El Derecho y el discurso jurídico desempeñan un papel central en la configuración de las relaciones de poder. Para imponerse, una actuación policial o un programa de ajuste económico necesitan de la fuerza. Pero también de su capacidad para apelar al Derecho, a la legalidad, como fuente de justificación.
Tras la derrota del fascismo, la legalidad que los propios estados invocan en sus actuaciones se ha vuelto exigente. Se ha enriquecido con tratados, constituciones y cartas que reconocen derechos humanos y principios garantistas. Estos principios entrañan límites y controles a poderes de todo tipo, públicos y privados, de Estado y de mercado.
En tiempos de crisis y movilizaciones, esta legalidad garantista se convierte en un espejo incómodo. Porque refleja la arbitrariedad jurídica, además de ético-política, de muchas actuaciones del poder realizadas en nombre del Derecho. Pero también porque permite juzgar de otro modo los actos de protesta y de desobediencia ciudadana que se alzan contra ellas. No ya como actos delictivos, objeto de criminalización, sino como herramientas legítimas, incluso necesarias, para forzar al poder a cumplir su propia legalidad y para fundar marcos jurídicos más igualitarios y libres de violencia.
Gerardo Pisarello es profesor de derecho constitucional de la Universitat de Barcelona.Pertenece al Observatorio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC).
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mientras se pueda ganar una elección por medio del gasto económico y no de las ideas políticas, los empresarios van a seguir imponiendo a sus candidatos y estos candidatos van a seguir favoreciendo las políticas que a los empresarios les favorezcan como: reducción de los derechos laborales, reducción o condonación de impuestos a las grandes empresas, pero, como el gobierno necesita dinero, y no lo puede sacar de sus patrones (los grandes capitales), lo obtendrá recortando el gasto social e incrementando los impuestos, así de sencillo, no se necesita el premio nobel en economía para llegar a esa conclusión. y, por qué el pueblo sigue apoyando a ese tipo de políticos, la razón es escalofriante y simple, por que las grandes masas no tienen un sentido crítico al momento de votar, se dejan ir por las emociones igual que una manada, ejemplo en México el PRI martirizó al pueblo durante largos 71 años, y el pueblo continúa votando por sus candidatos.