Edición número 115 de la gran Evasión. 13/12/2016.
La historia suele clasificar a los contendientes de un conflicto en vencedores o vencidos. Sólo con la perspectiva del tiempo es cuando nos damos cuenta de que, en una guerra, nunca hay vencedores. El defecto básico del carácter alemán que se dejó seducir como pieza fundamental de un engranaje de gigantes sin capacidad para la rebelión fue el principal motivo que hizo que una nación se dejara arrastrar hacia la locura colectiva, hacia el odio racial, hacia el hecho diferencial, hacia el expansionismo y hacia el delirio de superioridad...y en esa enorme maquinaria estatal que convenció a adultos, que conquistó a jóvenes y que revivió a ancianos, hasta los grandes hombres prestaron oÃdos a lo que nunca debieron escuchar. Y el dÃa en que se condenó a un inocente sabiendo que se cometÃa una injusticia es cuando comenzó la masacre.
Más tarde, cuando la paz hizo su tÃmida aparición, nadie sabÃa nada, nadie entendÃa de polÃtica, nadie escuchó a un loco clamando su odio en el Reichstag. Una nación de sordos, mudos, ciegos que además miraban a otro lado, quizá a los vecinos que desaparecÃan en mitad de la noche por ser judÃos, o gays, o retrasados mentales, o izquierdistas, o antisociales. El estado del miedo tiene muchos aliados en el silencio y en la aceptación por inercia, por comodidad, por conformismo. Por eso, por tanta imposición por el decreto de la violencia usando la rúbrica del miedo, Vencedores o vencidos, de Stanley Kramer, cobra una enorme vigencia en los dÃas que vivimos.
En esta pelÃcula podemos observar la actuación del principio de la justicia, más allá de razones polÃticas que tan sólo entorpecen lo que corresponde a la condición humana, encarnado soberbiamente por Spencer Tracy; el principio de la ira, la humillación y la venganza que los vencedores se toman siempre sobre los vencidos, implacable Richard Widmark; el principio del lograr a cualquier precio que el yugo de la culpabilidad no se cierna sobre las generaciones posteriores intentando hacer ver las contradicciones internas de quien tiene que administrar justicia por parte de quien es esencialmente injusto, extraordinario Maximillian Schell; el principio de la corrupción y del que sabe que obró mal pero que no tiene muy claro en qué momento comenzó a cruzar la lÃnea que separa el servicio a la colectividad de la erótica del poder, impresionante Burt Lancaster; el principio de quien no entiende el ensañamiento de su propia patria con él porque, sencillamente, es incapaz de decir que el cazador fue al campo a matar la liebre, escalofriante Montgomery Clift; el principio de quien agotó su alma por el sufrimiento y la presión y que se derrumba ante la insistencia atosigante del señor Rolfe, abogado de la defensa, en una interpretación prodigiosa de Judy Garland; y, por último, el principio de quien, perteneciendo a la aristocracia, despreció al Führer pero nunca estuvo en contra de su polÃtica, porque asÃ, de alguna manera, se considera libre de culpa y considera injusta la condena, sombrÃa y falaz Marlene Dietrich...muchos principios para el fin, para la desolación, para la ruina, para una generación engrasada en el odio y en el mirar obsesivamente hacia sus adentros sin ni siquiera saber mirar y eso...eso no es patrimonio exclusivo de los alemanes. Cuando Rolfe está presionando de manera inhumana a Irene Hoffman, Ernst Janning se levanta de su escaño de acusado y grita para impartir justicia una vez más: "¡Señor Rolfe!...¿es que vamos a empezar otra vez?"...Y ese grito no es sólo contra su propio abogado defensor...ese grito...es contra la estúpida humanidad que siempre, siempre va a empezar otra vez porque es incapaz de comprender que el bienestar de la mayorÃa supera al bienestar de la minorÃa pero que los derechos del individuo están muy por encima de los derechos colectivos de una nación.
César Bardés
Esta noche en Radiopolis nos ponemos los auriculares para entender el sentido de la justicia...
José Miguel Moreno modera, Gervi NavÃo, Raúl Gallego, nuestros invitados de hoy Miguel Olid, crÃtico de cine, Emilio G. Romero, historiador cinéfilo, y César Bardés, nuestro crÃtico de cine desde Madrid.
Comentarios
El fascismo el nazismo y el franquismo, solo trajeron odio destrucción y corrupción.
No se os cae la cara de vergüenza?
Gran drama judicial, y magnÃficos todos los actores y actrices, desde Burt Lancaster, hierático y hundido, a Judy Garland tan expresiva, Monty Clift desgarrador...todos. Kramer querÃa rodar en el mismo tribunal de Nuremberg donde se celebraron los juicios, pero no le permitieron hacerlo. Salud y cine.
aroma a Historia para bien o para mal. Buena pelÃcula.
Imposible no pensar en mi viaje a Nuremberg, a la sala real del juicio-farsa, al muy recomendable museo sobre el juicio y a todo el aroma a l