La Bella y la Bestia es un cuento de hadas tradicional europeo. Explicado en múltiples variantes cuyo origen podría ser una historia de Apuleyo, incluida en su libro El Asno de Oro (también conocido como Metamorfosis), titulada Cupido y Psique. La primera versión publicada fue obra de la escritora francesa Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, en 1740, aunque otras fuentes atribuyen a Giovanni Francesco Straparola la recreación de la historia original, en 1550. La versión escrita más conocida fue una revisión muy abreviada de la obra original de Villeneuve, publicada en 1756 por Jeanne-Marie Leprince de Beaumont. La primera traducción se hizo al inglés, en 1757.[1] Existen muchas variantes de la historia en toda Europa.[2] La versión de Beaumont es la que goza de mayor fama, siendo ésta la base de casi todas las versiones o adaptaciones posteriores.
Versión de Beaumont [editar]
Esta es la historia de un rico mercader que tenía tres hijas. Dos de ellas eran presuntuosas y vanidosas, y la menor, a la que por su belleza llamaron Bella, era, sin embargo, humilde y bondadosa. Todas tenían siempre pretendientes dispuestos a casarse con ellas. Pero mientras las dos primeras rechazaban despectivamente a todos los candidatos, ya que ansiaban casarse con un noble, Bella los recibía y conversaba con ellos, aunque los rechazara cortésmente. Un golpe de mala fortuna hizo que el mercader perdiera todas sus riquezas, por lo que todos los pretendientes desaparecieron, ya que el dinero era el único motivo para casarse con semejantes mujeres. Bella, sin embargo, siguió recibiendo proposiciones, pero las siguió rechazando. Cierto día llegó la noticia de que uno de los barcos del mercader había llegado a puerto con mercancías. Sus dos hijas mayores le pidieron que les trajera joyas y vestidos, pero Bella le dijo que solo con una rosa ya la haría feliz.
El mercader se dirigió hacia el puerto, pero el barco no había traído apenas nada para su dueño. Cabizbajo, el mercader volvió a su casa, pero fue sorprendido por una gran tormenta que le obligó a refugiarse en un enorme castillo, al parecer abandonado. El mercader recorre el castillo sin encontrar rastro de habitante alguno, a pesar de estar limpio y decorado. Abandonando toda precaución, se dirige hacia la despensa y empieza a comer y beber hasta saciarse, pues estaba agotado de tan largo viaje. Después, encuentra una elegante cama en la que se acuesta a dormir. A la mañana siguiente se despierta y ve a su lado un rico traje nuevo junto a un desayuno. Agradecido, se dispone a marcharse a su casa cuando ve que en uno de los jardines hay rosas, y se dispone a cortar una para su Bella. Entonces aparece el dueño del castillo, que resulta ser una terrible bestia. Le reprocha que a cambio de su amable hospitalidad él se ha atrevido a robarle una rosa, y se dispone a darle muerte.
El mercader suplica por poder ver a sus hijas una última vez, a lo que la bestia responde que puede marcharse para verlas una vez más, pero a cambio tendrá que traer a una de ellas para que ocupe su lugar. El mercader vuelve a su hogar y le explica lo acontecido a sus hijas, tras lo cual Bella se ofrece para ocupar el lugar de su padre, para regocijo de sus hermanas y desesperación de su anciano progenitor. Bella le recuerda a su padre que las promesas se dan para cumplirse. Y que si ella no hubiera pedido una rosa nada habría sucedido.
Se dirigió Bella hacia el castillo en compañía de su padre, esperando una muerte segura. Sin embargo, una vez allí, la Bestia le concedió la libertad a su padre exhortándole a no volver jamás. Y gentilmente llevó a Bella a unos ricos aposentos, para que viviera toda su vida en el castillo y nunca más pudiera volver a su hogar. A cambio le regaló un espejo mágico para que le permitiera ver a su familia. Al cabo de un tiempo la Bestia pidió a Bella que se casara con ella, pero Bella le respondió que solamente le concedería su amistad.
Pasaron tres meses agradables en el castillo, donde la Bestia llenaba de atenciones a Bella, y ella le correspondía con gestos de amistad. Cierto día, Bella vio en su espejo mágico que su anciano padre estaba muy enfermo, y rogó a la Bestia que le permitiera verlo una última vez, a lo cual la Bestia se negó rotundamente. Pero poco después aceptó con la condición de que Bella volviera tras una semana. Ella lo prometió agradecida y partió hacia su hogar. Una vez allí, sus hermanas, tristemente casadas con personas de bajo nivel, maquinaron una trampa para que Bella estuviera en su casa más de siete días. Al darse cuenta de que había roto su promesa, la muchacha parte rauda hacia el castillo y encuentra a la Bestia tendida en la hierba, agonizando, por la tristeza que le había causado la traición de Bella. Ella se arrodilla ante el monstruo, que exhala ya sus últimos estertores de vida y, entre lágrimas, le suplica que no muera, ya que le ama y quiere ser su esposa. Al escuchar estas palabras, la Bestia se transforma mágicamente en un bello príncipe, que a causa de la maldición de una bruja había sido mutado en Bestia hasta que una mujer quisiera casarse con él.
Bella y el príncipe pasaron el resto de sus días felices en el castillo, junto a su padre, mientras que las hermanas fueron transformadas en estatuas, pero sin perder la consciencia, para que fueran testigos de la felicidad de su hermana.
Versión de Villeneuve [editar]
La versión original de Villeneuve es mucho más extensa que la de Beaumont. En casi 400 páginas, Villeneuve explica muchos detalles que Beaumont omite. Principalmente, todo el trasfondo familiar, tanto de Bella como del Príncipe. Bella es la hija del rey de las Islas Felices, y su madre es un hada malvada. El hada pretende matar a Bella, con lo que el rey la oculta, haciéndola pasar por uno de los doce hijos de un rico comerciante.[3] Por su parte, el príncipe perdió a su padre siendo muy joven, y su madre, ocupada en guerras para defender su reino, le puso al cuidado de un hada (la madre de Bella). Una vez el príncipe es adulto, el hada trata de seducirle, pero al rechazarle éste, le convierte en Bestia.
Casi la mitad de la historia de Villeneuve se centra en las guerras entre hadas y reyes, y dedica largas páginas a la historia de las familias de Bella y el príncipe. También compone una visión del castillo mucha más oscura y mágica que la tradicional.[4]
Beaumont omitió todo este trasfondo familiar y trágico, desvinculándose del sentido que Villeneuve le quiso dar a su historia: una ácida crítica a la sociedad en que las mujeres que eran obligadas a casarse por conveniencia, siendo algunos de aquellos maridos peores que su Bestia. Eliminando todos los personajes secundarios, Villeneuve adaptó, o readaptó, la historia, bajo los simples arquetipos del cuento de hadas, siguiendo los mismos esquemas que otras variantes anteriores de la misma.[5]
Esta versión de Beaumont es la que se considera tradicional, y ha sido la más extendida y conocida. Todas las interpretaciones, adaptaciones y versiones posteriores se han basado en la versión de Beaumont, y no en el original de Villeneuve.
La historia de La Bella y la Bestia ha circulado durante siglos por toda Europa, tanto en forma oral como escrita, y, mucho más recientemente, en adaptaciones cinematográficas. Muchos expertos han señalado similitudes entre este cuento e historias clásicas de la Grecia antigua, como Cupido y Psique, Edipo o El Asno de Oro de Apuleyo, hacia el siglo segundo de nuestra era.
Una primera versión escrita de La bella y la bestia se atribuye a Giovanni Francesco Straparola, aparecida en su libro de cuentos Le piacevolo notti, en 1550. Una temprana versión francesa presentaba al padre como un rey, y a la Bestia como una serpiente. Charles Perrault popularizó este cuento en su recopilación Contes de ma mere l’oye (Cuentos de mamá ganso), en 1697. Otros autores como Madame d'Aulnoy, con su cuento Le Mouton (La oveja)[6] o Giambattista Basile, en el Pentamerone, también escribieron variaciones de la misma historia.
La primera versión escrita que ya desarrolla el cuento tal como lo conocemos hoy fue publicada en 1740 por la escritora francesa Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, en La jeune américaine, et les contes marins. Era una serie de relatos explicados por una anciana durante un largo viaje por el mar. Villeneuve escribía cuentos de hadas basados en el folclore europeo, para distracción de sus amigos y conocidos en bailes y salones.
La aristócrata francesa Jeanne-Marie Le Prince de Beaumont (1711 - 1780) había emigrado a Inglaterra en 1745, donde empezó a trabajar como profesora y escritora de libros sobre educación y moral. Habiendo leído la novela de Villeneuve, la abrevió en gran medida y la publicó en 1756 como parte de la colección Magasin des enfants, ou dialogues entre une sage gouvernante et plusieurs de ses élèves. Tomando los elementos clave de la historia original, Beaumont omitió muchas escenas de los orígenes o las familias de los protagonistas y modificó la escena de la transformación de la Bestia, que en el original de Villeneuve acontece tras la noche de bodas. Escrito como complemento educativo para sus alumnos, muchos de los detalles escabrosos o subversivos del original fueron suprimidos.
La versión de Beaumont se consideró ya entonces la más característica, hasta el punto de que, solo un año después, en 1757, ya fue traducida al inglés, como The Young Misses Magazine, Containing Dialogues between a Governess and Several Young Ladies of Quality, Her Scholars.
La tradición francesa de esta época consistía en elaborar historias cotidianas, con una tendencia a desarrollarlas sobre un trasfondo de emociones humanas en lugar de azares o designios mágicos. Eliminaban todo lo que era sangriento o cruel; escribían de forma directa y concisa, con un estilo sobrio y sin adornos. Los cuentistas franceses adaptaron sus historias a su propio gusto clásico, lógico y hasta racional. Perrault inició una tendencia que se apartaba de esta forma tradicional de narrar cuentos, y las mujeres que le siguieron, Lhéritier, Madame d'Aulnoy y Beaumont, fueron aún más lejos. El más humilde de los hombres, en sus cuentos, era un caballero; los pastores eran príncipes disfrazados y la mayoría de los protagonistas siempre son reyes o reinas.
Estas influencias en la historia explican las diferencias existentes entre la versión actual de La bella y la bestia, a través de estos escritores franceses, y las versiones más tradicionales.
interpretacion
Interpretación [editar]
De entrada, el cuento simboliza la animalidad integrada en la condición humana, pues en muchísimos mitos y cuentos populares se habla de un príncipe convertido, por arte de hechicería, en un animal salvaje o en un monstruo, que es redimido por el beso y el amor de una doncella.
La bella y la bestia se puede interpretar como la llegada de una niña a su mayoría de edad y a su sexualidad. Concebido el amor de su padre, que la adoraba por encima del resto de sus hermanas, como un amor puro, la niña percibe la sexualidad como algo perverso, y todo hombre que sienta un deseo sexual hacia ella es una bestia. Solo a partir del momento en que Bella es capaz de asimilar las relaciones sexuales como humana y adulta, puede alcanzar la felicidad.[7] Pero otra variante de este concepto sería que el sentimiento de la Bestia es primitivo y brutal, pero el amor de la mujer lo transforma en algo humano y comedido, que en el cuento vendría simbolizado por la transformación física de Bestia a Príncipe.[8]
El cuento también se ha interpretado como crítica a los matrimonios por conveniencia. Las primeras versiones del cuento provenían de personas de clase alta del ancien regime francés, donde tales uniones eran habituales. La unión de una chica, especialmente joven, con un hombre mucho mayor que ella, sin su consentimiento, se observa como metáfora en la narración. El cuento critica estas prácticas, pero al mismo tiempo reivindica que, si las mujeres buscan en el interior de sus ancianos maridos, pueden encontrar al ser bondadoso que se esconde tras la apariencia de Bestia. O que ellas mismas consigan esa transformación por medio de su amor.[9]
La historia de La bella y la bestia aparece en otras muchas culturas en diversas formas. Aarne-Thompson enumera 179 cuentos de diferentes países con un tema similar. Generalmente son tres hermanas. La más joven, Bella, es pura y bondadosa, mientras que las otras dos muestran algunos de los peores rasgos humanos: avaricia, envidia, soberbia. Bella no recibe ningún nombre, simplemente es la más joven de las hermanas, y recibe su apodo por su belleza, y por ser la preferida de su padre. Nunca aparece la figura materna, obviando así los conflictos que supondría que tal figura se opusiera a que la niña se fuera a vivir con un monstruo. Al mismo tiempo, se permite que la relación con el padre, normalmente rico, sea mucho más estrecha, y posibilite el desarrollo de la narración. Aunque la Bestia pueda adquirir muchas formas (serpiente, lobo e incluso un cerdo), el motivo es siempre el mismo: es rico y poderoso, pero nunca bello o atractivo. En un momento determinado, Bella se separa de la Bestia, que cae, por alguna extraña razón (amor, traición, designios mágicos de su maldición), terriblemente enferma y yace moribunda. Los remordimientos de Bella, ya sean en forma de una simple lágrima vertida o un viaje hasta el fin del mundo por volver con su amado, salvan a la Bestia, y ésta se transforma en un hermoso príncipe. La belleza implícita de la Bestia resurge cuando Bella es capaz de atisbarla bajo la desagradable apariencia exterior.
El cuento también se puede situar en un contexto psicológico. Los hombres suelen ser pasivos; las ancianas poco o nada comprensivas; Bella, la más joven, siempre es pura y virginal, y su mayor deseo es una rosa. Para griegos y romanos, la rosa era el símbolo del placer, asociado al lujo y a la extravagancia. Representaba la flor del amor y el romance. Resalta el amor de Bella hacia su padre, al pedirle que le traiga una rosa. Cuando el padre cae enfermo y moribundo, se puede interpretar en un sentido literal o en sentido figurado, ya que el amor de Bella ya no es hacia su progenitor, sino hacia la Bestia.
Según el sistema de clasificación Aarne-Thompson, La bella y la bestia estaría catalogada en la categoría 425A: Animal o Monstruo como novio o amante.
Comentarios
muy y bueno o o o me encanta me da igual
BAJANDO GRACIAS