"La felicidad es algo cordial, es un sentimiento, una emoción, como una especie de adolescencia y abandono del alma del hombre.
Ahora se piensa con frecuencia que la felicidad consiste en tener todo lo que se desea. Y lo que se desea es la felicidad, sólo eso.
La felicidad no es una suma de objetos, no puede identificarse con el consumismo, con todas las necesidades satisfechas, con la eliminación de las fatigas, de la opinión ajena, de todas esas cosas que nos perturban, de nuestra cobardía, de nuestros miedos.
La felicidad no es algo que se pueda comprar ni que se pueda conquistar como una tierra. La felicidad es la cosecha de una larga siembra.
Todo el mundo está tanteando para conseguir la felicidad. Y a veces viene, a veces nos inunda con un verde cántico y está a nuestro lado.
La felicidad es efímera porque nosotros la hacemos efímera, porque no nos instalamos confiadamente en ella. Es un don, como la vida.
Pero, ¿hay que buscarla apasionadamente? Sí, y también con la inteligencia.
Buscar la felicidad es como buscar los anteojos que se tienen puestos.
La felicidad está dentro, y si entráramos dentro de nosotros, nos daríamos cuenta antes. La felicidad va de adentro hacia afuera, es complacernos en uno, no en el que queremos ser, sino en el que somos, conociendo nuestras posibilidades, no queriendo crecer a la fuerza. Dejando que la madurez naturalmente nos abra: primero florezcamos, luego fructifiquemos, y después, maduremos con sencillez, sin cobardía, sin ningún temor, porque somos parte de ella, porque para conseguir la felicidad la vida es nuestra única aliada."
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