Sobre las laderas meridionales de la Sierra de Urbión se extiende un mar de pinos silvestres tan extenso que puede parecer casi casi infinito. Es, de hecho, en su prolongación por las vecinas sierras de la Demanda y Neila, una de las manchas forestales más extensas de esta especie de toda Europa. Y es, precisamente, hacia esos inmensos bosques llenos también de misterios hacia los que dirigimos hoy nuestros pasos. Vamos a recorrer el sendero señalizado conocido como Los Abuelos del Bosque.
PISTAS es una colaboración del blog de viajes SIEMPRE DE PASO en el programa "Aquí en la Onda" de Onda Cero Castilla y León. No dejes de consultar lo que sobre esta propuesta he publicado en el blog: https://www.siempredepaso.es/sendero-de-los-abuelos-del-bosque-sierra-de-urbion-soria/
La Laguna Negra es uno de esos lugares mágicos en torno a los que siempre han circulado viejas historias y leyendas. A Pío Baroja cuando subió aquí en 1901 le contaron que a veces de manera inexplicable, se despiertan en ella remolinos y oleajes imposibles. Y dice también que una bella muchacha atrae desde el fondo a los hombres, y que incapaces de resistir su hechizo se sumergen tras ella para no volver a aparecer jamás... A don Antonio Machado, lo que contaron en su viaje al nacimiento del Duero es que estas aguas guardaban un secreto aún más terrible: el parricidio de Alvargonzález, una historia de envidias y rastros sangrientos que ha quedado marcada para siempre en el aire de estos bosques y que es bien conocida gracias al célebre romance La Leyenda de Alvargonzález que Antonio Machado incluyó en su libro de poemas Campos de Castilla.
Pero hoy quería que nos acercáramos a conocer otro secreto muy bien guardado de la Sierra de Urbión. La propuesta consiste en perseguir el rastro de un grupo de árboles bastantes veces centenarios hasta los que se puede llegar siguiendo la señalización de un paseo que han llamado Los Abuelos del Bosque, y que hace referencia a un grupo de árboles muy longevos que son, a su vez, la corte que hace honores a un pino más recto que una vela y tan anciano que hay quien le echa 450 años de edad. Los vecinos de Covaleda le conocen desde hace varias generaciones como el Pino Rey. Y, aunque no se haya movido del sitio en casi cinco siglos, seguro que si se pone a contar secretos dejaría en nada lo que les contaron a don Pío y a don Antonio.
El camino que lleva hasta este secreto rincón, como decías, de uno de los bosques de pino silvestre más extensos de Europa, es fácil y está señalizado, y llama mucho la atención, sobre todo por el milagro que supone encontrarse con un grupo tan numerosos de árboles que, en un pequeño corro del bosque, hayan sobrevivido durante tantos años a las contingencias propias de su medio: principalmente enfermedades, talas e incendios. Por otro lado, algo que se explica perfectamente por la estrecha dedicación y vinculación que durante siglos han tenido las gentes de todas estas sierras, que por algo se conoce como Comarca de Pinares, con unos bosques que han sido y son su principal fuente de riqueza.
Se trata de un paseo circular, con principio y final en un paraje que se conoce como Cruce de Tejeros, y que localizamos en la pista forestal que comunica Covaleda con el refugio de Bocalprado y la Laguna Negra. Ese será el lugar para dejar el coche y estudiar o hacer una fotografía al panel con el mapa y la información del recorrido. Está señalizado con pequeñas balizas blancas clavadas en el suelo. Tiene una longitud total de 3 km con muy poco desnivel, por lo que podemos plantearlo perfectamente para hacer con niños. Y, sin prisas, podemos hacerlo fácilmente en unos 50 minutos.
Sí que es importante señalar que la primera parte discurre por un tramo de pista forestal pero después se interna directamente en el bosque y es importante no perder el rastro de las estacas blancas que hay clavadas en el suelo y que van a ser la guía que nos va a llevar hasta estos árboles centenarios. O sea, aunque es sencillo hay que fijarse bien por dónde discurre el paso y, aquí el consejo más importante sería que si en algún momento no encontramos la siguiente estaca, lo que tenemos que hacer es retroceder hasta la última por la que hayamos pasado y volver a intentarlo de nuevo.
Casi al final del paseo, ya muy cerca del aparcamiento en el que hemos dejado el coche vamos a localizar sin dificultad al que se conoce como el Pino Rey.
La guinda de este paseo de árboles venerables es este pino, un ejemplar de tronco rectilíneo, de unos 17 metros de altura, con un diámetro de casi dos metros y cerca 20 toneladas de peso que prospera junto a un nutrido grupo de árboles longevos en el interior del conocido como Rodal 258 del Monte de Covaleda. Es el Pino Rey.
Ejemplares como este eran escogidos en otros tiempos para la fabricación de los mástiles de los galeones españoles que surcaban los mares en el siglo XVI. Si bien es verdad que para ese uso en concreto era más frecuente la utilización de especies como el Pino laricio o negral (Pinus nigra), por ser normalmente más recto y tan altos que podían alcanzar los 40 metros de altura. De cualquier forma, estos bosques eran lugares habituales para los constructores de barcos, que encontraban madera en abundancia para hacer mástiles, vergas o cofas. El roble, por su dureza, era preferido para las quillas.
La necesidad de extraer los troncos de estos montes una vez cortados y transportarlos está el origen y auge del oficio de la carretería. Una vez cortados, y teniendo en cuenta la extraordinaria envergadura y peso de estos árboles, no era tarea menor transportarlos a los más diversos puntos de la Península. En especial a los astilleros. Así se fue creando un oficio, el de carretero, que acabó convertido en seña de identidad de toda la comarca.
Es en tiempos de los Reyes Católicos cuando se crea aquí la Hermandad de Carreteros Serranos, una organización con privilegios reales al modo del Honrado Concejo de la Mesta, cuya finalidad era la de constituir una gran empresa pública de transporte por cuenta de la Corona. Carreteros de estas sierras amasaron su fortuna en el duro oficio de recorrer, desde entonces y hasta entrado el siglo XIX, buena parte de los caminos de España.
Después podemos darnos un paseo por Covaleda merece la pena, desde luego, acercarse hasta Vinuesa, a la que se conoce como la Corte de los Pinares precisamente por gozar en el pasado del favor de los reyes Juan I y Juan II. En Vinuesa tuvo mucha importancia, además de la arriería, el comercio de la lana y su transporte. Y así queda patente en la calidad y cantidad de palacetes, la mayoría de los siglos XVI y XVII, que vemos en el casco urbano.
Desde Vinuesa, frente a su iglesia, arranca la pista forestal asfaltada y señalizada que nos va a llevar primero hasta la Casa del espacio natural Laguna Negra y Circos Glaciares de Urbión, donde podemos recabar toda la información que pueda hacernos falta para preparar el paseo del que hemos estado hablando, y después hasta la Laguna Negra que, como hemos dicho, es un paraje excepcional hasta el que desde luego merece mucho la pena acercarse en cualquier momento del año.
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