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El breve discurso inaugural del presidente Trump fue toda una declaración de guerra contra la totalidad del American Ruling Establishment (grupo dominante estadounidense compuesto por el partido democrático, el partido republicano y medios de comunicación). Trump dejó muy claro que los mayores enemigos de los estadounidenses están en casa: los defensores de la globalización, economistas neoliberales, neoconservadores y otros unilateralistas acostumbrados a imponer el dominio de los EEUU en el mundo e incluirlos en guerras costosas e interminables, políticos que sirven al Ruling Establishment más que al pueblo estadounidense, de hecho, son la cubierta de todos los intereses privados que ha hundido a Estados Unidos mientras que ellos se enriquecían en el proceso. Sinceramente, Trump ha declarado una guerra más peligrosa para sí mismo que si se la hubiera declarado a Rusia o China. Los grupos de interés que Trump califica como «El enemigo» están muy arraigados y acostumbrados a estar al mando. Sus poderosas redes todavía existen. Aunque sigue habiendo mayorías republicanas en la Cámara de los Representantes y en el Senado, muchos de los que están en el Congreso dependen de los grupos de interés dirigentes que financian sus campañas y no del pueblo estadounidense o el Presidente. El complejo militar/de seguridad, las sociedades externalizadas, Wall Street y los bancos no van a entregarse a Trump. Tampoco lo hará la prensa independiente, la cual pertenece a los grupos de interés a los cuales este desafía. Trump dejó claro que está ahí para todos los estadounidenses, ya sean blancos, morenos o negros. Las pequeñas dudas que surgieron de su declaración de inclusión son aquellas que ignorarán los de izquierdas, que le seguirán llamando racista tal y como lo están haciendo los manifestantes que cobran 50 $ por hora mientras yo escribo esto. C.Robert