Locución: Manuel López Castilleja
Fondo musical: Esther_Garcia_Invention_6_BWV_777
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- Mamá, voy a dar un paseo.
- Bueno, Juan, pero ve con cuidado cuando cruces la calle.
- Está bien mamá. Adiós mamá.
- Eres tan distraído…
- Si, mamá. Adiós mamá.
Juanito se marcha muy contento y durante el primer tramo de la calle pone mucha atención. De vez en cuando se para y se toca.
- ¿Estoy entero? Sí – y se ríe solo.
Está tan contento de su propia atención, que se pone a brincar como un pajarito, pero luego se queda mirando encantado los escaparates, los coches y las nubes, y, lógicamente, comienzan los infortunios.
Un señor le regaña amablemente:
- ¡Pero qué despistado eres! ¿Lo ves? Ya has perdido una mano.
- ¡Anda, es cierto! ¡Pero qué distraído soy!
Se pone a buscarse la mano, pero en cambio se encuentra un bote vacío y piensa: “¿Estará vacío de verdad? Veamos. ¿Y qué había dentro antes de que estuviese vacío? No habrá estado vacío siempre, desde el primer día…”
Juan se olvida de buscarse la mano y luego se olvida también del bote, porque ha visto un perro cojo, y he aquí que al intentar alcanzar al perro cojo antes de que doble la esquina, va y pierde un brazo entero. Pero ni siquiera se da cuenta de ello y sigue corriendo.
Una buena mujer lo llama:
- ¡Juan, Juan!, ¡tu brazo!
Pero ¡quiá!, ni la oye.
- ¡Qué le vamos a hacer! – suspira la mujer - . Se lo llevaré a su mamá.
Y se dirige hacia la casa de la mamá de Juan.
- Señora, aquí de traigo el brazo de su hijito.
- ¡Oh, qué distraído es! Ya no sé qué hacer ni qué decirle.
- Ya se sabe, todos los niños son iguales.
Al cabo de un rato llega otra buena mujer.
- Señora, me he encontrado un pie. ¿No será acaso de su hijo Juan?
- Si, es el suyo, lo reconozco por el agujero del zapato. ¡Oh qué hijo tan distraído tengo! Ya no sé qué hacer ni qué decirle.
- Ya se sabe, todos los niños son iguales.
Al cabo de un rato llega una viejecita, luego el mozo del panadero, luego un tranviario, e incluso una maestra retirada, y todos traen algún pedacito de Juan: una pierna, una oreja, la nariz.
- ¿Es posible que haya un muchacho más distraído que el mío?
- Ah, señora, todos los niños son iguales.
Finalmente llega Juan, brincando sobre una pierna, ya sin orejas ni brazos, pero alegre como siempre, alegre como un pajarito, y su mamá menea la cabeza, se lo coloca todo en su sitio y le da un beso.
- ¿Me falta algo, mamá? ¿He estado atento, mamá?
- Sí, Juan, has estado muy atento.
Comentarios
Gracias ti, Isa, por detnerte en este rinconcito de la palabra. Un saludo
Isa v. Los riesgos del mindful, ja. Juanito, mindful total. Más feliz que una perdiz. Gracias por el audio.