Respondiendo a la llamada del presidente Roosevelt, ocho grandes estudios cinematográficos de Hollywood dedicaron sus recursos y sus talentos a la temática bélica.
Bajo los auspicios de la Oficina de Información de Guerra, colaboraron con las autoridades para producir documentales y películas; unas veces informativos, otras pura propaganda, destinados a generar una reacción positiva tanto en las tropas como en el gran público.
Entre 1941 y 1945, se produjeron miles de películas de este tipo cuyo objetivo era tanto animar la inscripción de nuevos reclutas, como colaborar en su capacitación técnica o mantener alta la moral.
Destaca entre ellas la serie Por qué luchamos, dirigida por Frank Capra y Anatole Litvak; siete documentales propagandísticos que pretendían demostrar a los soldados estadounidenses por qué era importante participar en la guerra.
Rodada entre 1942 y 1945, fue una respuesta directa a la película de Leni Riefenstahl, El triunfo de la voluntad.
Cineastas con uniforme
Los más famosos directores acudieron en persona al campo de batalla para rodar largometrajes documentales pioneros en su género. John Ford, por ejemplo, rodó La batalla de Midway, resultando herido incluso durante la grabación; William Wiler grabó misiones del bombardero Memphis Belle y John Houston documentó los avances de la Infantería durante la campaña italiana en La Batalla de San Pietro.
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Además, Hollywood asumió un papel activo en la formación de unidades de combate integradas por operadores cuyo trabajo consistía en filmar acciones de guerra en los frentes europeos y asiáticos. Sus imágenes alimentaban los noticiarios de cine en todo el país y también permitían al mando militar ser informado de los avances de los ejércitos.
Valores y estrellas del celuloide
Las películas magnificaban los valores del modelo de democracia estadounidense, justificaban las decisiones políticas y militares y ensalzaban el sacrificio individual.
La Segunda Guerra Mundial coincidió con una época en las que las estrellas de Hollywood eran consideradas semidioses. Por eso, su compromiso con el esfuerzo que suponía entrar en guerra tuvo un enorme impacto en la población.
Algunas estrellas, como Edward G. Robinson, habían hecho público su rechazo del nazismo incluso antes de que EEUU se implicara en el conflicto. Pero, una vez declarada la guerra, la lista se amplió.
Un buen número de actores se unieron a Fort Roach, la primera unidad militar compuesta en su totalidad por profesionales de la industria cinematográfica. Otros, como Carole Lombard o James Cagney, se ofrecieron a recaudar fondos vendiendo bonos de guerra. Algunos recorrían las bases norteamericanas aportando entretenimiento. Y las más glamurosas actrices adoptaron el rol de pin ups, ocupando un lugar especial en las billeteras de muchos soldados.
Comentarios
Hollywood aún sigue adoctrinando con el holocuento.
Y sigue siendo la guerra de Hollywood...