Cada año aparecen entre 150 a 300 patrones de vegetales aplastados en los campos de cultivo alrededor del mundo. Se ha informado de ellos en todos los continentes y en más de 50 países (aunque la mayoría de ellos han aparecido en el sur de Inglaterra). Desde comienzos de los '90, los primeros agroglifos simples evolucionaron hacia patrones geométricos cada vez más sublimes y complicados además de presentar una asombrosa precisión y belleza. Muchos de ellos aparecen en el trigo, la cebada y la canola, aunque también han surgido en campos de centeno, avena, lino, maíz, caña de azúcar, porotos, papas, maravilla, pasto, frutos de huerta, en terrazas arroceras, e incluso nieve y hielo. Con los años, estas formaciones se han atribuido a una variedad de causas triviales: bromistas que utilizan cuerdas y tablas, granjeros locos, estudiantes de arte frustrados, periodistas sin empleo, exceso de aplicación de fertilizantes, interferencias con teléfonos móviles, peleas de pájaros, vacas con conocimientos de geometría y erizos libidinosos.
Y aunque el público en general, los medios de comunicación y la comunidad científica tienden a menospreciar este fenómeno, argumentando que simplemente son la obra de gente bromista, existe evidencia substancial (como a continuación se los voy a demostrar) que indica la probable intervención de fuerzas e inteligencias desconocidas.
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