“no quiero ir
nada más
que hasta el fondo”
Un 25 de septiembre de 1972, encontraron escrito este verso en el pizarrón de su habitación.
Alejandra se había suicidado.
…
Es 1934. Desde Rusia a Avellaneda. Elías Pizarnik y Rosa Bromiker de Pizarnik están escapando del nazismo.
Logran llegar a la Argentina pero pierden su verdadero apellido, alterado por un error de registro, hecho muy normal entre los funcionarios de migración.
No solo perdieron el apellido. Esta joven pareja de judíos rusos que llegó a la Argentina escapando del holocausto, perdió a casi todos sus familiares que quedaron en Europa.
La historia comienza así, historia de pérdidas y de sombras, que marcarán la vida de Alejandra.
…
Había que comenzar de nuevo.
Cuando sus padres llegaron a Argentina, escapando del nazismo, su madre estaba embarazada de su hermana mayor.
Myriam era el fiel reflejo de lo que su madre idolatraba. Alejandra no. Myriam era delgada y bonita, rubia y perfecta. Alejandra no.
Alejandra tartamudeaba. Alejandra tenía asma. Alejandra se portaba mal en la escuela.
Alejandra era todo lo opuesto a “lo-que-debe-ser”. Su acné, su peso, su asma y su tartamudez fueron motivos de constante comparación con su hermana.
…
La locura y la muerte.
Fue durante un fin de semana.
Había salido con permiso del hospital psiquiátrico de Buenos Aires; hospital donde se encontraba internada a consecuencia de su cuadro depresivo.
Después de la muerte de su padre, su propia muerte se hizo más real.
Lo intento muchas veces, la primera, en 1970.
Es 9 de octubre. Alejandra escribe en su diario.
“Van cuatro meses que estoy internada en el Pirovano.
Hace cuatro meses intenté morir ingiriendo pastillas.
Hace un mes, quise envenenarme con gas. “
…
Durante los años 50, en el imaginario social argentino, una adolescente de clase media debía ser discreta, tener buena conducta y ser responsable en la escuela. Una vez más, Alejandra no fue lo que se esperaba.
En la escuela empezó a tener una intensa relación con la literatura y hay quienes dicen que allí, comenzó su caída. El existencialismo, la libertad, la filosofía y la poesía eran sus temas favoritos.
Alejandra se obsesionó por su peso e inició una progresiva adicción. Anfetaminas, psicofármacos y demás pastillas desbordaron su botiquín. “La farmacia”, así es como llamaron a su casa. “La chica rara de la escuela”, así es como llamaron a Alejandra.
…
Su muerte fue un proceso lento.
“Muerte interminable, olvido del lenguaje y pérdida de imágenes.”, escribió Alejandra.
Tenía 36 años cuando se quitó la vida ingiriendo 50 pastillas de Seconal.
El día siguiente, un martes 26, fue el velorio en la sede de la Sociedad Argentina de Escritores que, prácticamente, se inauguró para velarla.
Fue en el número 980 de la calle Montevideo, fue en el departamento C del séptimo piso. Ese fue el lugar en el que Alejandra decidió
“explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome”.
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