A menos que uno descubra esta relación, me parece que al tratar de producir orden en el mundo, teórica o tecnológicamente, no sólo estamos forzados a crear profundas divisiones entre hombre y hombre, sino que también seremos incapaces de impedir la corrupción. Ésta empieza en la falta de relación; yo pienso que ésa es la raíz del deterioro. La relación, tal como hoy la conocemos, es una continuidad de la división entre los individuos. La raíz etimológica de la palabra "individuo" significa "indivisible". Un ser humano que en sí mismo no está dividido, fragmentado, es realmente un individuo. Pero la mayoría de nosotros no somos individuos; pensamos que lo somos y, por lo tanto, existe la oposición del individuo respecto de la comunidad. Uno ha de comprender el significado de esa palabra "individualidad", no sólo en el sentido lingüístico sino en ese profundo sentido en el cual no hay fragmentación en absoluto. Eso significa armonía perfecta entre la mente, el corazón y el organismo físico. Sólo entonces existe una individualidad.
Si examinamos bien a fondo nuestra presente relación humana, sea ésta íntima o superficial, duradera o transitoria, vemos que ella está fragmentada. La esposa o el marido, el joven o la muchacha, cada uno vive encerrado en su propia ambición, en sus empeños personales y egoístas, en su propio caparazón. Todo ello es un factor que contribuye a edificar una imagen dentro de cada uno y, en consecuencia, la relación con el otro se establece a través de esa imagen. Por lo tanto, no hay verdadera relación.
Yo no sé si ustedes son concientes de la estructura y naturaleza de esta imagen que uno ha construido dentro y en torno de sí mismo. Todos estamos haciéndolo constantemente, ¿y cómo puede haber relación entre uno y otro si existe esa urgencia personal, esa envidia, competencia, codicia, todas aquellas cosas que son sustentadas y exageradas en la sociedad moderna?
Del Libro el despertar de la Inteligencia.
J.Krishnamurti.
www.fkla.org
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2.12.14
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