Locución: Manuel López Castilleja
Fondo musical: Akashic_Records_Those_Precious_Moments__Light_Acoustic_Pop
jamendo.com
28
Coro: Te seguimos (canción de amor)
¡Eh! ¡Señor Nadie! ¡Señor Sin Nombre! ¡Señor Maestro del Ilusionismo! ¡Señor Prestidigitador, nieto de ladrones y mentirosos!
Nosotras también estamos aquí, las que no tenemos nombre. Las otras sin nombre. Esas sobre las que cayó la vergüenza por culpa de otros. Las señaladas, las marcadas.
Las chicas de la limpieza, las mozas de mejillas sonrosadas, las niñas risueñas y picaronas, las muchachas frívolas y descaradas, las jóvenes limpiadoras de sangre.
Somos doce. Doce traseros redondos como la luna, doce apetitosas bocas, veinticuatro pechos mullidos como almohadas de plumas, y lo mejor de todo, veinticuatro temblorosos pies.
¿Te acuerdas de nosotras? ¡Claro que sí! Nosotras te llevamos el agua para que te lavaras las manos, te lavamos los pies, te lavamos la ropa, te ungimos los hombros con aceite, nos reímos con tus chistes, te molimos el grano, reparamos tu cómoda cama.
Tú nos agarraste, nos ahorcaste, nos dejaste colgando como ropa tendida. ¡Qué jarana! ¡Qué patadas! ¡Qué virtuoso te sentías, qué orgulloso, qué purificado, ahora que te habías librado de las rellenitas, jóvenes y cochinas criadas que tenías metidas en la cabeza!
Debiste hacernos un funeral adecuado. Debiste verter vino sobre nosotras. Debiste rezar para que te perdonáramos.
Ahora no puedes librarte de nosotras, dondequiera que vayas: ni en la vida ni después de la vida ni en ninguna otra vida que tengas.
Nosotras descubrimos todos tus disfraces: por caminos iluminados, por caminos oscuros, vayas por el camino que vayas, nosotras vamos siempre detrás de ti, te seguimos como un rastro de humo, como una larga cola, una cola compuesta de niñas, pesada como la memoria, liviana como el aire: doce acusaciones, con los dedos de los pies rozando el suelo, las manos atadas a la espalda, la lengua fuera, los ojos salidos de las órbitas, las canciones atascadas en la garganta.
¿Por qué nos mataste? ¿Qué te habíamos hecho que exigiera nuestra muerte? Nunca respondiste esas preguntas.
Fue un acto mezquino. Lo hiciste por pura maldad. Nos mataste para preservar tu reputación.
¡Eh, Señor Seriedad, Señor Bondad, Señor Divino, Señor Juez! ¡Mira hacia atrás! Estamos aquí, siguiendo tus pasos, cerca, muy cerca, tan cerca como un beso, tan cerca como tu propia piel.
Somos las sirvientas, estamos aquí para servirte.
Estamos aquí porque te lo mereces. Nunca te abandonaremos, iremos tan pegadas a ti como tu sombra, suaves e infalibles como la cola adhesiva. Las bonitas doncellas, todas en fila.
Comentarios