Manuel García Morente.
Nacido en 1886 y muerto inesperadamente en 1942, tras una intervención quirúrgica, Manuel García Morente fue uno de los filósofos españoles más estimados y prestigiosos de su tiempo. Baste decir que a los 26 años era ya catedrático de ética en la Universidad Central de Madrid.
Como su amigo Ortega y Gasset, estudio en Marburgo con Natorp y Cohen. Fue influenciado por la filosofía de los valores de Max Scheler, y más tarde por el vitalismo de Henri Bergson, con quién estudio en París y a quien consagraría en 1917, el libro la filosofia de Bergson. El mismo año apareció también su libro La filosofía de Kant. Además de su obra propia y de colaborar estrechamente con Ortega en la Revista de Occidente, tradujo a Kant, Husserl, Descartes, Leibniz y otros filósofos. Por el testimonio de José Gaos, su discípulo predilecto, sabemos que fue un gran profesor además de hombre bondadoso. Fue tras el advenimiento de la República Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad madrileña, cargo que al comienzo de la Guerra Civil tuvo que ceder.
Es a partir de este momento que su vida de republicano laico da un brusco viraje. Se entera del asesinato de uno de sus yernos, y, profundamente conmovido por este crimen y por el terror reinante en Madrid, en el curso de los últimos meses de 1936 y los primeros de 1937 va acercándose al cristianismo, proceso que describiría en una carta en uno de los textos autobiográficos más humanos y serenos de esa época ebria de odio y de sangre. Temiendo por su vida, en octubre de 1936 logro salir de España y llegar a París, dónde tuvo lugar la conversión definitiva que el llamaría el "hecho extraordinario". Tras varios meses de angustia y de penuria material, se embarco con su familia para Argentina, donde estuvo dando clases y pronunciando conferencias también en otros países sudamericanos. En junio de 1938 llegaba a Vigo, tres meses después ingresaba en un convento y el primero de enero de 1940 era ordenado sacerdote y celebraba su primera misa en Madrid, acto al que asistió personalmente el ministro de Educación Nacional. El régimen, en efecto, utilizo la conversión del ilustre intelectual y ex colaborador de ateo Ortega con fines propagandísticos, un proceso de instrumentalizacion al que, por desgracia, no supo o no quiso oponerse, prestándose con ello, consciente o inconscientemente, al juego del bando vencedor.
La fe religiosa cambio no solo su vida, sino también sus ideas, empezando por el racionalismo neokantiano que había profesado en su fase pre religiosa. Si la verdad objetiva había sido para él durante varios decenios la Razón, ahora lo es la Religión, y aquella, simple opinión subjetiva o doxa. En consonancia con su nuevo credo, ve también España con ojos distintos, de la que ahora retiene y exalta su catolicidad y su universalidad, dos conceptos que para el son uno y lo mismo. De ahí que, siguiendo los pasos de Maeztu, sus ideas sean una apología continua de la Hispanidad: "el hombre hispánico planta su tienda Allende todos los mares, y levanta templos en todas las latitudes del planeta al señor de cielos y tierra... dos siglos enteros de Historia Universal llena España con su nombre y sus hazañas, que presencia atónito el orbe entero..."
Heleno Saña.
Comentarios