El académico e investigador del movimiento antipsiquiático, Carlos Pérez Soto, habla sobre cómo la denominada "salud mental" opera como un mecanismo de control social.
Yo diría que se trata de un síntoma de la crisis capitalista, precisamente porque los grados de consumo, de humanización han subido bastante, actualmente una cuota muy importante del sufrimiento de los explotados es sufrimiento subjetivo. Clásicamente la pobreza era física, actualmente la pobreza física es importante pero está contenida por la capacidad de endeudamiento. Entonces, las dimensiones más específicamente subjetivas de la pobreza han aflorado por decirlo de alguna forma. Siempre han estado presentes, pero estaban ocultas por la urgencia material. Ahora que esa urgencia material esta relativamente desplazada, el sufrimiento subjetivo aflora. Ahora la gente puede darse el lujo de tener sufrimientos realmente humanos, por decirlo de alguna forma.
Este estado es una consecuencia de la sobrexplotación, del sobrenedeudamiento, de la falta de expectativas en la educación, de esta defraudación del horizonte del estado de bienestar. Es curioso que parte de nuestros privilegios consisten en que ahora si podemos sufrir por cuestiones realmente humanas, como el derecho a la cultura, a la recreación, a la tranquilidad, a la esperanza. En 1850 la gente sufría para que le alcanzara la plata para ir al almacén.
El trastorno bipolar no existe, el Límite de la personalidad tampoco. La capacidad diagnostica de las categorías psiquiátricas es nula en el sentido técnico, porque no logran distinguir problemas de subjetividad común, de problemas que podrían ser asociados a problemas más graves.
Lo otro es la comorbilidad, que es que los síntomas de una enfermedad supuesta se superponen, transformándose en una cuestión de azar caer en una categoría o en otra, pero por esa misma cuestión de azar ten dan un medicamento u otro. Los test de diagnostico que permiten establecer grados son un chiste, no cumplen con el menor estándar de validación científica.
En ese sentido se ha denunciado por todos los canales, todo el sistema diagnostico psiquiátrico DSM y el CIE 10, en que se refieren a los trastornos psiquiátricos directamente como enfermedades. Todo ese sistema es objetable. No se ha podido establecer nunca una categorización medianamente de lo que se llama esquizofrenia, por ejemplo. Eso pone a la población frente a un problema general de sobre diagnostico. Donde por ejemplo, ahora está ¿de moda el autismo, la bipolaridad y la depresión.
El 2011 estaba dando una charla en un liceo. En esa época yo todavía hablaba en términos de “resistencias” y un niño que debe haber ido en segundo medio levanta la mano y dice: “Oiga profe ¿Y por qué en vez de resistir tanto no atacamos mejor? Fue una lección antifoucault fantástica.
Yo creo que lo que hay que hacer no es resistir, es atacar. En el ámbito de la subjetividad atacar significa ponerse las pilas para recomponer vínculos intersubjetivos, redes de apoyo subjetivos. No hay que resistir y menos en el cuerpo porque es individual. Hay que atacar y enseguida en grupo, nunca solo. Y el lugar donde no hay que partir nunca es la familia, porque normalmente los problemas tienen su origen en la descomposición de la institución familiar. Hay que hacer grupos de apoyo.
Cuando la gente se convierte en activista de su problema tiene mas posibilidades de enfrentarse a él. Grupos de pares donde reconocerse. De acuerdo con la gravedad del agobio, hay que encontrar pares en el problema mismo: los deprimidos con los deprimidos y todos los niños víctimas de bullyng y que canalicen su ira objetiva -el bullyng es un problema objetivo, a los niños les están haciendo daño-, a través del activismo de su diferencia. Decir: “Acá estamos bailando cumbia los que decían que éramos deprimidos”, “Aquí estamos diciendo si y al mismo tiempo diciendo no, los que se suponía que éramos bipolares”.
Aquello por lo cual fueron estigmatizados se convierte en un signo de identidad. Que las personas agobiadas se junten entre ellos, porque así uno se da cuenta que el problema no es de uno, sino que le ocurre a un montón de personas más y que depende de un montón de otros factores que no son responsabilidades de ellos. Lo que tienen que hacer los deprimidos es juntarse entre ellos para darse cuenta de que la depresión es una construcción, que ellos son víctimas de haber sido categorizados como deprimidos.
La contención intersubjetiva es una estrategia de defensa política en una sociedad que ha hecho todo lo posible por individualizarnos, por separarnos como individuos. Hace 50 años esto era una cuestión de sentido común, pero como ahora estamos psiquiatrizados hay que recomendarlo. Ahora, por otro lado, no hay que categorizar como estrategias terapéuticas estas prácticas porque precisamente son estrategias antiterapéuticas, destinadas a que el sujeto asumo que su problema no es un problema subjetivo, de que si se siente agobiado tiene razón para estarlo.
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