Locución: Manuel López Castilleja
Fondo musical: Ann Annie_Windswept
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La abuela era antigua, loca, hablaba de un tiempo de risas y rondas, romanticismo pasado de moda. De un amor de esos, prohibidos, que en un papel rosa, le hablaba de lagos, de cisnes, de estrellas y mariposas. Un amor de esos, marchito, que entre las lloradas y amarillas hojas de un libro de Bécquer o de Nervo, que esperaba en aquellos tiempos a que sus quince años se vistieran de novia. Largo traje de luna, su imaginación bailaba, con azahares de suspiros, la sencilla toca del viento por su pelo y toda la fragancia de su voz en la boca. Así, rendida, se dormía apretando aquel libro de Bécquer o de Nervo.
La abuela era antigua, rezaba el rosario, siempre a la misma hora, cuando el crepúsculo, crucifica los Cristos de luz que amamantó la aurora. Cinco Padrenuestros, un Avemaría, Credos, salves, Glorias, en el nombre del padre, se santiguaba a solas y después de contarnos de caperucita, la desobediente, de Aladino, su lámpara y el genio, el hombre de la bolsa, nos juntaba las manos para que Tatita Dios, aquel del dedo roto y la oxidada aureola, nos bendiga los sueños y nos haga más buenos, tenía un no sé qué de brisa su canción acunadora.
Bueno, el caso es que la abuela no estaba en la cosa, a ella le bastaban diez pesos y un San Cayetano, para colgar la suerte arriba de las puertas o un trapo caliente para los catarros o una hoja de eucaliptos adentro de un tarro, arriba de la estufa o la bufanda aquella, que le pedí que me tejiera en azul y amarillo, para llevar los lunes, cuando ganaba Boca, que me afanó el pelado, que era hincha de River y no tenía una abuela que le teja otra.
La abuela se fue poniendo blanda, cosas de viejos, que si están fuertes los discos, que si fuma mi novia, que las flores de plástico no son como las otras, que el amor de hoy en día, no es más que sacarse la ropa y juntar la carne sola, que las mujeres de antes parían veinte hijos sin que les dieran clase por televisión las psicólogas. Loca, un día se puso a hablarnos de Cristo, a nosotros que en el café habíamos hecho toda una teoría para salvar al hombre del hombre, que éramos una juventud informada, que habíamos leído a Freud, cuatro o cinco hojas.
Un día, pasando frente a la facultad, le dije: -mire las paredes, mire, mire cómo se lucha ahora -me contestó: - hijo, el hombre siempre ha luchado de esa forma ... y de otras-.
La abuela era antigua, loca, si vieran la paz que tenía en las manos. Yo no sé por qué volví a sentir miedo del hombre de la bolsa y del lobo de Caperucita, es que existen, sí que existen. La de Aladinos que encontré, si vieran la de genios que inventan. También la vida me dio un amor de esos que en un papel rosa, me hablaba de lagos, de cisnes, ¡qué imposibles cosas! y hoy que tengo una alma como un libro con poemas de Bécquer, de Nervo o de Lorca, guardo como un lirio seco el recuerdo de aquella abuela antigua, casi loca, marcándome la página de las cosas sencillas, que no están de moda.
Comentarios
La vejez, que a veces desentona con la juventud, pero no importa, esta cargada de paz y sabiduria