divinidad y ser ayudada y comprendida por ella. Por estar sujetos a estos incentivos, todos los verdaderos Avatares son por lo tanto intermediarios divinos. Pueden actuar de esta manera porque se han emancipado completamente de toda limitación y sentimiento de egoísmo y separatividad, y ya no son de acuerdo a las comunes normas humanas el centro dramático de sus propias vidas, como lo somos la mayoría de nosotros. Cuando han alcanzado esa etapa de descentralización espiritual pueden convertirse en verdaderos acontecimientos en la vida de nuestro planeta, porque todos los ojos dirigen sus miradas hacia Ellos, y todos los hombres pueden ser afectados por Ellos. Por lo tanto, un Avatar o un Cristo, aparece por dos razones: la incógnita e inescrutable Causa que lo impele a hacerLo y la demanda o la invocación de la humanidad misma. Un Avatar que llega es, en consecuencia, un acontecimiento espiritual que trae grandes cambios y restauraciones, para inaugurar una nueva civilización o restablecer "antiguos jalones" y llevar al hombre más cerca de lo divino. Han sido descriptos como "hombres extraordinarios que aparecen de vez en cuando para cambiar la faz del mundo e inaugurar una nueva era en el destino de la humanidad". Llegan en momentos de crisis; frecuentemente crean crisis, a fin de poner término a lo antiguo e indeseable, reemplazándolo por las formas nuevas y más apropiadas para la evolucionante vida de Dios, inmanente en la naturaleza. Llegan cuando el mal predomina. Aunque sólo sea por esta razón podemos en la actualidad esperar un Avatar. El escenario adecuado para la reaparición de Cristo está ya preparado.
Hay Avatares de muchas graduaciones y clases; unos son de gran importancia planetaria porque expresan ciclos completos de futuros desarrollos y emiten la nota y la enseñanza que introducirán en Sí Mismos una nueva era y una nueva civilización: Ellos personifican las grandes verdades que las razas humanas deben tratar de conocer y constituyen todavía el objetivo de las más grandes mentalidades de la época, a pesar de ser incomprendidas. Determinados Avatares también expresan en Sí Mismos la suma total de la realización humana y la perfección racial, llegando a ser los "hombres ideales" de las épocas. A otros más evolucionados se les permite ser custodios de algún principio y cualidad divinos, que requieren una nueva presentación y expresión en la Tierra, y pueden serlo porque han logrado la perfección y alcanzaron la más elevada iniciación posible. Tienen el don de ser esas cualidades espirituales personificadas porque han expresado íntegramente tal cualidad y principio específicos, y pueden actuar como canales para trasmitirlos desde el centro de toda Vida espiritual. Ésta es la base de la doctrina de los Avatares y Mensajeros divinos.
Así fue Cristo, dos veces Avatar, no solamente porque emitió la nota clave de la nueva era (hace más de dos mil años), y también en forma misteriosa e incomprensible personificó en Sí Mismo el divino principio del Amor, siendo el primero que reveló a los hombres la verdadera naturaleza de Dios. La demanda invocadora de la humanidad (el segundo de los incentivos que producen una Aparición divina) tiene un efecto poderoso, pues las almas de los hombres poseen, especialmente cuando actúan en forma conjunta, algo que es afín con la naturaleza divina del Avatar. Todos somos Dioses e hijos de un solo Padre, como lo ha dicho el último Avatar que ha venido, el Cristo. En cada corazón humano existe ese centro divino que, cuando entra en actividad, puede evocar respuesta desde ese elevado Lugar donde Aquel que viene espera su momento oportuno para aparecer. únicamente la demanda unida de la humanidad y su "intención masiva" puede precipitar el descenso (como se lo denomina) de un Avatar.
Resumiendo: la doctrina de los Avatares y la doctrina de la continuidad de la revelación van paralelas. En todas las épocas y en cada gran crisis humana, y siempre en las horas de necesidad, en la creación de una nueva raza o en el despertar de una humanidad preparada para recibir una nueva y más amplia misión, el Corazón de Dios impulsado por la Ley de Compasión envía un Instructor, un Salvador del mundo, un Iluminador, un Avatar, un Intermediario Transmisor, un Cristo. Trae el mensaje de curación que indicará el próximo paso que la raza humana debe dar; además iluminará un oscuro problema mundial, e impartirá al hombre el conocimiento de un aspecto de la divinidad hasta ahora incomprendido. La doctrina de los Avatares, Mensajeros divinos, Apariciones divinas y Salvadores, está fundada en el hecho de la continuidad de la revelación y en la secuencia de esta manifestación progresiva de la naturaleza divina. La historia da testimonio inequívoco de todos Ellos. En la realidad de esta continuidad, de esta secuencia de Mensajeros y Avatares y en la horrenda y espantosa necesidad de la humanidad de esta época, se basa la expectativa mundial de la reaparición de Cristo. El reconocimiento innato de estas realidades ha producido el clamor invocador, elevado constantemente por la humanidad, en demanda de algún alivio o intervención divina; el reconocimiento de estos hechos también inspirará el mandato que ha surgido desde "el centro donde la voluntad de Dios es conocida para que el Avatar venga nuevamente; el conocimiento de ambas demandas indujo al Cristo a prometer a todos Sus discípulos del mundo que Él reaparecería cuando hayan realizado el trabajo preparatorio necesario.
Los Avatares más comúnmente conocidos y reconocidos son: Buda en Oriente y Cristo en Occidente. Sus mensajes son familiares a todos, y los frutos de Sus vidas y palabras han condicionado el pensamiento y la civilización de ambos hemisferios. Debido a que son Avatares humanosdivinos, representan aquello que la humanidad puede comprender fácilmente, porque su naturaleza es igual a la nuestra, "carne de nuestra carne, espíritu de nuestro espíritu"; los conocemos y confiamos en ellos, significando para nosotros más que otras Apariciones divinas. Son conocidos por millones de seres que también Los conocen, confían en Ellos y Los aman. Cada uno estableció un núcleo de energía espiritual que está más allá de nuestra capacidad de comprensión. La tarea incesante de un Avatar consiste en establecer un núcleo de energía persistente y espiritualmente positivo; enfoca o introduce una verdad dinámica, una potente forma mental o un vórtice de energía magnética en el mundo del humano vivir. Este punto focal actúa acrecentadamente como transmisor de energía espiritual; permite a la humanidad expresar alguna idea divina que con el tiempo produce una civilización con su consiguiente cultura, religión, política, gobierno y métodos educativos. Así se hace la historia, la cual después de todo no es más que el registro de la reacción cíclica de la humanidad hacia alguna afluyente energía divina, hacia un líder inspirado o algún Avatar.
Un Avatar es por lo general, por tiempo indefinido, un Representante del segundo aspecto divino, el de AmorSabiduría, el Amor de Dios. Se manifestará como un Salvador, un Constructor, un Preservador; la humanidad no está todavía suficientemente desarrollada ni adecuadamente orientada hacia la vida del Espíritu como para resistir fácilmente el impacto de un Avatar que exprese la dinámica voluntad de Dios. Para nosotros (y ésta es nuestra limitación), Avatar es aquel que preserva, desarrolla, construye, protege, ampara y socorre los impulsos espirituales por los cuales vive el hombre. La necesidad del hombre y su demanda de preservación y ayuda, hace que Él se manifieste. La humanidad necesita Amor, comprensión y correctas relaciones humanas, como expresión de una divinidad realizada. Esta necesidad nos trajo anteriormente al Cristo como Avatar de Amor. Cristo, ese gran Mensajero humanodivino, debido a su magna realización -- en el sentido de su comprensión trasmitió a la humanidad un aspecto y una potencialidad de la naturaleza de Dios mismo, el principio Amor de la Deidad. La luz, la aspiración y el reconocimiento de Dios Trascendente ha sido la expresión vacilante de la actitud humana hacia Dios, antes del advenimiento del Buddha, el Avatar de la Iluminación. Cuando vino el Buddha demostró en su propia vida la realidad de Dios Inmanente y de Dios Trascendente, de Dios en el universo y de Dios en la humanidad. La individualidad de la Deidad y del yo en el corazón del hombre llegó a ser una realidad en la conciencia humana. Fue una verdad relativamente nueva para el hombre.
Sin embargo, las Escrituras mundiales acentuaron muy poco a Dios como aspecto Amor, hasta que vino Cristo y vivió una vida de amor y de servicio y dio a los hombres el nuevo mandamiento de amarse los unos a los otros. Después de su venida como el Avatar de Amor, Dios llegó a ser conocido como amor supremo, amor como meta y objetivo de la creación, amor como principio fundamental de las relaciones y amor que actúa en todo lo manifestado, que se dirige hacia un Plan motivado por el Amor. Cristo reveló y acentuó esta divina cualidad, que alteró el vivir, las metas y los valores humanos.
La razón por la cual Él no ha venido nuevamente se debe a que sus seguidores no han realizado el trabajo necesario en todos los países. Su venida depende en gran parte, como veremos más adelante, de que se establezcan las correctas relaciones humanas, lo cual fue obstaculizado por la iglesia en el transcurso de los siglos, y no ha ayudado a ello debido a su fanatismo de hacer "cristianos" a todos los pueblos, en vez de seguidores del Cristo. Ha recalcado la doctrina teológica y no el amor y la comprensión amorosa como Cristo la ejemplificó. Predicó la doctrina del iracundo Saúl de Tarso y no la del bondadoso carpintero de Galilea. Por eso Él está esperando. Pero su hora ya ha llegado, debido a la "necesidad" de todos los pueblos, a la demanda invocadora de las masas de todas partes y a la petición de Sus discípulos que profesan todos los credos y religiones del mundo.
No nos es dable conocer aún la fecha y el momento de Su reaparición. Su venida depende de la demanda (tantas veces silenciosa) de todos los que aguardan con intención masiva; también de que las correctas relaciones humanas estén mejor establecidas, y de determinado trabajo que realizan hoy los Miembros avanzados del Reino de Dios, la Iglesia Invisible, la Jerarquía espiritual de nuestro planeta; además depende hoy de la constancia de los discípulos de Cristo en el mundo y de Sus colaboradores iniciados que actúan en los numerosos grupos religiosos, políticos y económicos. A esto debe agregarse lo que los cristianos acostumbran llamar "la Voluntad inescrutable de Dios", ese propósito no reconocido del Señor del Mundo, el Anciano de los Días (como se lo llama en El Antiguo Testamento), Que conoce Su propio pensamiento, irradia la cualidad más elevada del amor y enfoca Su voluntad en Su propio lugar elevado, dentro del centro donde "la voluntad de Dios es conocida".
Cuando aparezca el Cristo, el Avatar de Amor, entonces "Los hijos de los hombres que son ahora los hijos de Dios apartarán Sus rostros de la Luz resplandeciente e irradiarán esa Luz sobre los hijos de los hombres que todavía no saben que son los hijos de Dios". Entonces aparecerá Aquel que viene; Sus pasos se acelerarán en el valle de las sombras, porque el Todopoderoso que se halla sobre la cumbre de la montaña, exhala amor eterno, luz suprema y pacífica y silenciosa voluntad.
"Entonces responderán los hijos de los hombres. Una nueva luz brillará en el cansado y lúgubre valle de la tierra. Una nueva vida circulará por sus venas y su visión abarcará todos los caminos de lo que vendrá".
"Así vendrá nuevamente la paz a la tierra, pero una paz desconocida hasta ahora. Entonces la voluntad al bien florecerá como comprensión, y la comprensión fructificará como buena voluntad en los hombres."
CAPITULO II
OPORTUNIDAD EXCEPCIONAL DE CRISTO
El Mundo Actual
Una de las dificultades que hoy se presentan para aceptar la enseñanza de la venida de Cristo, se debe a que ha sido dada durante siglos y nada ha sucedido. Esto es verdad y aquí reside gran parte de nuestra dificultad. La expectativa de su venida no es nueva; nada hay en ella de excepcional o diferente. A quienes aún sostienen esta idea se los mira con tolerancia y condescendencia y hasta son objeto de burla. Un análisis de los tiempos y las épocas, de las significaciones, de la intención divina o la voluntad de Dios, más la consideración de la situación mundial, puede conducirnos, sin embargo, a creer que el momento actual es excepcional en más de un sentido, y que una oportunidad extraordinaria enfrenta al Cristo, producida por ciertas condiciones mundiales, que en sí son únicas, Existen hoy determinados factores en el mundo y tuvieron lugar ciertos acontecimientos en el siglo pasado que nunca habían ocurrido, y sería de valor considerarlos a fin de adquirir una mejor perspectiva.
El mundo al que vendrá Cristo es un mundo nuevo, aunque no mejor; nuevas ideas ocupan la mente de la gente y nuevos problemas aguardan solución. Consideremos esta excepcionalidad y adquiramos algún conocimiento de la situación a la que se precipitará el Cristo. Abordemos este tema en forma realista y evitemos los pensamientos místicos y vagos. Si es verdad que Él planea reaparecer, si será un hecho que traerá consigo a sus discípulos,los Maestros de Sabiduría, y si esta venida es inminente, ¿cuáles son algunos de los factores que Él y ellos deben tener en cuenta?
Ante todo, vendrá a un mundo que es esencialmente un solo mundo. Su reaparición y su trabajo consiguiente no pueden estar confinados a una pequeña localidad o territorio desconocido para la gran mayoría, como sucedió en Su anterior aparición. La difusión de noticias por los diversos medios de comunicación, hará que su venida sea diferente de la de cualquier otro Mensajero que le precedió; los rápidos sistemas de transporte permitirán que incontables millones de seres lleguen a Él por cualquier medio de comunicación; su rostro llegará a ser muy familiar a todos, mediante la televisión, y en verdad "todos los ojos lo verán". Aunque no exista un reconocimiento general de su estado espiritual y de su mensaje, habrá lógicamente un interés universal, pues hasta los numerosos y falsos Cristos y Mensajeros están descubriendo esta curiosidad universal y no pueden ocultarla. Esto crea una condición excepcional para la cual es necesario trabajar, que ningún salvador y energetizador Hijo de Dios jamás tuvo que enfrentar.
La sensibilidad de los pueblos del mundo hacia lo nuevo o necesario, es también extraordinariamente distinta; el hombre ha reaccionado progresivamente hacia el bien y el mal, y posee un mecanismo de respuesta mucho más sensible que el que poseía la humanidad en esas épocas primitivas. Si el Mensajero tuvo una respuesta inmediata cuando vino anteriormente, hoy será más general y rápida su aceptación o rechazo. Actualmente el hombre es más analítico, es más culto, más intuitivo y espera, como nunca en otra época de la historia, lo excepcional y poco común. Su percepción intelectual es más penetrante; su sentido de los valores más agudo; se desarrolla aceleradamente su capacidad para discriminar y elegir, y penetra con mayor rapidez en el significado de las cosas. Estos hechos condicionarán la reaparición de Cristo y tenderán a propagar más rápidamente la noticia de Su venida y el contenido de Su mensaje.
Cuando vuelva encontrará un mundo excepcionalmente libre del dominio y de la garra eclesiástica; en su anterior venida, Palestina estaba sujeta a la férula de los dirigentes religiosos judíos, y los fariseos y saduceos eran para los pueblos de esa tierra lo que los potentados de la iglesia son para los pueblos del mundo actual. Pero en la humanidad ha habido un saludable y útil alejamiento de las iglesias y de las religiones ortodoxas durante el siglo pasado, y esto ofrecerá una oportunidad excepcional para la restauración de la verdadera religión y la presentación de un sencillo retorno al modo de vivir espiritual. Los sacerdotes, levitas, fariseos y saduceos, no lo reconocieron cuando vino. Le temían. Y es muy probable que los eclesiásticos reaccionarios no lo reconozcan hoy. Quizás reaparezca bajo un aspecto completamente inesperado; ¿quién podrá decir si vendrá como un político, un economista, un conductor del pueblo que surgirá del seno del mismo, un científico o un artista?
Es un sofisma creer, como algunos lo hacen, que el principal trabajo de Cristo será realizado por medio de las iglesias o de las religiones mundiales. Lógicamente trabajará a través de ellas si las condiciones lo permiten y si existe un núcleo viviente de verdadera espiritualidad dentro de las mismas, o cuando su demanda invocadora sea suficientemente poderosa para llegar hasta Él, entonces empleará en lo posible cualquier canal mediante el cual podrá expandir la conciencia del hombre y lograr la correcta orientación. Sin embargo, sería más exacto afirmar que actuará como Instructor mundial y que las iglesias constituirán sólo uno de los medios que empleará para instruir. Todo lo que ilumine la mente de los hombres, cualquier propaganda que tienda a traer correctas relaciones humanas, la forma de adquirir verdadero conocimiento, los métodos para trasmutar el conocimiento en sabiduría y comprensión, todo cuanto expanda la conciencia de la humanidad y los estados subhumanos de percepción y sensibilidad, todo lo que disipe el espejismo y la ilusión, destruya la cristalización y modifique las condiciones estáticas, estará comprendido en las actividades prácticas de la Jerarquía que Él supervisa. El Cristo estará restringido por la cualidad y la calidad de la demanda invocadora de la humanidad, la que a su vez estará condicionada por la etapa de evolución que haya alcanzado.
Durante la Edad Media y anteriormente, las iglesias y escuelas de filosofía proporcionaron los principales canales para realizar Su actividad subjetiva, lo cual no sucederá cuando esté aquí en forma objetiva y real. Esto es algo que las iglesias y organizaciones religiosas harían bien en recordar. En la actualidad Su interés y atención están puestos sobre dos nuevos campos de esfuerzo: primero, en el campo de la educación mundial y, segundo, en complementar inteligentemente esas actividades que corresponden al sector gubernamental en sus tres aspectos: estadístico, político y legislativo. El hombre común ya se da cuenta de la importancia y responsabilidad que tiene el gobierno; por lo tanto, la jerarquía comprende que antes de poder establecer el ciclo de la verdadera democracia (tal como existe esencialmente y que oportunamente se manifestará) es un imperativo la educación de las masas sobre la formación de un gobierno cooperativista, la estabilización económica a través de la correcta participación y la honesta interacción política. La larga separación existente entre política y religión debe terminar; esto puede lograrse ahora debido al alto nivel de inteligencia alcanzado por las masas y a que la ciencia ha acercado tanto a los hombres, que lo que sucede en algún lugar remoto de la tierra se convierte en algo de interés general en pocos minutos. Esto posibilita en forma excepcional el futuro trabajo del Cristo.
Es una necesidad que, al prepararnos para su reaparición, Lo reconozcamos espiritualmente; nadie sabe en qué nación aparecerá, ¿quién puede decir si será inglés, ruso, negro, latino, turco, hindú, o de cualquier otra nacionalidad? Quizás profese la fe cristiana, hindú o budista, o no profese credo alguno; tampoco vendrá a restaurar ninguna de las antiguas religiones, incluso la cristiana, sino a restablecer en los hombres la fe en el Amor del Padre, la realidad de la vivencia del Cristo y la íntima relación subjetiva e inquebrantable de todos los hombres. Estarán a su disposición todos los sistemas mundiales de comunicación y relación, lo cual contribuye a hacer más excepcional Su oportunidad, y para esto Él también debe prepararse.
Otro factor inusitado que caracterizará Su venida, no sólo será la expectativa general, sino el hecho de que hoy se sabe o enseña mucho acerca del Reino de Dios o la Jerarquía espiritual del planeta. En todas partes existen miles de personas que se interesan por la existencia de esa Jerarquía, creen en los Maestros de Sabiduría, los discípulos de Cristo, y no les sorprenderá la aparición de este grupo de hijos de Dios rodeando a Su Mentor, el Cristo. Todas las iglesias del mundo han familiarizado al público con la frase "el Reino de Dios"; durante el siglo pasado los esoteristas y ocultistas han dado a conocer públicamente la realidad de la existencia de la Jerarquía; los espiritistas han puesto el énfasis sobre la supervivencia de aquellos que han pasado al mundo oculto del ser, y sus Guías también han testimoniado la existencia de un mundo interno espiritual. Todo esto demanda una preparación excepcional que Le presenta al Cristo oportunidades y problemas también excepcionales.
Estas fuerzas espirituales y muchas otras, tanto fuera de las religiones mundiales como dentro de los grupos filosóficos y humanitarios, actúan dirigidas y estrechamente relacionadas, y sus actividades están íntimamente sincronizadas. Trabajan unidas (aunque esto no sea físicamente evidente) porque en la familia humana hay quienes se hallan en todas las etapas de respuesta. Las fuerzas de regeneración, reconstrucción, restauración y resurrección, están haciendo sentir su presencia en muchos grupos que tratan de ayudar y elevar a la humanidad, reconstruir el mundo, restaurar la estabilidad y el sentido de seguridad, preparando así, consciente o inconscientemente, el camino para la venida de Cristo.
Hay también un resurgimiento extraordinario de las antiguas enseñanzas del Buddha, que está penetrando en Occidente y halla fervorosos adherentes en todos los países. El Buddha es el símbolo de la Iluminación; en la actualidad se pone en todas partes singular énfasis sobre el aspecto luz. Millones de seres en el transcurso de las épocas, han reconocido al Buddha como el Portador de Luz. Sus Cuatro Nobles Verdades revelaron las causas de las dificultades humanas e indicaron el remedio. Nos enseñó a no identificarnos con las cosas materiales ni con los deseos; a adquirir un exacto sentido de los valores; a no considerar las posesiones y la existencia terrenas como de principal importancia; a seguir el Noble Óctuple Sendero, el Sendero de las correctas relaciones correctas relaciones con Dios y con sus semejantes, y a ser felices. Los pasos de este Sendero son:
Correctos Valores
Correcta Palabra
Correctos Modos de Vivir
Correcto Pensar
Correcta Aspiración
Correcta Conducta
Correcto Esfuerzo
Correcto Arrobamiento o Felicidad.
Este mensaje es excepcionalmente necesario hoy en el mundo, porque la mayoría de los verdaderos pasos que conducen a la felicidad han sido siempre ignorados. Sobre la base de esta enseñanza, Cristo levantará la superestructura de la hermandad entre los hombres, porque las correctas relaciones humanas son expresiones del amor de Dios y constituirán la principal e inmediata demostración de la divinidad en el hombre. Hoy, en medio de este devastado, caótico y desdichado mundo, la humanidad tiene una nueva oportunidad para rechazar la vida egoísta y materialista y podrá comenzar a hollar el Camino Iluminado. En el momento en que la humanidad demuestre voluntad de hollarlo, entonces el Cristo vendrá; existen ya indicios de que los hombres en la actualidad están aprendiendo esta lección y dando los primeros y vacilantes pasos en el Camino Iluminado de las correctas relaciones.
La época actual es única porque, como nunca, se caracteriza por un ciclo o período en que tienen lugar conferencias y reuniones comunales, nacionales e internacionales. Se forman clubes, foros y comités, se realizan conferencias y congresos en todas partes, a fin de debatir y estudiar el bienestar y la liberación humanos; este fenómeno es uno de los indicios más terminantes de que el Cristo está en camino. Él personifica la libertad y es el Mensajero de la Liberación. Estimula el espíritu y la conciencia grupales; Su energía espiritual es la fuerza atractiva que une a los hombres para el bien común. Su reaparición unirá y vinculará a los hombres y mujeres de buena voluntad de todo el mundo, sin tener en cuenta su religión y nacionalidad. Su venida evocará un mutuo y amplio reconocimiento de lo bueno que existe en todos. Esto constituye parte de lo excepcional de Su venida y para ello nos estamos preparando. Un análisis de las noticias diarias lo prueba. La demanda invocadora de los diversos grupos que trabajan, consciente o inconscientemente en bien de la humanidad, producirá Su venida. Quienes realizan este gran acto de invocación son las personas que piensan espiritualmente, los estadistas iluminados, los dirigentes religiosos y los hombres y mujeres cuyos corazones están henchidos de buena voluntad. Lograrán evocarlo si pueden mantenerse unidos con intención masiva y esperanzada expectativa. Este trabajo preparatorio debe ser enfocado y complementado por los intelectuales de todo el mundo, los destacados benefactores de la humanidad, los grupos dedicados al mejoramiento humano y por las personas altruistas representantes de los pueblos. El éxito del trabajo que el Cristo y la Jerarquía espiritual están planificando hoy, depende de que el género humano utilice hábilmente la luz que ya posee, a fin de establecer correctas relaciones en las familias, en la comunidad, en la nación y en el mundo.
Por lo tanto, la excepcional diferencia que existe entre la actual esperada venida de Cristo, y la anterior, es que hoy el mundo está colmado de grupos que trabajan para el bienestar humano. Este esfuerzo, considerado a la luz de pasados eones de la historia humana, es relativamente nuevo, y para ello Cristo debe prepararse y trabajar, siguiendo esta tendencia. El "ciclo de conferencias" que está llegando a su apogeo, constituye parte de la excepcional situación con la que el Cristo está enfrentado.
Sin embargo, antes de que Él pueda venir con sus discípulos, tendrá que desaparecer nuestra actual civilización. En el siglo próximo comenzaremos a comprender el significado de la palabra "resurrección", y la nueva era comenzará a revelar sus profundos propósitos e intenciones. Como primer paso, la humanidad debe resurgir después de la muerte de su civilización y de sus antiguas ideas y modos de vivir, abandonar sus metas materialistas y su detestable egoísmo y avanzar hacia la clara luz de la resurrección. Éstas no son palabras simbólicas ni místicas, sino parte del ámbito general que circundará el período de la Reaparición del Cristo, tan real como el ciclo de conferencias que tan afanosamente se están organizando ahora. Cuando vino Cristo en su anterior venida, nos enseñó el verdadero significado de la Renunciación o Crucifixión; esta vez su mensaje versará sobre la vida de resurrección. El presente ciclo de conferencias prepara a los hombres para las relaciones humanas, aunque parezcan ser hoy de naturaleza ampliamente divergente; pero los factores más importantes son el pensamiento y el interés humanos, destinados a establecer la necesidad, los objetivos involucrados y los medios a emplearse. El período de resurrección que Cristo inaugurará, el cual constituirá Su trabajo excepcional dentro del cual tendrán cabida todas sus actividades será el resultado de la fermentación y germinación que ya tienen lugar hoy en el mundo, constituyendo su evidencia externa las numerosas conferencias.
Las distintas y excepcionales condiciones que Cristo enfrentó durante los años de guerra lo forzaron a decidir la aceleración de Su venida, en vista de la necesidad humana. El estado infausto del mundo como resultado de la guerra mundial y de siglos de egoísmo, la sensibilidad excepcional que los hombres demostraron en todas partes (como resultado del proceso evolutivo), la inusitada difusión del conocimiento respecto a la Jerarquía espiritual y el singular desarrollo de la conciencia grupal que se manifiesta en todas partes mediante incontables conferencias, enfrentó al Cristo con su oportunidad excepcional y le impuso una decisión que no pudo evitar.
Podemos decir con toda reverencia que en esta "oportunidad" del Cristo, estaban involucrados dos factores difíciles de comprender por el hombre. Debemos reconocer el hecho de la sincronización de Su voluntad con la del padre, lo cual condujo a una decisión fundamental. No es fácil para el cristiano común comprender que el Cristo pasa constante y acrecentadamente por grandes experiencias, y que en Su divina experiencia no existe nada estático ni permanente, excepto Su inalterable amor por la humanidad.
Un profundo estudio del Evangelio, sin las limitaciones de las interpretaciones ortodoxas, revelaría muchas cosas. Las interpretaciones corrientes, si fueran reconocidas en su verdadero significado, consisten sencillamente en lo que alguien comprendió de una serie de palabras arameas, griegas o latinas. El hecho de que la mayoría de los comentaristas aceptados vivieran hace muchos siglos, han dado a dichas palabras un valor totalmente injustificable. Las palabras de un comentarista o intérprete, evidentemente no tienen hoy valor alguno, en comparación con los de la antigüedad; sin embargo el comentarista moderno es probablemente más inteligente y está mejor instruido y posee también la ventaja de que hay muchas traducciones aceptadas y una ciencia exacta. Teológicamente estamos sufriendo la ignorancia del pasado; lo inusitado es que un comentarista antiguo tenga más autoridad que uno moderno, culto e inteligente. Si El Nuevo Testamento es veraz en la presentación y en la repetición de las palabras del Cristo, de que podemos hacer “cosas más grandes" de las que Él hizo, y si es verdad que dijo:
"Sed perfectos como vuestro Padre en los cielos es perfecto”, ¿qué error hay en reconocer la capacidad de estar a la par de la mente del Cristo y saber lo que Él quiere que sepamos? También dijo que "si un hombre hiciere la voluntad de Dios, conocerá"; así fue como el Cristo mismo aprendió y Él nos asegura que con ese método tendremos éxito.
Cuando la conciencia del Cristo percibió la significación de la voluntad de Dios, Lo condujo a hacer grandes decisiones, obligándolo a exclamar: "Padre no mi voluntad sino la Tuya sea hecha." Estas palabras indican terminantemente un conflicto y no la sincronización de dos voluntades; señala la determinación, por parte del Cristo, de no oponer Su voluntad a la de Dios. Repentinamente Él tuvo la visión de la emergente intención divina para la humanidad y, por intermedio de ella, para todo el planeta. En esa particular etapa de desarrollo espiritual que el Cristo había alcanzado, y que lo convirtió en Guía de la Jerarquía espiritual, en Aquel que planeó el surgimiento del Reino de Dios y también en Maestro de Maestros e Instructor de ángeles y de hombres, Su conciencia estaba completamente identificada con el Plan divino. El desarrollo de ese Plan en la tierra, el establecimiento del Reino de Dios y la aparición del quinto reino de la naturaleza, constituyeron simplemente para Él el cumplimiento de la ley, y en ello toda su vida estuvo y habla estado engranada.
Él conocía y comprendía plenamente el plan y sus metas, técnicas y leyes, su energía (la del amor) y también la íntima y creciente relación entre la Jerarquía espiritual y la humanidad. En el punto máximo en que obtuvo pleno conocimiento, y en Su total entrega para realizar el sacrificio necesario de Su vida, a fin de cumplir el Plan, se produjo súbitamente una gran expansión de conciencia. El significado, la intención, el propósito de todo ello y la abarcante Idea divina (tal como existía en la mente del Padre), penetró en Su alma, no en Su mente, porque la revelación fue mucho más grande que la mente. Pudo ver con más profundidad que nunca el significado de la divinidad; entonces el mundo de significados y el mundo de los fenómenos se desvanecieron y lo perdió todo, esotéricamente hablando. Nada le quedó de la energía de la mente creadora ni de la energía del amor. Fue despojado de todo aquello que le había hecho la vida llevadera y plena de significado. Un nuevo tipo de energía estuvo disponible la energía de la vida misma, impregnada de propósito y activada por la intención. Pero era nueva y desconocida, y hasta ese momento incomprendida. Por primera vez percibió con claridad la relación que existía entre la voluntad, que hasta entonces se había expresado en su vida por medio del amor, y el trabajo creador de inaugurar la nueva dispensación. En ese momento pasó por el Getsemaní, la etapa de la Renunciación. Le fue revelado lo más grande, lo más vasto y lo más incluyente, perdiéndose de vista en esa visión todo lo que hasta ahora parecía tan vital e importante.
Esta comprensión vital de Ser y la identificación con la Divina Intención de Dios mismo, el Padre, el Señor del Mundo, en los niveles de percepción, de los cuales nada sabemos todavía, constituyeron el desenvolvimiento de la percepción del Cristo en el Camino de la Evolución superior. Ése es el camino que recorre hoy y comenzó a recorrerlo hace dos mil años en Palestina. Conoció, en sentido hasta entonces desconocido para Él, cuál era el propósito de Dios y el significado del destino humano, y la parte que Él debería desempeñar en el desenvolvimiento de ese destino. Durante siglos la humanidad ha prestado poca atención a la reacción del Cristo, respecto a su propio destino y en lo que afectaría al destino humano. Poco interés hemos demostrado en cuanto a Su reacción al conocimiento, a medida que Le era revelado. Nuestra reacción en lo que a Su trabajo y servicio atañe ha sido egoísta y reacia.
La palabra conocer (en relación con la conciencia iniciática de Cristo y de iniciados menores) concierne a la exactitud del conocimiento que el iniciado ha adquirido mediante el experimento, la experiencia y la expresión. Los primeros tenues indicios de la reacción hacia el "destino" monádico y la amplia influencia universal que un Hijo de Dios puede ejercer, se hizo sentir en la conciencia del Cristo y se hace sentir en la conciencia de todos aquellos que obedecen Su mandato y logran la perfección que Él señaló como posible. La cualidad o aspecto superior divino se hace sentir en la vida del progresista Hijo de Dios, que conoce el significado de la inteligencia y comprende la significación del amor y su cualidad atractiva. Hoy debido a ambos reconocimientos Él percibe el poder de la voluntad y la realidad del propósito divino que dicha voluntad debe complementar a cualquier precio. Ésta fue la mayor crisis del Cristo.
El Evangelio describe (como testimonio de este progresivo desarrollo divino) cuatro momentos donde se manifiesta esta comprensión universal o monádica. Consideremos brevemente cada uno de ellos:
1. Tenemos ante todo la manifestación que hizo a sus padres en el templo: "¿No sabéis que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?” En esa época tenía doce años, por lo tanto había terminado el trabajo que debía realizar (como alma); doce es el número del trabajo terminado, como lo atestiguan los doce trabajos de Hércules, otro Hijo de Dios. El símbolo de sus doce años fue reemplazado por los doce apóstoles, símbolo de servicio y sacrificio, También estuvo en el templo de Salomón, símbolo de la perfecta vida del alma, así como el Tabernáculo en el desierto es el símbolo de la imperfecta vida efímera de la personalidad transitoria; Cristo hablaba, por lo tanto, desde el nivel del alma, y no sólo como hombre espiritual en la Tierra. Cuando pronunció dichas palabras, también prestó servicio como Miembro activo de la Jerarquía espiritual. Sus padres Lo encontraron enseñando a los sacerdotes, fariseos y saduceos. Todo esto indica que reconocía el trabajo que Le correspondía como Instructor mundial, percibiendo, por primera vez, en su cerebro físico, el divino propósito o la divina voluntad.
2. Luego declaró a Sus discípulos: "Debo ir a Jerusalén", y a continuación leemos que "resueltamente volvió Su rostro para ir a, esa ciudad. Ésta fue la intimidación de que tenía un nuevo objetivo. El único lugar de completa "paz" (significado del vocablo Jerusalén") es "el centro donde la voluntad de Dios es conocida". La Jerarquía espiritual de nuestro planeta (la Iglesia Invisible del Cristo) no es un centro de paz, sino un verdadero vórtice de actividad amorosa, el lugar donde se reúnen las energías provenientes del centro de la voluntad divina y de la humanidad, el centro de inteligencia divina. Cristo se orientó hacia ese centro divino denominado en las Antiguas Escrituras, el lugar de serena determinación, de equilibrada y obediente voluntad". Esta afirmación señaló el punto crucial y determinante de la vida de Cristo y demostró Su progreso en el cumplimiento de la realización divina.
3. Entonces, en el Huerto de Getsemaní, exclamó: "Padre, no mi voluntad sino la Tuya sea hecha", indicando con ello que comprendía el destino divino. El significado de estas palabras no implica (como a menudo lo afirman los teólogos cristianos) aceptar el sufrimiento de un futuro infortunado y la muerte. Es la exclamación evocada por Su verdadera comprensión de las implicaciones universales de Su misión y el intenso enfoque de Su vida en sentido universal. La experiencia de Getsemaní es excepcionalmente posible sólo para aquellos Hijos de Dios que han alcanzado esta poco común etapa de evolución, no tenía ninguna conexión con el episodio de la crucifixión, como los comentaristas ortodoxos afirman.
4. Las últimas palabras del Cristo a Sus apóstoles fueron: "He aquí, Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin de la edad" o cielo. (Mt. 28,20). La palabra importante es "fin". El término griego empleado "sunteleia", significa el fin de un período y otro que le sigue inmediatamente (lo que podría llamarse el fin de un ciclo). En griego, el ultérrimo fin es otra palabra: "telos". En (Mt. 24,6) "mas aun no es el fin", se usa la palabra "telos" porque significa que "el fin del primer período no ha sido todavía alcanzado". Entonces hablaba como Guía de la Jerarquía espiritual, expresando Su divina voluntad (fusionada ahora con la voluntad de Dios) para instruir y compenetrar continuamente al mundo de los hombres con Su influyente conciencia. Esta grandiosa afirmación fue enviada en alas de la energía de Su desarrollada voluntad, Su amor omnincluyente y Su mente inteligente afirmación que hizo posibles todas las cosas.
El Cristo también se refirió al poder magnético de la voluntad cuando dijo: "Yo, si soy ascendido, atraeré a todos los hombres hacia Mí". Esto no se refiere a la crucifixión, sino a la voluntad magnética de Cristo, de llevar a todos los hombres que viven en el mundo de los valores materiales, por intermedio del Cristo inmanente en cada corazón, al mundo del reconocimiento espiritual. No se refería a la muerte sino a la vida; tampoco a la Cruz sino a la resurrección. En el pasado, la tónica de la religión cristiana ha sido la muerte simbolizada por la muerte de Cristo, muy deformada por San Pablo en su esfuerzo por fusionar la nueva religión que estableció el Cristo, con la antigua religión de la sangre de los judíos. La meta de toda enseñanza religiosa en el mundo durante el ciclo que Cristo inaugurará después de Su reaparición, consistirá en la resurrección del espíritu en el género humano; se pondrá el énfasis sobre la vivencia de la naturaleza crística en todo ser humano y el empleo de la voluntad para lograr esta viviente transfiguración de la naturaleza inferior. La prueba de ello será el Cristo resucitado. Este "Camino de Resurrección" es el Camino radiante, el camino iluminado que conduce al hombre de una expresión de la divinidad a otra; es el camino que expresa la luz de la inteligencia, la radiante sustancia del verdadero amor y la voluntad inflexible que no permite ninguna derrota ni deserción. Tales son las características que pondrán en evidencia el Reino de Dios.
La humanidad se encuentra hoy en un peculiar y excepcional punto medio entre un pasado desventurado y un futuro lleno de promesas, siempre que se reconozca la reaparición de Cristo y se lleve a cabo la preparación para Su venida. El presente está lleno de promesas y también de dificultades; en el presente inmediato la humanidad tiene en sus manos el destino del mundo y si puede expresarse así, con toda reverencia la actividad inmediata del Cristo. La agonía de la guerra y la angustia de todo, el género humano condujo al Cristo, en 1945, a tornar una gran decisión, manifestada en dos declaraciones importantes. Anunció a la Jerarquía espiritual y a todos sus servidores y discípulos que viven en la tierra, que había decidido surgir nuevamente y establecer contacto físico con la humanidad si llevaban a cabo las etapas iniciales para el establecimiento de correctas relaciones humanas; dio al mundo (para ser recitada por el hombre de la calle) una de las más antiguas plegarias que se ha conocido, que sólo los seres más excelsos pudieron utilizarla hasta ahora. Se dice que Él Mismo la recitó por primera vez en junio de 1945 durante la Luna llena de Géminis, conocida como la Luna llena del Cristo, así como la de mayo es conocida como la Luna llena del Buddha. No fue fácil traducir estas frases antiguas (tan antiguas que no tienen fecha ni antecedente alguno) en palabras modernas, pero se hizo y, la Gran Invocación, que eventualmente será una plegaria mundial, fue pronunciada por Él y transcrita por Sus discípulos. Su traducción es la siguiente:
Desde el punto de Luz en la Mente de Dios,
Que afluya luz a las mentes de los hombres;
Que la luz descienda a la tierra.
Desde el punto de Amor en el Corazón de Dios,
Que afluya amor a los corazones de los hombres;
Que Cristo retorne a la Tierra.
Desde el centro donde la Voluntad de Dios es conocida,
Que el propósito guíe a las pequeñas voluntades de los hombres;
El Propósito que los Maestros conocen y sirven.
Desde el centro que llamamos la raza de los hombres,
Que se realice el Plan de Amor y de Luz,
Y selle la puerta donde se halla el mal.
Que la Luz, el Amor y el Poder, restablezcan el plan en la Tierra.
Su extraordinario poder puede constatarse en el hecho de que miles de personas la recitan muchas veces y diariamente (en 1947 se había traducido en dieciocho idiomas diferentes). En las selvas de Africa la emplean grupos de nativos, y también ejecutivos en nuestras principales ciudades; se trasmite por radio en Europa y América, y no existe país o isla del mundo donde no se la emplee. Todo esto ha tenido lugar en el lapso de dieciocho meses.
Si a esta nueva Invocación se la divulga ampliamente, podrá ser para la nueva religión mundial lo que el Padre Nuestro ha sido para la cristiandad, y el Salmo 23 para el judío de mente espiritual. Existen tres tipos de acercamientos a esta Plegaria o Invocación:
1. El público en general.
2. Los esoteristas, los aspirantes y discípulos del mundo.
3. Los miembros de la Jerarquía.
Primero, el público en general la considerará como una plegaria a Dios Trascendente, aunque no Lo reconozca como Inmanente en Su creación; la elevará en alas de la esperanza esperanza de luz, de amor y de paz, que anhela incesantemente; también la empleará como una plegaria que ilumine a los gobernantes y dirigentes de todos los grupos que manejan los asuntos mundiales; como un ruego para que afluya amor y comprensión entre los hombres y puedan vivir en paz entre sí; como una demanda para que se cumpla la voluntad de Dios, sobre la cual el público nada sabe y la considera tan inescrutable y omnincluyente que se resigna a esperar y creer como una Invocación para fortalecer el sentido de responsabilidad humana, a fin de que los reconocidos males actuales que tanto angustian y confunden a la humanidad puedan ser eliminados y frenada esa indefinida fuente del mal. Finalmente la considerará como una oración para que se restablezca una condición primordial e indefinida de beatífica felicidad, y desaparezca de la tierra todo sufrimiento y dolor. Todo esto es bueno y útil para el público en general y todo ello debe hacerse inmediatamente.
Segundo, los esoteristas, los aspirantes y quienes están espiritualmente orientados, lograrán un acercamiento más profundo y comprensivo. Reconocerán el mundo de las causas y a aquellos que subjetivamente se hallan detrás de los asuntos mundiales, los dirigentes espirituales de nuestra vida. Ellos están preparados para alentar a quienes poseen verdadera visión e indicarán no sólo la razón de los acontecimientos citados en los distintos sectores de la vida humana, sino también revelarán aquello que permitirá a la humanidad pasar de la oscuridad a la luz. Si se adopta esta actitud fundamental se evidenciará la necesidad de expresar ampliamente estos hechos subyacentes, iniciándose una era de divulgación espiritual, ingeniada por los discípulos y llevada a cabo por los esoteristas. Esta era comenzó en 1875, cuando se proclamó la realidad de la existencia de los Maestros de Sabiduría, prosperando, a pesar del escarnio, la negación y las erróneas interpretaciones de dicha realidad. Ha sido de gran utilidad el reconocimiento de la naturaleza sustancial de lo que puede ser corroborado y la respuesta intuitiva de los estudiantes esotéricos y de muchos intelectuales de todo el mundo. Un nuevo tipo de místico está surgiendo; difiere de los místicos del pasado porque se interesa en forma práctica por los actuales acontecimientos mundiales, no únicamente por los asuntos religiosos y de las iglesias; se caracteriza por su desinterés, su desarrollo personal, su capacidad para ver a Dios inmanente en todo credo, no solamente en su propia y determinada creencia religiosa y también por la capacidad de vivir su vida a la luz de la divina Presencia. Todos los místicos han podido hacerlo en mayor o menor grado, pero el místico moderno difiere de los del pasado en que es capaz de indicar a los demás con toda claridad las técnicas a seguir en el Sendero; combina mente y corazón, inteligencia y sentimientos, más una percepción intuitiva de la que hasta ahora carecía. La clara luz de la Jerarquía espiritual y no sólo la luz de su propia alma, ilumina hoy el camino del místico moderno, lo cual irá acrecentándose.
Tercero, entre ambos grupos el público en general y los aspirantes del mundo en sus diversos grados están aquellos que se destacan de la gente común porque poseen una profunda visión y comprensión; ocupan la "tierra de nadie" entre las masas y los esoteristas por un lado, y los esoteristas y los Miembros de la Jerarquía por otro. No olviden que Ellos emplean también la Gran Invocación, pues no pasa día sin que el Cristo mismo la pronuncie.
Su belleza y potencia reside en su sencillez y en que expresa ciertas verdades esenciales que todos los hombres aceptan innata y naturalmente; la verdad de la existencia de una Inteligencia fundamental a la que vagamente la denominamos Dios; la verdad de que detrás de todas las apariencias externas, el amor es el poder motivador del universo; la verdad de que vino a la tierra una gran Individualidad llamada Cristo por los cristianos, que encarnó ese amor para que adquiriéramos comprensión; la verdad de que el amor y la sabiduría son consecuencia de lo que se denomina la voluntad de Dios y, finalmente, la verdad autoevidente de que el Plan divino únicamente puede desarrollarse a través de la humanidad.
Este Plan exhorta al género humano a manifestar amor, e insta a los hombres a "que dejen brillar su luz". Luego viene la solemne y final demanda a fin de que este Plan de Amor y de Luz, actuando a través del género humano, pueda "sellar la puerta donde se halla el mal". La última línea contiene la idea de restauración, dando la tónica para el futuro e indicando que llegará el día en que la idea original de Dios y Su intención inicial ya no serán frustradas por el mal o el egoísmo, y el libre albedrío humano o el materialismo; entonces se cumplirá el propósito divino, por los cambios producidos en los objetivos y en los corazones de la humanidad.
Este obvio y simple significado se ajusta a la aspiración espiritual de todos los hombres del mundo.
El empleo de esta invocación o plegaria, más la acrecentada expectativa de la venida de Cristo, ofrecen hoy la máxima esperanza para el género humano. Si esto no fuera así, entonces la oración sería inútil y constituiría sólo una alucinación, y las Escrituras del mundo con sus profecías comprobadas, serían también inútiles y engañosas. Las épocas atestiguan lo contrario. La plegaria siempre recibirá y ha recibido respuesta; grandes Hijos de Dios siempre han venido en respuesta a la demanda de la humanidad y siempre vendrán, y Aquel a Quien todos los hombres aguardan, está en camino.
CAPITULO III
LA REAPARICIÓN DE CRISTO
La Expectativa Mundial
Dios trascendente, más grande, más vasto y más concluyente que el mundo de Su Creación, ha sido reconocido universalmente y se ha aceptado generalmente el énfasis puesto sobre él; todos los credos pueden afirmar con Shri Khrisna cuando habla como Dios, el Creador que, "habiendo compenetrado el entero universo con un fragmento de Mí Mismo, Yo permanezco". Este Dios trascendente ha dominado el pensamiento religioso de millones de personas sencillas y espirituales en el transcurso de los siglos, desde que la humanidad inició su camino hacia la divinidad.
Lentamente va despertando la incipiente conciencia de la humanidad a la gran verdad paralela de Dios Inmanente compenetrando divinamente todas las formas, condicionando desde adentro todos los reinos de la naturaleza, expresando la divinidad innata a través de los seres humanos y (hace dos mil años) personificando la naturaleza de esa divina inmanencia en la persona de Cristo. Hoy, como consecuencia de esta Presencia divina en manifestación, está penetrando un nuevo concepto en la mente de los hombres de todas partes: el del "Cristo en nosotros esperanza es de gloria" (Col. 127). Existe una creciente y progresiva creencia de que el Cristo está en nosotros, como lo estuvo en el Maestro Jesús, creencia que alterará los asuntos del mundo y la actitud del género humano hacia la vida.
La maravillosa vida que vivió hace dos mil años, permanece todavía con nosotros y no ha perdido nada de su frescura, pues es aspiración, esperanza, estímulo y ejemplo eternos. El amor que Él expresó influencia todavía el mundo del pensamiento aunque relativamente pocos han intentado realmente demostrar la misma cualidad de Su amor, amor que lleva infaliblemente al servicio mundial, al completo olvido de sí mismo y a una vida radiante y magnética. Las palabras que Él pronunciara fueron pocas y sencillas, y todos los hombres pueden comprenderlas, aunque su significado se ha perdido en las tortuosas legitimaciones y discusiones de San Pablo, y en las extensas disputas de los comentaristas teológicos, desde que Cristo vivió y nos dejó - o lo hizo aparentemente.
No obstante, Cristo se halla hoy más cerca de la humanidad que en cualquier otro período de la historia humana; está más cerca de lo que sospecha el anhelante y esperanzado discípulo, y puede estarlo aún más si lo escrito aquí es comprendido y llevado a la atención de todos los hombres, porque Cristo pertenece a la humanidad, al mundo de los hombres y no sólo a la Iglesia y a las creencias religiosas de todo el mundo.
A su alrededor --en ese Elevado Lugar de la Tierra donde Él tiene su morada se hallan reunidos todos Sus grandes discípulos, los Maestros de Sabiduría, y todos esos Liberados Hijos de Dios que en el transcurso de las épocas han pasado de la oscuridad a la Luz, de lo irreal a lo Real y de la muerte a la Inmortalidad. Están dispuestos a cumplir Su mandato y a obedecerLo como Maestro de Maestros e Instructor de Ángeles y hombres. Los Exponentes y Representantes de todos los credos del mundo que están bajo Su guía, esperan que llegue el momento de revelar que no están solos aquellos que hoy luchan en el caos de los asuntos mundiales y tratan de resolver la crisis mundial. Dios Trascendente está trabajando por medio del Cristo y de la Jerarquía espiritual para traer alivio; Dios Inmanente en todos los hombres está en vísperas de ser Reconocido en forma estupenda.
La gran sucesión Apostólica de Conocedores de Dios está preparada hoy para iniciar una actividad renovada, y la sucesión de Aquellos Que vivieron en la Tierra han aceptado la realidad de Dios Trascendente, descubierto la realidad de Dios Inmanente, reproducido en Sus propias vidas las características divinas de la vida crística (porque han vivido en la tierra como Él lo ha hecho y lo hace) y "penetrado detrás del velo, para nosotros, dándonos un ejemplo para que también sigamos Sus pasos" y los de Ellos. Oportunamente también nosotros perteneceremos a esa gran sucesión.
El Buddha Mismo se halla detrás del Cristo reconociendo humildemente la tarea divina que Él está a punto de consumar, debido a la inminencia de esa realización espiritual. No sólo son conocedores de Sus Planes Quienes actúan conscientemente en el Reino de Dios, sino que esos grandes Seres espirituales que viven y moran en el "Hogar del Padre" y en el "centro donde la Voluntad de Dios es conocida", también han sido movilizados y organizados para ayudar en Su trabajo. La línea espiritual sucesora, desde el trono del Anciano de los Días hasta el más humilde discípulo (reunidos a los pies de Cristo), está abocada hoy a la tarea de ayudar a la humanidad.
Es casi inminente el Gran momento que tan pacientemente Él ha esperado; ha llegado el fin "de la edad", a lo cual se refirió cuando hablaba a Su pequeño grupo de discípulos: "¡He ahí!", "¡Yo estoy con vosotros hasta el fin de la era!". En la actualidad permanece y espera, sabiendo que ha llegado el momento en que "Verá los afanes de su alma y será saciado" (Is. 33,11).
En toda la sucesión espiritual de los Hijos de Dios, sólo se ve y se siente expectativa y preparación. "La Jerarquía espera". Ha hecho todo lo que era posible en cuanto a la presente oportunidad. El Cristo aguarda en paciente silencio, atento al esfuerzo que materializará Su trabajo en la tierra y le permitirá continuar el esfuerzo que inició hace 2.000 años en Palestina. El Buddha también espera a fin de desempeñar Su parte, si la humanidad le ofrece la oportunidad. Todo depende de la correcta acción de las personas de buena voluntad.
Del hogar del Padre (el "centro donde la Voluntad de Dios es conocida", o Shamballa de los esoteristas) ha surgido el fíat: "La hora ha llegado." Del Reino de Dios donde el Cristo reina, la respuesta ha surgido: "Padre, hágase Tu voluntad!". En el desdichado, perplejo y esforzado mundo de los hombres se eleva incesantemente el clamor: "Que Cristo retorne a la tierra", porque en los tres grandes centros espirituales: el Hogar del Padre, el Reino de Dios y la Humanidad que va despertando, existe un solo propósito, una sola idea y una conjunta expectativa.
Es esencial que exista hoy un mayor conocimiento respecto al "centro donde la voluntad de Dios es conocida". El público debería poseer cierto, conocimiento respecto a este elevado centro espiritual al cual si hemos de creer en el Evangelio Cristo mismo siempre le prestó atención. Frecuentemente leemos en el Nuevo Testamento que "el Padre Le habló" o que "Él oyó una voz" inaudible para otros, o que se oyeron las palabras "Éste es mi Hijo Amado". Repetidas veces leemos que Le fue otorgado el sello de aprobación como se lo denomina espiritualmente. Sólo el Padre, el Logos Planetario, "Aquel en quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser" (He. 17,28), el Señor del Mundo, el Anciano de los Días (Da. 7,9), puede pronunciar esta palabra final de aprobación. Como bien sabemos, el Maestro Jesús ha pasado por cinco crisis o iniciaciones --el Nacimiento en Belén, el Bautismo, la Transfiguración, la Crucifixión y la Resurrección. Pero detrás de esta evidente y práctica enseñanza subsiste una corriente subterránea o pensamiento de algo mucho más elevado y de gran importancia: la Voz de aprobación del Padre reconociendo lo que Cristo realizó.
Cuando Cristo complete en los próximos 2.000 años el trabajo iniciado hace también 2.000 años, con seguridad esa Voz afirmativa será escuchada nuevamente y le será otorgado el reconocimiento divino de Su advenimiento. Entonces el Cristo recibirá esa magna iniciación sobre la cual nada sabemos, excepto que dos aspectos divinos se unirán y fusionarán en Él (AmorSabiduría en plena manifestación, motivados por la voluntad o poder divinos). Entonces el Buddha y el Cristo comparecerán ante el Padre, el Señor del Mundo, verán juntos la Gloria del Señor y, eventualmente, prestarán un servicio más elevado, cuya naturaleza y calidad desconocemos.
No escribo con espíritu fanático o adventista, ni hablo como un teólogo especulativo o un exponente de una fase del ansioso pensamiento religioso. Hablo porque muchos saben que el momento está maduro y que el clamor de los corazones sencillos y plenos de fe ha llegado a las más elevadas esferas espirituales y ha puesto en movimiento energías y fuerzas que ya no pueden ser detenidas. La demanda invocadora de la angustiada humanidad es hoy tan grande y sólida, que conjuntamente con la sabiduría y el conocimiento de la Jerarquía espiritual ha dado lugar a que se inicien ciertas actividades en el Hogar del Padre, que redundarán en la Gloria de Dios, en la transformación de la Divina Voluntad al bien, en humana buena voluntad y en la resultante paz en la tierra.
Se está por escribir un nuevo capítulo en el Gran Libro de la vida espiritual: una nueva expansión de conciencia es un acontecimiento inminente; la humanidad puede hoy reconocer la preocupación de la divinidad; la acentuada expectativa confirmará la exactitud de la afirmación bíblica: "Y todo ojo Lo verá" (Rv. 1,7). La vivencia religiosa o la historia espiritual del género humano, puede ser resumida en una serie de reconocimientos –el reconocimiento de Aquellos que, en el transcurso de las épocas han constituido la Sucesión Apostólica y culminó con la aparición de los grandes guías religiosos que han venido desde el año 700 a.C. y fundaron los grandes credos modernos y, por sobre todo, el Cristo mismo que personificó, a la perfección, al Dios Inmanente, más el conocimiento de Dios Trascendente; el reconocimiento de estos conceptos espirituales superiores, de amor, vida y relación, fluctuando siempre en el trasfondo del pensamiento humano, que están ahora a punto de ser expresados correctamente; el reconocimiento de la verdadera hermandad entre los hombres, basada en la divina Vida Una, que actúa a través del alma una y se expresa a través de la humanidad una; por lo tanto, el reconocimiento de la relación que existe entre la vida divina, en todo el mundo, y la humanidad misma. El desarrollo de esa actitud espiritual conducirá a las correctas relaciones humanas y a la eventual paz mundial.
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