Deja un momento tus ocupaciones habituales; entra un instante en ti mismo, lejos del tumulto de tus pensamientos. Arroja fuera de ti las preocupaciones agobiantes; aparta de ti tus inquietudes trabajosas. Dedícate algún rato a Dios y descansa siquiera un momento en su presencia. Entra en el aposento de tu alma; excluye todo, excepto Dios y lo que pueda ayudarte para buscarle; y así, cerradas todas las puertas, ve en pos de él. Di, pues, alma mía, di a Dios: «Busco tu rostro; Señor, anhelo ver tu rostro».
Y ahora, Señor, mi Dios, enseña a mi corazón dónde y cómo buscarte, dónde y cómo encontrarte.
DESEANDO TE BUSCARÉ, BUSCANDO TE DESEARÉ, AMANDO TE HALLARÉ Y HALLÁNDOTE TE AMARÉ.
El Señor anhela verte, y tu rostro está muy lejos de él. Él desea acercarse a ti, y tu morada es inaccesible. Arde en el deseo de encontrarte, e ignora dónde vives. No suspira más que por ti, y jamás ha visto tu rostro.
Señor, tú eres mi Dios, tú eres mi dueño, y con todo, nunca te vi. Tú me has creado y renovado, me has concedido todos los bienes que poseo, y aún no te conozco. Me creaste para verte y todavía nada he hecho de aquello para lo que fui creado.
Mírame, Señor, muéstrame tu rostro. Ten piedad de nuestros trabajos y esfuerzos para llegar a ti, porque sin ti nada podemos.
Enséñame a buscarte porque no puedo ir en tu busca a menos que tú me enseñes, y no puedo encontrarte si tú no te manifiestas. DESEANDO TE BUSCARÉ, BUSCANDO TE DESEARÉ, AMANDO TE HALLARÉ Y HALLÁNDOTE TE AMARÉ.
Adoración al Santísimo que tuvo lugar el jueves 16 de marzo de 2017 en la Parroquia Nuestra Señora de África, de Madrid, sita en C/Algorta, nº 14 (metro entre Urgel y Oporto)
Comentarios