Los problemas de la humanidad 005
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Los educadores que enfrentan la actual oportunidad mundial deberán preocuparse por sentar bases sólidas para la civilización futura y procurar que sea general y universal en sus alcances, veraz en su presentación y constructiva en su acercamiento. Los pasos iniciales que den los educadores de los distintos países determinarán inevitablemente la naturaleza de la civilización venidera. Ellos deberán prepararse para un renacimiento de las artes y un nuevo y libre fluir del espíritu creador del hombre. Tendrán también que insistir sobre la importancia de los grandes momentos de la historia humana, donde brilló la divinidad del hombre e indicó nuevos modos de pensamiento y de planificación humanos, que cambió para siempre la tendencia de los asuntos humanos. Esos momentos produjeron la Carta Magna; acentuaron, mediante la Revolución Francesa, los conceptos de libertad, igualdad y fraternidad; formularon la Declaración Norteamericana de Derechos y, en alta mar, en su momento y día, nos dieron la Carta del Atlántico y las Cuatro Libertades. Éstos son los grandes conceptos que deben regir la nueva era con su naciente civilización y su futura cultura. Si a los niños de hoy se les enseña el significado de estas cinco declaraciones y al mismo tiempo se les habla sobre la futilidad del odio y de la guerra, habrá esperanzas de un mundo mejor, más feliz y que ofrezca más seguridad.
Dos conceptos principales debe enseñárseles a los niños de todos los países: el valor del individuo y la realidad de la humanidad una. Durante la guerra los niños han aprendido, por lo que han visto, que la vida humana tiene poco valor; los países fascistas han enseñado que el individuo no tiene valor alguno, excepto para cumplir los designios de algún dictador. En otros países se considera importantes a ciertas personas y grupos –debido a la posición heredada o a la situación económica- y de poca importancia al resto de la nación, y también en otros el individuo se considera que él y sus derechos de hacer lo que le plazca son de tanta importancia, que pierde completamente la relación con el todo. Sin embargo, el valor del individuo y la existencia de ese todo denominado Humanidad, están estrechamente relacionados. Esto debe ponerse de relieve. Cuando ambos principios sean debidamente enseñados y comprendidos, conducirán al individuo a poseer una cultura más amplia y a reconocer que tiene responsabilidades como parte integrante de la humanidad.
Hemos considerado la rehabilitación física y psicológica de los niños y de los jóvenes del mundo. Se ha sugerido que los libros de texto deben ser redactados nuevamente en términos de correctas relaciones humanas y no desde el punto de vista actual separatista y nacionalista. También se han expuesto algunas ideas fundamentales que deberían ser inculcadas de inmediato: el extraordinario valor que tiene el individuo, la belleza de la humanidad, la relación del individuo con la totalidad y la obligación de adaptarse al cuadro general en forma constructiva y voluntaria; se acentuó la futilidad de la guerra, la codicia y la agresión, y que es necesario prepararse para un gran despertar de la facultad creadora del hombre, cuando se haya establecido la seguridad y se haya advertido la inminencia del próximo renacimiento espiritual.
Uno de los objetivos más inmediatos de la educación debe consistir en la eliminación del espíritu de competencia, que debe ser sustituido por una conciencia colaboradora. De aquí surgen los siguientes interrogantes: ¿cómo puede lograrse esto y al mismo tiempo alcanzarse un alto nivel de realización individual? ¿No es la competencia un gran acicate para cualquier esfuerzo? Hasta ahora ha sido así, pero no es necesario que lo sea. El desarrollo de un ambiente que fomente el sentido de responsabilidad en el niño y lo libere de las inhibiciones generadas por el temor, le permitirá alcanzar resultados más elevados. Desde el punto de vista del educador, implicará la creación de un correcto ambiente alrededor del niño, en el cual florecerán determinadas cualidades y surgirán ciertas características de responsabilidad y buena voluntad. ¿ Cuál debe ser la naturaleza de esta atmósfera?
Un ambiente de amor, donde el temor desaparezca y el niño se dé cuenta que su timidez no tiene razón de ser. Un ambiente donde reciba un trato cortés, esperándose de él igual corrección hacia los demás. No es común encontrar esto en las aulas o en el hogar. Este ambiente de amor no debe ser emocional o sentimental, sino estar basado en la comprensión de las potencialidades del niño como individuo, estar libre de prejuicios y antagonismos raciales y, sobre todo, de una verdadera compasiva ternura. Esta actitud compasiva estará basada en el conocimiento de las dificultades de la vida diaria; en la sensibilidad a la respuesta afectuosa y normal del niño, y en la convicción de que con amor se extrae lo mejor que hay en todos.
Un ambiente de paciencia, donde el niño pueda aprender los primeros rudimentos de la responsabilidad. Los niños que nacen en esta época poseen un alto grado de inteligencia; sin saberlo poseen vivencia espiritual y el primer indicio es el sentido de responsabilidad. Saben que son los custodios de sus hermanos. Inculcar pacientemente esta cualidad y hacer el esfuerzo para que cumpla con sus pequeños deberes, compartiendo la responsabilidad, requerirá mucha paciencia de parte del maestro, pero ello es fundamental para determinar definidamente el carácter del niño y su futura utilidad en el mundo.
Un ambiente de comprensión. Son pocos los maestros y los padres que explican al niño las razones de las actividades y exigencias que se les impone. Esta explicación evocará inevitablemente respuesta, porque el niño piensa más de lo que creemos, y este proceso le inculcará la necesidad de considerar los móviles. La mayoría de las cosas que hace comúnmente no son malas en sí; están impulsadas por un frustrado espíritu inquisitivo, por el deseo de desquitarse de alguna injusticia (originada en la falta de comprensión de los adultos respecto a los móviles que los guían), por la incapacidad de emplear el tiempo correcta y útilmente y por el deseo de llamar la atención. Éstos son simplemente los rasgos principales del individuo que emerge. Las personas mayores tienden a fomentar en el niño un temprano e innecesario sentido de que todo lo hace mal, y a darle importancia a las cosas pequeñas que deberían ignorarse, aunque sean molestas. En el niño no se desarrollará el sentido de que está obrando mal por la falta de correctas relaciones grupales, pero si se lo maneja con comprensión surgirán en su correcta perspectiva y a su tiempo las cosas verdaderamente malas: el infringimiento de los derechos de los demás y la imposición de los deseos individuales sobre las necesidades del grupo para beneficio propio. Los educadores deberán recordar que millares de niños han visto constantemente las malas acciones de las personas mayores, lo cual ha pervertido su perspectiva e inculcado normas erróneas y socavado la autoridad de sus mayores. Un niño puede llegar a ser antisocial cuando no es comprendido y las circunstancias le exigen demasiado.
Un ambiente adecuado, la enseñanza de algunos principios correctos y mucha comprensión afectuosa, son los principales requisitos de este difícil período de transición que enfrentamos. Un modo de vivir organizado será de gran ayuda, pero los niños que hemos considerado han conocido muy poca disciplina. La principal preocupación de los adultos y de los niños ha sido luchar encarnizadamente por la supervivencia. Al principio será difícil reaccionar correctamente al ritmo de vida impuesto. La disciplina será necesaria, pero debe ser una disciplina de amor, y al niño se le debe explicar cuidadosa y exhaustivamente el por qué de la misma, a fin de que comprenda las razones que existen detrás de este misterioso nuevo orden de conducta. Las dificultades a presentarse en las primeras etapas serán, la fatiga, la inercia y la falta de interés, derivadas de la guerra y la desnutrición. Los educadores y maestros deberán imponerse a sí mismos como disciplina, la paciencia, la comprensión y el amor, lo cual no será fácil porque irá a la par de un profundo sentido de las dificultades a superar y de los problemas a enfrentar. Deben buscarse y movilizarse en todos los países a los hombres y mujeres que poseen visión; dárseles el entrenamiento necesario y el respaldo de aquellos en quienes confían. No se les debe exigir demasiado al principio, pues la necesidad inmediata no es impartir hechos sino disipar el temor, demostrar que el amor existe en el mundo e inculcar el sentido de seguridad. Sólo entonces podrán continuarse esos procesos más definidos que harán posible la realización del plan de largo alcance que algunos hemos visualizado.
El Plan de Largo Alcance.
Formulemos ahora un plan más extenso para la futura educación de los niños del mundo. Hemos visto que a pesar de los procedimientos universales educativos y de los numerosos centros de enseñanza en todos los países, aún no hemos logrado dar a nuestros jóvenes la clase de educación que les permita vivir plena y constructivamente. En los últimos dos o tres mil años el mundo de la educación fue desarrollándose progresivamente sobre tres líneas principales, que comenzaron en Oriente y culminan ahora en Occidente. En Asia sólo se ha dado, durante siglos, un intenso entrenamiento a determinados individuos cuidadosamente seleccionados, y se ha ignorado completamente a las masas. Asia y sólo Asia ha producido esos descollantes personajes que aun hoy son objeto de veneración universal –Lao Tse. Confucio, el Buddha, Shri Krishna y el Cristo. Éstos han dejado su impronta sobre millones de seres y continúan haciéndolo.
En Europa se concentró la atención de la educación sobre unos pocos grupos privilegiados, a los cuales se les dio un entrenamiento cultural cuidadosamente planeado; en cambio a las masas sólo se les enseñó únicamente los rudimentos indispensables del saber, lo cual trajo periódicamente importantes eras culturales, tales como el período Isabelino, el Renacimiento, los poetas y escritores de la época Victoriana, los poetas y músicos de Alemania, así como las agrupaciones de artistas cuya memoria se perpetúa en las Escuelas italiana, holandesa y española.
Finalmente, en los países más nuevos del mundo como los Estados Unidos, Australia y Canadá, se implantó la educación masiva, lo cual fue en gran parte adoptada por el mundo civilizado. El nivel general de la cultura fue excesivamente más inferior, pero el nivel de la información masiva y la competencia fue considerablemente superior. Surge ahora otra pregunta: ¿ Cuál será el próximo desarrollo evolutivo en el mundo de la educación? ¿ Qué sucederá después de este derrumbe mundial y del reconocido fracaso del sistema educativo en evitarlo? Cabe recordar algo muy importante y es lo que la educación puede hacer en líneas indeseables, demostrado en Alemania, con la destrucción del idealismo, la implantación de las relaciones y actitudes humanas erróneas y la exaltación de todo lo más egoísta, brutal y agresivo. Alemania ha probado que cuando los procesos de la educación están bien organizados y supervisados, planeados y engranados sistemáticamente en una ideología, son de un efecto poderoso, especialmente si se toma al niño desde una edad temprana y se lo priva de toda enseñanza contraria, durante un tiempo suficientemente prolongado. Desde entonces Rusia ha empleado el mismo sistema. Recordemos que esta probada potencia puede actuar de dos modos y lo que ha sido forjado en líneas erróneas puede igualmente tener éxito en líneas correctas y en una saludable atmósfera de libertad.
Debemos también hacer dos cosas: Primero, educar a los menores de dieciséis años, y cuanto más jóvenes mejor; segundo, utilizar los elementos que tenemos, aunque reconozcamos las limitaciones de los sistemas actuales; reforzar esos aspectos buenos y deseable; eliminar los que han sido inadecuados para adaptar al hombre a hacer frente a su medio ambiente; desarrollar las nuevas técnicas y actitudes que capacitarán al niño para una vida plena, haciéndolo verdaderamente humano, es decir, un miembro creador y constructivo de la familia humana. Lo mejor del pasado debe ser conservado, pero considerado sólo como base para establecer un sistema mejor y un acercamiento más inteligente a la meta de la ciudadanía mundial.
Sería de valor definir en este momento lo que puede ser la educación si está impulsada por la verdadera visión, y si responde a las necesidades mundiales percibidas y a las demandas de la época.
La educación es el entrenamiento inteligentemente impartido que permitirá a la juventud del mundo hacer contacto con el medio ambiente, con inteligencia y sensatez y adaptarse a las condiciones existentes. Esto tiene una importancia primordial y es uno de los pilares indicadores que quedan hoy en el mundo.
La educación es el proceso mediante el cual el niño recibe la información que lo entrenará para actuar como buen ciudadano y desempeñar las funciones de padre inteligente. Deben tenerse en cuenta sus tendencias inherentes, sus atributos raciales y nacionales y esforzarnos por agregar a éstos el conocimiento que lo llevará a trabajar constructivamente en su mundo particular y a ser un ciudadano útil. La tendencia general de su educación deberá tener una orientación más sicológica que en el pasado, y el conocimiento adquirido quedará de este modo sujeto a su caso particular. Todos los niños poseen cierto acervo que tienen que aprender a aplicar, el cual lo comparten con toda la humanidad, sin tener en cuenta la raza o la nacionalidad. Los educadores, por lo tanto, deberían ocuparse en el futuro de poner el énfasis sobre:
El control mental de la naturaleza emocional.
La visión o la capacidad de ver, más allá de lo que es, lo que podría ser.
El conocimiento efectivo heredado, sobre el cual sería posible superponer la sabiduría del futuro.
La capacidad inteligente de manejar las relaciones y reconocer y asumir la responsabilidad.
El poder para emplear la mente de dos modos:
Como “sentido común” (dándosele a esta palabra su antiguo significado), que analiza y sintetiza la información impartida por los cinco sentidos.
Como faro que penetra en el mundo de las ideas y de la verdad abstracta.
El conocimiento llega de dos direcciones: como resultado del inteligente empleo de los cinco sentidos, que también se desarrolla mediante la intención de captar y comprender las ideas, complementadas ambas por la curiosidad y la investigación.
La educación debería ser de tres tipos, pues los tres son imprescindibles para llevar a la humanidad al punto necesario de desarrollo. En primer lugar es el proceso de adquirir el conocimiento de los hechos, pasados y presentes, y luego aprender a deducir y a extraer de este conjunto de información, gradualmente acumulada, lo que pueda ser de aplicación práctica en cualquier situación dada. Este proceso implica los fundamentos de los procesos educativos actuales. En segundo lugar, es un proceso de adquirir la sabiduría como derivada del conocimiento y la captación comprensiva del significado, que se halla detrás de los hechos externos impartidos. Es además el poder de aplicar el conocimiento de tal manera, que dé como resultado natural una vida sensata y un comprensivo punto de vista, además de una inteligente técnica de conducta. Esto implica también el entrenamiento de esas actividades especializadas, basadas en las tendencias innatas, en el talento o en el genio.
Éste es un proceso por el cual se cultiva la unidad o sentido de síntesis. A los jóvenes del futuro se les enseñará a pensar en sí mismos como que están relacionados con el grupo, la familia y la nación que el destino les ha deparado. Se les enseñará también a pensar en términos de relaciones mundiales y a considerar a su nación en relación con otras. Esto incluye el entrenamiento para la ciudadanía, la paternidad y la comprensión mundiales, lo cual es fundamentalmente sicológico y debería impartirles una comprensión de la humanidad. Cuando este tipo de enseñanza quede establecida, se desarrollarán hombres y mujeres cultos y civilizados, que poseerán la capacidad de progresar (a medida que la vida transcurre) hacia ese mundo de significados que está detrás del mundo de los fenómenos externos, y empezaran a contemplar los acontecimientos humanos en términos de los valores espirituales y universales más profundos.
La educación debería ser un proceso mediante el cual se enseña a la juventud a razonar de la causa al efecto, a conocer la razón de por qué ciertas acciones se hallan inevitablemente sujetas a producir ciertos resultados y por qué –dado cierto equipo emocional y mental, además de una determinada graduación psicológica— se pueden determinar las tendencias definitivas de la vida; ciertas profesiones y carreras de la vida proporcionan el correcto ambiente para el desarrollo y un campo de experiencia útil y provechoso.
En algunas escuelas y colegios se han hecho ensayos sobre este particular, a fin de comprobar las aptitudes psicológicas del niño o la niña, para determinadas vocaciones, pero toda la tarea realizada es aún obra de aficionados. Si se hace en forma más científica abrirá las puertas para el aprendizaje de las ciencias, otorgará significado y significación a la historia, a la biografía y a la enseñanza, lo cual evitará la escueta información de los hechos y el burdo proceso de ejercitar la memoria, características todas de los métodos del pasado.
La nueva educación considerará al niño teniendo en cuenta su herencia, posición social, condiciones nacionales, medio ambiente, capacidad mental y emocional individuales; tratará además de abrirle las puertas al mundo del esfuerzo y de indicarle que las barreras aparentes que se oponen al progreso son únicamente acicates para renovados esfuerzos. Así “tratarán de sacarlo” (verdadero significado de la palabra “educar”) de cualquier condición limitadora, entrenándolo para que piense en términos de una ciudadanía mundial constructiva. Lo que se deberá acentuar es: Progreso y más progreso.
El educador del futuro encarará el problema de la juventud desde el punto de vista de la reacción instintiva del niño, de su capacidad intelectual y de su potencialidad intuitiva. Durante la infancia y los primeros grados de la escuela debe vigilarse y cultivarse el desarrollo de las correctas reacciones instintivas; en los grados posteriores, equivalentes a los de la escuela o colegio secundario, se acentuará el desarrollo intelectual y el control de los procesos mentales; mientras que en la universidad y en la enseñanza superior se fomentará el desarrollo de la intuición, la importancia de los ideales e ideas y el desenvolvimiento del pensamiento abstracto y de la percepción; este último aspecto debe basarse firmemente en el sólido cimiento intelectual anterior. Estos tres factores -instinto, intelecto, intuición- dan la tónica para las tres instituciones escolares a través de las cuales deberán pasar todos los jóvenes, y actualmente pasan muchos miles.
En las escuelas modernas (primarias, secundarias y universidades) tenemos un cuadro simbólico, pero imperfecto, del triple objetivo de la educación venidera: Civilización, Cultura y Ciudadanía Mundial o Unidad.
Las escuelas, primarias deberán considerarse como custodios de la civilización; tendrán que comenzar por entrenar al niño sobre la naturaleza del mundo en el cual deberá desempeñar su parte, enseñarle el lugar que ocupa en el grupo, prepararlo para vivir inteligentemente y mantener correctas relaciones sociales. Se enseñará lectura, escritura y aritmética, historia elemental (acentuando la historia universal), geografía, poesía y ciertos hechos básicos e importantes de la vida, además de inculcarle el autocontrol.
Las escuelas secundarias deberán considerarse como los custodios de la cultura; acentuar los más grandes valores de la historia y de la literatura y enseñar algo sobre arte. Comenzarán a entrenar a los niños para esa futura profesión o modo de vida, que evidentemente los condicionará. Se les enseñará la ciudadanía en términos más amplios y el mundo de los verdaderos valores, y se cultivará el idealismo en forma consciente y definida. Se dará mayor impulso a la aplicación práctica que a los ideales.
Nuestras escuelas superiores y universidades deberán ser una ampliación superior de todo lo que ya se ha realizado. Tendrán que embellecer y completar la estructura ya constituida y tratar más directamente con el mundo de significados. Deberán ser considerados los problemas internacionales –económicos, sociales, políticos y religiosos— y vincular más estrechamente al hombre o a la mujer con la totalidad. Esto de ninguna manera indica un olvido de los problemas o compromisos individuales o nacionales, sino que trata de incorporarlos en el todo como partes integrantes y efectivas, evitando así las actitudes separatistas que han causado el derrumbe de nuestro mundo moderno.
Más adelante (cuando se restablezca la verdadera religión) este entrenamiento puede ser fundamentalmente espiritual, significando con esta palabra: comprensión, servicio, hermandad, correctas relaciones humanas y creencia en la realidad del mundo detrás de los fenómenos. La preparación del hombre para ser ciudadano del reino de Dios no es una actividad religiosa que debe ser manejada exclusivamente por las iglesias y la enseñanza teológica, aunque podrían ser de mucha ayuda. Ciertamente la tarea de la educación es dar significación a todo propósito y lo que se ha realizado.
La siguiente secuencia surge por sí sola al considerarse el programa de estudio que deberá planificarse para la juventud de las próximas generaciones:
Enseñanza primaria civilización edad 4 a 12 años.
Enseñanza secundaria cultura edad 12 a 18 años.
Enseñanza superior ciudadanía mundial edad 18 a 25 años.
En el futuro la educación utilizará la Psicología mucho más ampliamente que hasta ahora. Ya se observa una marcada tendencia en este sentido. Se investigará cuidadosamente la naturaleza física, vital, emocional y mental del niño, y se dará una buena orientación a los propósitos de su vida incoherente; se le enseñará a reconocerse como el que actúa, siente y piensa. Así se le enseñará la responsabilidad del “Yo” central, el habitante del cuerpo. Esto hará cambiar por completo la actual actitud de la juventud del mundo hacia su medio ambiente y fomentará desde temprana edad el reconocimiento de la parte que debe desempeñar y la responsabilidad a asumir. La educación será considerada como método preparatorio para un futuro útil e interesante.
Por lo tanto, es cada vez más evidente, que la futura educación podría definirse, en un sentido nuevo y más amplio, como la Ciencia de las Correctas Relaciones Humanas y de la Organización Social. Esto otorga un propósito relativamente nuevo a cualquier programa de estudios y, no obstante, indica que nada de lo que hasta ahora fue incluido debe excluirse, a no ser que sea evidente un móvil mejor y se evite una presentación nacionalista y egoísta. Por ejemplo, si la historia se presentara basada en las ideas condicionantes que han hecho avanzar a la humanidad y no en las guerras agresivas y en el latrocinio nacional e internacional, entonces la educación se ocuparía de la correcta percepción y empleo de las ideas, de su transformación en ideales activos y de su aplicación como voluntad al bien, voluntad a la verdad y voluntad a la belleza. Esto producirá la necesaria alteración de los objetivos humanos, trasladándolos de nuestros actuales objetivos de competencia y materialismo, a otros fines que expresarán con más propiedad la Regla de Oro y establecerán internacionalmente correctas relaciones entre los individuos, los grupos, los partidos y las naciones.
La educación deberá preocuparse cada vez más, tanto totalidad de la vida como de los detalles de la vida individual cotidiana. Se desarrollará, capacitará, entrenará e impulsará al niño como individuo, y se le enseñará sus responsabilidades para con la totalidad y el valor de la contribución que puede y debe dar al grupo.
Quizás sea una trivialidad decir que la educación debería ocuparse necesariamente de desarrollar la capacidad de razonar del niño y no dedicarse especialmente, como ocurre en la actualidad, a entrenar la memoria y a recordar hechos mecánicamente, fechas e informaciones sin relación entre si y mal asimilados. La historia del desarrollo de las facultades perceptivas del hombre, bajo condiciones raciales y nacionales distintas, es de profundo interés. Las figuras descollantes de la historia, de la literatura, del arte y de la religión, se estudiarán, seguramente, desde el punto de vista del efecto que produjeron y la influencia buena o mala que ejercieron en su época, considerándose además la calidad y el propósito de su liderazgo. Así el niño absorberá una vasta información histórica sobre la actividad creadora, el idealismo y la filosofía, no sólo con gran facilidad, sino que producirá efectos permanentes en su carácter.
Se procurará que el niño dirija su atención sobre la continuidad del esfuerzo, los efectos que la antigua tradición ha producido en la civilización, los acontecimientos buenos y malos y la acción recíproca de los diversos aspectos culturales de la civilización, descartándose la información estéril, las fechas y los nombres. Así todas las ramas del conocimiento humano podrán vivificarse y alcanzar un nuevo nivel de utilidad constructiva. Existe ya una tendencia definida en ese sentido, y es buena y sólida. El pasado de la humanidad, como fundamento de los acontecimientos actuales, y el presente, como factor determinante del futuro, serán cada vez más reconocidos y efectuarán grandes y necesarios cambios en la sicología humana.
La aptitud creadora del ser humano debe también recibir una atención más profunda en la nueva era y se estimulará al niño para que realice un esfuerzo individual que convenga a su temperamento y capacidad. De ésta manera se lo inducirá a contribuir con la parte de belleza que es capaz de dar al mundo y el correcto pensar que pueda aportar a la totalidad del pensamiento humano; se lo alentará para que investigue, dándosele acceso al mundo de la ciencia. Detrás de la aplicación de estos incentivos residen los móviles de la buena voluntad y de las correctas relaciones humanas.
Finalmente, la educación planteará la hipótesis de la existencia del alma en el hombre, como el factor interno que produce lo bello, lo verdadero y lo bueno. Por lo tanto, la expresión creadora y el esfuerzo humanitario tendrán una base lógica. Esto no se hará mediante un planteamiento teológico o doctrinario, como ocurre en la actualidad, sino presentando un problema para ser dilucidado, en un esfuerzo para responder a las siguientes preguntas: ¿ Qué es el hombre? y ¿ cuál es su propósito intrínseco en el esquema de las cosas? Se deberá estudiar la vivencia de la influencia y el propósito definido que hay detrás de la constante aparición de líderes mundiales, espirituales, culturales y artísticos, surgidos a través de las épocas, cuyas vidas estarán sujetas a la investigación tanto histórica como psicológica. Esto abrirá ante la juventud del mundo todo el problema del liderazgo y del móvil. En consecuencia, la educación se dará con el fin de despertar el interés humano, el logro humano y la posibilidad humana.
Esto se hará de tal manera que el contenido de la mente del estudiante no sólo se enriquecerá con los hechos históricos y literarios, sino que su imaginación se iluminará y su ambición y aspiración se despertarán en líneas veraces y correctas, así se le presentará en su perspectiva el esfuerzo humano realizado en el pasado, y se le abrirá el futuro como un llamado a su esfuerzo individual y su contribución personal.
Lo antedicho no implica de manera alguna una acusación a los métodos del pasado, excepto hasta donde el mundo mismo actualmente representa una acusación; tampoco constituye una visión impracticable ni una esperanza mística, basadas en un ávido deseo. Se refiere a esa actitud hacia la vida y el futuro que muchos miles de personas sustentan hoy, entre las cuales se encuentran muchos educadores de todos los países. Son evidentes los errores y equívocos de las técnicas pasadas, pero no hay que perder tiempo recalcándolos ni acumulando ejemplos. Lo que se necesita es una comprensión de la oportunidad inmediata, además del reconocimiento de que el cambio requerido en los objetivos y en los métodos llevará mucho tiempo. Tendremos que entrenar a nuestros educadores en forma distinta aunque pase mucho tiempo, buscando a tientas nuevos y mejores modos, preparando nuevos textos y descubriendo hombres y mujeres a quienes se les pueda inculcar la nueva visión y quieran trabajar para la nueva civilización. Tratamos aquí de recalcar los principios, sabiendo que muchos de ellos no son nuevos, pero es necesario que se les dé un nuevo énfasis. Este es el día de la oportunidad.
Por lo tanto, debe elaborarse un sistema de educación mejor que el actual, que presente a la humanidad la posibilidad de vivir de tal modo que se destruyan las barreras existentes, desaparezcan los prejuicios y se le dé un entrenamiento al niño en desarrollo, que le permitirá, cuando alcance su mayoría de edad, vivir en armonía y buena voluntad con los demás. Esto puede hacerse si se cultiva la paciencia y la comprensión, y si los educadores se dan cuenta de que “donde no hay visión, los pueblos perecen”.
Un sistema internacional de educación que surgiera de una conferencia de educadores dotados de amplitud mental, con autoridades educacionales de todos los países, constituye hoy una urgentísima necesidad y sería un factor de éxito para conservar la paz mundial. Ya se ha hecho algo en este sentido y, en la actualidad, grupos de educadores se reúnen para discutir la formación de un mejor sistema de educación que garantice a los niños de las distintas naciones (comenzando por los millones de niños que actualmente demandan ser educados) la enseñanza de la verdad en forma imparcial y sin prejuicios.
La democracia mundial tomará forma cuando todos los hombres se consideren en realidad iguales, cuando se enseñe a los niños que no importa si un hombre es asiático, americano, europeo, británico, judío o gentil, sino que cada uno tiene un trasfondo histórico que le permitirá contribuir en alguna medida al bien del todo, siendo el principal requisito la actitud de buena voluntad y el esfuerzo constante para fomentar correctas relaciones humanas. La Unidad Mundial será una realidad cuando se enseñe a los niños del mundo que las diferencias religiosas son en su mayor parte una cuestión de nacimiento; que si un ser nace en Italia, será probablemente católico romano; si nace entre judíos seguirá las enseñanzas judaicas; si nace en Asia es probable que sea mahometano, budhista y pertenezca a algunas de las sectas hindúes; si nace en otros países puede ser protestante y así sucesivamente. Aprenderá que la mayoría de las diferencias en materia religiosa son el resultado de las polémicas originadas por las diversas interpretaciones que se hacen de la verdad. Así, gradualmente, nuestras reyertas y diferencias serán contrarrestadas y suplantadas por la idea de la Humanidad Una.
Deberá ponerse un mayor cuidado cuando se seleccione y entrene a los educadores del futuro y, especialmente, a quienes en los países devastados por la guerra procuran llevar la educación a los pueblos. Se tendrá muy en cuenta la capacidad mental y el conocimiento de la especialidad a que se dedica, pero más importante aún será estar libre de prejuicios y ver a todos los hombres como miembros de una gran familia. El educador del futuro deberá tener un mayor entrenamiento psicológico que el del actual. Además de impartir la enseñanza escolar común, deberá darse cuenta que su tarea principal consiste en despertar en sus estudiantes el verdadero sentido de responsabilidad, no importa lo que deba enseñar –historia, geografía, matemáticas, idiomas, las diversas ramas de la ciencia o filosofía—, todo lo cual debe relacionarlo a la Ciencia de Correctas Relaciones Humanas, tratando de dar a la organización social una perspectiva más real que en el pasado.
Cuando la juventud del futuro –educada bajo estos principios- sea civilizada y culta y responda a la ciudadanía mundial, tendremos un mundo de hombres despiertos y creadores, que poseerán un verdadero sentido de los valores y una perspectiva sólida y constructiva, respecto a los asuntos mundiales. Realizar todo esto llevará mucho tiempo pero no es imposible, la historia misma lo ha probado. Algún día se hará un análisis de la contribución hecha por los tres grandes continentes –Europa, Asia y América— al desarrollo general de la humanidad. La revelación progresiva de la gloria del espíritu humano necesita aún expresarse por escrito –la gloria del conjunto y no sólo los aspectos que son estrictamente nacionales—, gloria basada en el hecho de que cada raza y todas las naciones han producido seres que han expresado lo más excelso que era posible en su día y época –hombres que unificaron en sí mismos esa triplicidad básica: instinto, intelecto e intuición. Fueron relativamente pocos en las primeras etapas del desarrollo de la humanidad, pero en la actualidad este número aumenta rápidamente.
Sin embargo, es sólo cuestión de sentido común comprender que tal integración no es posible para todos los educandos que pasan por las manos de nuestros educadores. Los educandos tendrán que ser clasificados desde los tres puntos de vista que forman el trasfondo de este capítulo. Los que pueden:
Ser civilizados, lo cual se refiere a la masa humana.
Ser llevados al mundo de la cultura, que abarca a un gran número de personas.
Agregar al acervo de la civilización y la cultura, la capacidad de actuar como almas, no sólo en los dos mundos del vivir instintivo e inteligente sino también en el mundo de los valores espirituales, haciéndolo en una total y triple integración.
Sin embargo, todos los hombres, cualquiera sea su capacidad inicial, pueden ser entrenados en la Ciencia de Correctas Relaciones Humanas y ser capaces de responder a los objetivos principales de los futuros sistema educativos. Esto ya se observa en todos los países, pero aún no se insiste bastante en la necesidad de preparar maestros y ejercer influencia sobre los padres. Mucho han hecho ciertos grupos iluminados en todas partes, y lo han realizado mientras estudiaban los requisitos para la ciudadanía, y trataban, a través de numerosas organizaciones, de inculcar a los seres humanos el sentido de la responsabilidad por la felicidad y el bienestar humanos. Pero esta tarea debería ser iniciada en la infancia, para que la conciencia del niño (tan fácil de dirigir) pueda, desde sus primeros días, asumir una actitud altruista hacia sus semejantes.
Lo que debe hacerse ahora es tender el puente –un puente entre lo que existe hoy y lo que podrá existir en el futuro. Si durante los próximos años desarrollamos la técnica de eliminar las numerosas divisiones que existen en la familia humana y neutralizar los odios raciales y las actitudes separatistas de las naciones y pueblos, habremos logrado establecer un mundo en que la guerra será imposible y la humanidad se verá a sí misma como una sola familia y no como un conglomerado agresivo de muchas naciones y pueblos, que en forma competitiva tratan de aventajar a los demás, fomentando exitosamente prejuicios y odios. Como hemos visto, ésta es la historia del pasado.
El hombre ha evolucionado, de un animal aislado impulsado sólo por los instintos de la autoconservación, alimentación y procreación, a través de las etapas de la vida familiar, tribal y nacional, hasta llegar al punto en que puede captar un ideal aún más amplio –el de la unidad internacional, es decir, el equilibrado funcionamiento de la Humanidad Una. Este creciente idealismo se abre camino hacia el primer plano de la conciencia humana, a pesar de todos los antagonismos separatistas, idealismo que es en gran parte responsable del actual caos y por eso se han organizado las Naciones Unidas. Ha producido las ideologías contradictorias que buscan una expresión mundial, y causado también la dramática aparición de los denominados salvadores nacionales, profetas, trabajadores mundiales, idealistas, oportunistas, dictadores, investigadores y humanistas. Estos idealismos antagónicos, constituyen un signo saludable, estemos o no de acuerdo con ellos. Son reacciones definidas hacia la demanda humana –imperiosa y correcta- de mejores condiciones, más luz y comprensión, mayor colaboración, seguridad, paz y abundancia en lugar de terror, temor y hambre.
Conclusión.
Es difícil para el hombre moderno concebir una época en que no existiera en el pensamiento humano, conciencia racial, nacional o religión separatistas. Le fue igualmente difícil al hombre prehistórico concebir una época en que predominara el pensamiento nacional, lo cual es algo digno de ser recordado. Está todavía muy distante la época en que la humanidad pueda pensar en términos universales, pero el hecho de que podamos hablar de ello, desearlo y planearlo, es la garantía más segura de que no es imposible. La humanidad ha evolucionado siempre de una etapa de iluminación a otra y de una gloria a otra. Actualmente nos encaminamos hacia una civilización mucho mejor que la que el mundo ha conocido y hacia condiciones que aseguren una humanidad mucho más feliz, que verá el fin de las diferencias nacionales, de las distinciones de clases (basadas en la ascendencia y posición económica), que asegurará para todos una vida más plena y rica.
Evidentemente transcurrirán muchas décadas antes de que sea posible tal estado de cosas –pero serán décadas y no siglos, siempre que la humanidad aprenda la lección de las guerras e impida que los grupos reaccionarios y conservadores de todas las naciones hagan retroceder la civilización a los antiguos moldes. Esto puede ser comenzado inmediatamente. La sencillez debe ser nuestra consigna, porque eliminará nuestro antiguo modo materialista de vivir. La buena voluntad colaboradora es sin duda la primer idea que debe darse a las masas y enseñarse en las escuelas como garantía de una nueva y mejor civilización.
La comprensión amorosa, aplicada inteligentemente, debe ser la característica de los grupos cultos e inteligentes, a lo cual debe agregarse su esfuerzo, para relacionar el mundo de significados con el mundo de los esfuerzos externos, en beneficio de las masas. La ciudadanía mundial como expresión de buena voluntad y de comprensión, debe ser la meta de los iluminados y el signo característico del hombre espiritual. En estas tres expresiones están establecidas las correctas relaciones entre educación, religión y política.
El principio fundamental de la nueva educación es, esencialmente, la correcta interpretación de la vida pasada y presente, y su relación con el futuro del género humano; el principio fundamental de la nueva religión deberá ser y lo será, el correcto acercamiento a Dios, trascendente en la naturaleza e inmanente en el hombre; mientras que el principio fundamental de la nueva ciencia política y de gobierno, serán correctas relaciones humanas, y la educación debe preparar al niño para ambos.
capítulo III
El problema del capital, el trabajo y la ocupación
Hoy nos hallamos excepcionalmente en los albores de una era económica totalmente nueva. Esto es cada vez más evidente para las personas que piensan. Debido al triunfo de la ciencia –la liberación de la energía del átomo— no puede vaticinarse ahora el futuro del género humano ni cuál será la civilización venidera. Los cambios inminentes son tan trascendentales que los viejos valores económicos y las conocidas normas de vida tendrán que desaparecer, y nadie sabe qué los reemplazará.
Las condiciones se alterarán básicamente, en lo que concierne al empleo del carbón y el petróleo para el alumbrado, la calefacción y el transporte, ¿ quizás no llegarán a ser innecesarios en el futuro estos dos recursos naturales del planeta? Las condiciones se alterarán fundamentalmente. Éstos son dos ejemplos de los cambios fundamentales que el empleo de la energía atómica puede traer al futuro vivir civilizado.
Dos problemas principales pueden surgir de este descubrimiento –uno de carácter inmediato y el otro a solucionarse en el futuro. El primero atañe a esas personas cuyos grandes intereses financieros están vinculados con los productos que reemplazarán inevitablemente al nuevo tipo de energía, pues ellas lucharán hasta el final para impedir que otros se beneficien con las nuevas fuentes de riqueza.
El segundo creará el constante problema de liberar el poder humano de las agotadoras tareas que realiza y de las intensas jornadas para satisfacer las necesidades de la vida. Uno es el problema del capital, el otro, el del trabajo; uno es el problema del control establecido por los intereses esencialmente egoístas que han dominado durante tanto tiempo la vida de la humanidad; el otro es el problema del descanso y su empleo constructivo. Un problema concierne a la civilización y a su funcionamiento correcto en la nueva era, el otro a la cultura y al modo de emplear el tiempo libre en forma creadora.
No tiene objeto profetizar cómo se empleará la tan poderosa energía liberada hasta ahora para ayudar al hombre. Su primer empleo verdaderamente constructivo ha sido para dar fin a la guerra. Su aplicación constructiva en el futuro está en manos de los hombres de ciencia, pero deberá ser controlada por los hombres de buena voluntad de todas las naciones, energía que debe ser protegida de los intereses monetarios, aplicada definidamente a actividades de paz y utilizada para desarrollar un nuevo y más feliz mundo. La ciencia tiene ante sí un campo totalmente nuevo de investigación, en el cual ha deseado penetrar desde hace mucho tiempo. En manos de la ciencia este nuevo poder está mucho más seguro que en las del capital, o en las de quienes sólo quieren explotar este descubrimiento para aumentar sus ingresos. Está también más seguro en manos de las grandes democracias y de las razas anglosajona y escandinava. Sin embargo, no podrá permanecer en tales manos indefinidamente. Otras naciones y razas descubrirán el “secreto de su liberación”; por lo tanto, la seguridad futura de la humanidad depende de dos cosas:
De la constante y metódica educación de los pueblos en las correctas relaciones humanas y en la práctica del espíritu de buena voluntad. Esto traerá la total transformación de los actuales regímenes políticos, los cuales son en su mayor parte esencialmente nacionalistas y egoístas en su planificación y propósitos. La verdadera democracia, sólo un sueño actualmente, estará fundada en la enseñanza de la buena voluntad.
De la educación de los niños en el futuro, a fin de inculcarles el principio de la unidad humana y enseñarles que los recursos del mundo deben ser empleados para bien de todos.
Algunos naciones, debido a su carácter internacional y a la multiplicidad de razas que las componen, son normalmente más incluyentes que otras en su modo de pensar y planear, es decir, que están más propensas que otras a pensar en términos de la humanidad como un todo, y son: los Estados Unidos de Norte América, la Comunidad Británica de Naciones y las Repúblicas Socialistas Soviéticas Unidas. Muchas naciones y razas constituyen estas tres Grandes Potencias –triángulo central en el corazón del mundo futuro. De ahí su oportunidad para guiar al género humano en esta época y su ingénita responsabilidad para actuar como dirigentes del mundo. Otras razas no poseen tal capacidad inherente; por ejemplo, no son buenas colonizadoras, siendo en cambio más nacionalistas y explotadoras de las “razas sometidas”. Para estas tres Grandes Potencias el impulso condicionador necesario ha sido fusionar en un todo unido los diversos elementos que componen sus ciudadanos. La intención fundamental de los Estados Unidos es el bienestar de todos dentro de su respectiva jurisdicción nacional, y el “logro de la felicidad” es una expresión familiar de esta finalidad. El principio fundamental que inspira a los británicos es justicia para todos; el móvil en las Repúblicas Socialistas Soviéticas deberá ser correctas condiciones de vida, oportunidad para todos y la nivelación general de todas las clases separatistas, en un próspero grupo de seres humanos. Dichos objetivos son buenos y su aplicación en la vida de la humanidad garantizará un mundo más feliz y pacifico.
Todos los países, sin excepción, contienen elementos buenos y malos; existen grupos progresistas y reaccionarios y hombres ambiciosos y crueles en Rusia, que gustosos explotarían al mundo en beneficio propio y tratarían de imponer la voluntad del proletariado sobre todas las clases y castas del mundo civilizado, pero en Rusia hay también pensadores y hombres de visión que se oponen a ello. En el Imperio Británico hay personas reaccionarias y conscientes de las clases sociales que detestan el acrecentado poder de las masas y se aferran desesperadamente al prestigio y a la posición heredados; ellos evitarían, si pudieran, el progreso del pueblo británico y verían con agrado la restauración del viejo sistema jerárquico, paternal y feudal; pero el pueblo no está de acuerdo, según lo expresa la voz del laborismo. En los Estados Unidos tenemos el aislacionismo, la persecución de las minorías, como sucede con la raza negra, y un nacionalismo ignorante y orgulloso, manifestado en los odios raciales, la actitud separatista y los nefastos métodos políticos de sus senadores y diputados.
Sin embargo, estas tres Grandes Potencias constituyen, básicamente, la esperanza del mundo y forman el triángulo espiritual fundamental que respalda los planes y delineamientos de los acontecimientos que inaugurarán el nuevo mundo. Las otras naciones poderosas, aunque se resistan a creerlo, no ocupan una posición tan sólida, ni están inspiradas por el mismo idealismo; tampoco poseen recursos nacionales tan vastos, pues su preocupación nacional limita su visión del mundo; están condicionadas por ideologías más estrechas, por la intensa lucha en pro de su existencia nacional, por sus problemas de fronteras y de ganancias materiales y por no colaborar plenamente con toda la humanidad. Las naciones más pequeñas no adoptan la misma actitud; sus regímenes políticos son relativamente más limpios, y constituyen básicamente el núcleo del mundo federado que inevitablemente está tomando forma alrededor de las tres Grandes Potencias. Las federaciones futuras estarán fundadas sobre ideas culturales; se formarán para garantizar correctas relaciones humanas; no estarán basadas en el poder político ni constituirán una combinación de naciones unidas para ir en contra de otra combinación de naciones con fines egoístas. Los factores dominantes ya no serán las fronteras ni los controles nacionales, y tampoco la envidia internacional.
Para que se logren tales condiciones felices debe hacerse un reajuste muy importante y producirse un cambio fundamental. De lo contrario no habrá esperanza de paz en la tierra. Debe ser resuelta la relación entre el capital y el trabajo y la de estos dos grupos con toda la humanidad. Con este problema todos estamos familiarizados y evoca violentos prejuicios y partidismos. Ante el clamor de todo lo que se proclama y en la violencia de la batalla, sería útil encarar el tema desde un punto de vista más universal, sin perder de vista los valores espirituales que surgen.
Ante todo debe reconocerse que la causa de la inquietud mundial, de las guerras que han, destrozado a la humanidad y de la miseria que se ha extendido por todo el planeta, puede atribuirse en gran parte a un grupo de hombres egoístas que, con fines materialistas ha explotado, durante siglos, a. las masas y ha aprovechado el trabajo humano para sus propios fines egoístas. Desde los señores feudales de Europa y de Gran Bretaña, en la Edad Media, pasando por los poderosos grupos comerciales de la era Victoriana, hasta ese puñado de capitalistas –nacionales e internacionales— que hoy controla los recursos del mundo, ha surgido el sistema capitalista que ha destrozado al mundo. Este grupo de capitalistas monopoliza y explota los recursos del mundo y los productos necesarios para vivir en forma civilizada, y lo ha podido hacer porque posee y controla la riqueza del mundo y la retiene en sus manos mediante justas directivas entrelazadas. Ellos hicieron posible la vasta división entre los muy ricos y los muy pobres; aman el dinero y el poder que el dinero da; apoyaron a gobiernos políticos; controlaron al electorado; hicieron posible los objetivos estrechos y nacionalistas de políticos egoístas; financiaron los negociados mundiales; controlaron el petróleo, el carbón, la fuerza motriz, la luz y los transportes, y pública y anónimamente el movimiento bancario del mundo.
La responsabilidad de la gran miseria que prevalece hoy en todos los países del mundo corresponde principalmente a ciertos grupos interrelacionados de hombres de negocios, banqueros, ejecutivos de carteles internacionales, consorcios, monopolios y organizaciones y a directores de grandes corporaciones, que sólo buscan su propio beneficio o el de la corporación. No les interesa beneficiar al público, excepto en lo que respecta a la demanda pública por mejores condiciones de vida, lo cual les permitirá, bajo la Ley de Oferta y Demanda, proveer productos, transportes, luz y fuerza, que a Ja larga redundarán en mayores beneficios. Las características de los métodos empleados por tales grupos son: la explotación del potencial humano, el manipuleo de los principales recursos planetarios y la promoción de la guerra para beneficio comercial y personal.
En todas las naciones existen tales hombres y organizaciones responsables del sistema capitalista. Las ramificaciones de sus negocios y el aferramiento financiero sobre la humanidad, existían antes de la guerra; estaban activos en todos los países, y aunque durante la guerra se han mantenido ocultos, aún existen. Forman un grupo internacional estrechamente interrelacionado; trabajan en completa unidad de ideas e intención y se conocen y comprenden mutuamente. Estos hombres pertenecían a las Naciones Aliadas y a las Potencias del Eje; trabajaban juntos antes y durante todo el período de la guerra, mediante directorios entrelazados, bajo nombres falsos y a través de organizaciones encubiertas, siendo ayudados por las naciones neutrales que pensaban como ellos. A pesar del desastre que trajeron al mundo, están organizándose nuevamente, renovando sus métodos y no han cambiado sus objetivos, ni se interrumpieron sus relaciones internacionales. Constituyen hoy la mayor amenaza que enfrenta al género humano, controlan la política; compran a los hombres prominentes de cualquier nación; aseguran el silencio mediante amenazas, dinero y temor; amasan riquezas y compran una popularidad espúrea por medio de empresas filantrópicas; sus familiares llevan una vida cómoda y fácil y no saben lo que significa trabajar como Dios manda; se rodean de belleza, lujo y posesiones y cierran los ojos a la pobreza, la desdicha, la indigencia, la desnutrición y a la sordidez de la vida de millones de seres; contribuyen en las obras de caridad y en la Iglesia, a fin de tranquilizar su conciencia y evitar el impuesto a los réditos; proporcionan trabajo a muchos millares de hombres, pero les dan un salario tan exiguo que los imposibilita disfrutar de las verdaderas comodidades, del descanso, la cultura y los viajes.
Esto es una terrible acusación. Sin embargo se pueden comprobar miles de casos; tal situación está gestando una revolución y un creciente espíritu de inquietud. Los pueblos despiertan y se agitan y está amaneciendo un nuevo día. Pero se inicia ahora una guerra entre los adinerados egoístas y las masas humanas que exigen juego limpio y adecuada participación en las riquezas mundiales.
Sin embargo, existen aquellos que dentro del sistema capitalista son conscientes del peligro que enfrentan los intereses monetarios y cuya tendencia natural es pensar con criterio más amplio y humanitario. Estos hombres forman dos grupos importantes:
Primero, los que son verdaderos humanitarios, buscan el bien de sus semejantes y no desean explotar a las masas ni beneficiarse con la miseria ajena. Han alcanzado posiciones de poder y de influencia, y gracias a su capacidad, o por haber heredado posiciones financieras no pueden eludir la responsabilidad de manejar los millones puestos en sus manos. Frecuentemente se ven entorpecidos por los socios de la empresa y están sujetos a reglamentos, debido al sentido de responsabilidad hacia sus accionistas, porque comprenden que a pesar de lo que hagan, luchen o renuncien, la situación permanecerá igual. Ésta tarea es demasiado pesada para un solo individuo, de allí su impotencia. Son nobles y justos, honrados y bondadosos, sencillos en sus modos de vivir, poseen un exacto sentido de los valores, pero muy poco pueden hacer en forma decisiva.
Segundo, los que son suficientemente hábiles para interpretar los acontecimientos de la época y comprender que el sistema capitalista no puede continuar indefinidamente ante la creciente demanda de la humanidad y el constante surgimiento de los valores espirituales. En consecuencia, comienzan a cambiar sus métodos, a universalizar sus negocios y a instituir cooperativas para sus empleados. Su egoísmo inherente los impulsa a introducir cambios, y el instinto de conservación determina sus actitudes. Entre éstos se hallan los que no pertenecen ni a uno ni a otro grupo, y constituyen campo fértil para la propaganda de los capitalistas egoístas o de los humanitarios altruistas.
Sería de valor agregar que además del pensamiento egoísta y los móviles separatistas que caracterizan al sistema capitalista, existen también los comerciantes, como el almacenero, el hojalatero, el tendero, que explotan a sus empleados y engañan a sus clientes. Tenemos que luchar contra el espíritu universal egoísta y el ansia de poder. La guerra ha sido una depuración, ha abierto los ojos a los hombres en todas partes y les ha hecho ver la causa que subyace en la guerra –el malestar económico resultante de la explotación de los recursos del planeta por un grupo internacional de hombres egoístas y ambiciosos. Pero hoy tenemos la oportunidad de cambiar las cosas. Veamos ahora el grupo opuesto –el trabajo.
Es un poderoso grupo que representa el sistema capitalista nacional e internacional. Hay otro igualmente poderoso, el de los Sindicatos Obreros y sus dirigentes. Ambos grupos son también de alcance nacional e internacional. Falta saber cuál de los dos dominará con el tiempo, y eventualmente en el planeta, o si surgirá un tercer grupo formado por idealistas prácticos, que se haga cargo de la situación. El interés de los trabajadores espirituales del mundo actualmente no está de parte del capitalismo ni del trabajo, tal como ahora actúa, está simplemente de parte de la humanidad.
Si nos atenemos a la historia de miles de años, los ricos terratenientes, los jefes institucionales de tribus, los señores feudales, los dueños de esclavos, los mercaderes o ejecutivos, han ejercido el poder, explotado al pobre y buscado la máxima producción a un costo mínimo. Esto no es nada nuevo. En la Edad Media los trabajadores explotados, los artífices hábiles y los constructores de catedrales, empezaron a formar gremios y logias para protegerse mutuamente, discutir entre sí y lograr la más perfecta artesanía. Estos grupos aumentaron su poder en el transcurso de los siglos, pero aún es deplorable la situación del hombre, de la mujer y del niño que trabaja.
Con la invención de la maquinaria y la inauguración de la Era mecánica, durante los siglos XVIII y XIX, la situación del elemento de trabajadores de la población llegó a ser agudamente mala; las condiciones de vida eran abominables, insalubres y peligrosas para la salud, debido al crecimiento de las zonas urbanas alrededor de las fábricas. Aún lo son, como lo demuestra el problema de la vivienda para los obreros de las fábricas de municiones, durante los últimos años, y la situación predominante alrededor de las minas de carbón en Estados Unidos y Gran Bretaña. La explotación de los niños se acrecentó; prosperaron los talleres donde se exploté al trabajador; el capitalismo moderno entró en su apogeo; la gran diferencia entre los muy pobres y los muy ricos fue la característica predominante de la Era Victoriana. La situación no pudo haber sido peor, desde el punto de vista del planeado desarrollo evolutivo y espiritual de la familia humana, capaz de proporcionar un modo de vivir civilizado y culto, juego limpio y las mismas oportunidades para todos. El egoísmo comercial y el descontento aumentaron; los muy ricos ostentaron sus riquezas ante los pobres, demostrando paternalismo patronal. Se desarrolló el espíritu revolucionario entre las masas extenuadas que, con sus esfuerzos, contribuyeron a la riqueza de las clases acaudaladas.
Se acrecentó el reconocimiento del principio espiritual de la Libertad y se exigió que se expresara en forma práctica. La situación mundial estaba orientada en la misma dirección. Se hicieron posibles movimientos de todo tipo que simbolizaron el crecimiento y la demanda de la libertad. A la era mecánica le siguió la era de la movilidad, la electricidad, los ferrocarriles, el automóvil y el avión, desarrollándose al mismo tiempo la era de las comunicaciones, proporcionándonos el telégrafo, el teléfono, la radio y actualmente la televisión y el radar. Todos estos se fusionaron en la era. científica actual, dándonos la liberación de la energía atómica y las potencialidades inherentes a ese descubrimiento. A pesar de que una máquina puede hacer el trabajo de muchos hombres, lo cual ha contribuido grandemente al enriquecimiento del capitalismo, nuevas industrias y al desarrollo de medios mundiales de distribución, produjeron nuevos campos de trabajo, y las demandas del periodo más materialista que el mundo haya conocido, dieron un gran impulso al capital y proporcionaron trabajo a incontables millones de personas. También aumentaron los recursos para facilitar la educación; esto ha traído las demandas de las clases trabajadoras para mejores condiciones de vida, salarios más elevados y más horas de descanso. Los patronos han luchado constantemente contra ello; se han organizado para defenderse de las demandas de las masas que están despertando, y han precipitado una condición que forzó a. los trabajadores a entrar en acción.
Grupos de hombres iluminados en Europa, Gran Bretaña y Estados Unidos, iniciaron esta agitación, escribiendo libros que tuvieron gran difusión, fomentando discusiones y obligando a las clases acaudaladas a percibir la situación y las espantosas condiciones bajo las cuales tenía que vivir la clase obrera y la campesina. Los abolicionistas lucharon contra la esclavitud –de negros o blancos, niños o adultos. La prensa libre, en rápido desarrollo, comenzó a informar a las “cIases bajas” lo que estaba ocurriendo; se formaron partidos para terminar con ciertos abusos demasiado manifiestos; la Revolución Francesa, los escritos de Marx y de otros escritores, y la guerra civil norteamericana, desempeñaron su parte para obligar a tratar la causa del hombre común. Los hombres de todas las naciones decidieron luchar por la libertad y los derechos humanos.
Gradualmente empleados y obreros se unieron para una mutua protección y para defender sus justos derechos. Oportunamente vino a la existencia la Unión Obrera con sus formidables armas: la huelga y la educación para lograr la libertad. Muchos descubrieron que la unión hace la fuerza y que unidos podían desafiar a los patronos y obtener de los capitalistas salarios decentes, mejores condiciones de vida y más horas de descanso, derechos inalienables de todo hombre. El hecho de un constante acrecentamiento del poder de los trabajadores y el de su fuerza internacional, son muy bien conocidos y constituyen el primordial interés moderno.
Entre los dirigentes de tales uniones surgieron individuos poderosos. Algunos patronos que se interesaban sinceramente por sus obreros apoyaron y ayudaron a tales individuos. Fueron una minoría relativamente pequeña y sirvieron para debilitar la confianza y el poder de la mayoría. La lucha de los trabajadores aún continúa; constantemente obtienen mejoras; demandan menos horas de trabajo y mejor salario, y cuando les son negados apelan al derecho de huelga. La huelga, tan benéfica y útil en los primeros días del surgimiento del laborismo al poder, se está convirtiendo ahora en una tiranía en manos de individuos sin escrúpulos, que persiguen su propio interés. Los dirigentes obreros son hoy tan poderosos que algunos se han convertido en dictadores y explotan a la masa obrera, a quien antes sirvieron. El movimiento obrero se está enriqueciendo excesivamente y las grandes organizaciones nacionales, en todas partes, han acumulado incontables millones.
El Movimiento Obrero Es Ahora Capitalista.
Los trabajadores y los gremios obreros han hecho un trabajo noble. Al trabajo se lo ha elevado al lugar que le corresponde en la vida de las naciones y se ha hecho resaltar la dignidad esencial del hombre. La humanidad se está fusionando rápidamente en una gran corporación bajo la influencia de la ley de la Oferta y la Demanda, algo que debe tenerse en cuenta. El destino de la raza y el poder de hacer decisiones nacionales e internacionales que afectan a toda la humanidad, pasa a manos de las masas, la clase trabajadora y el hombre de la calle. La fundación de las uniones obreras fue, en realidad, un gran movimiento espiritual que condujo al resurgimiento del espíritu divino en el hombre y a expresar las cualidades espirituales inherentes a la raza.
Sin embargo, no todo anda bien en el movimiento obrero. En consecuencia cabe preguntarse si no sería urgente y necesaria una drástica limpieza. Con el advenimiento de gobiernos obreros en ciertos países, con el desarrollo de la democracia y la demanda de la libertad y con el surgimiento del régimen proletario en Rusia, y los niveles culturales más elevados de la raza, es posible que se puedan utilizar métodos diferentes y mejores para consolidar las cuatro libertades y asegurar las correctas relaciones humanas. Si se ha llegado a la convicción de que deben existir correctas relaciones humanas entre las naciones, es evidente que tales relaciones deberán existir también entre el capital y el trabajo (compuestos ambos de seres humanos) y entre las organizaciones obreras en conflicto. El trabajo es hoy una dictadura que utiliza la amenaza, el temor y la fuerza, para conseguir sus fines. Muchos de sus dirigentes son hombres poderosos y ambiciosos, con profundo amor al dinero y están determinados a ejercer el poder. Prevalecen aún viviendas insalubres, bajos salarios y condiciones malsanas en todas partes, y en todos los casos no es culpa de los empleadores.
En el futuro el poder estará en manos de la masa. Ésta progresa en virtud de su número, y debido a su forma coordinada de pensar y a las rápidas y crecientes interrelaciones establecidas entre los movimientos obreros de todas las naciones del mundo, nada puede detener su progreso. La mayor ventaja que tiene el movimiento obrero sobre el capital es que actúa en nombre de incontables millones de hombres, mientras que el capitalista trabaja solamente en beneficio de unos pocos. El ideal de la humanidad está en el corazón del movimiento obrero.
Es necesario captar en cierta medida el cuadro de sufrimiento mundial debido a las condiciones creadas por el movimiento capitalista y obrero, y verlo en forma realista y justa. En una forma u otra siempre han habido intercambios entre el capital y el trabajo, el patrón y el empleado y los capitalistas y las masas explotadas. Con la era del vapor, la era científica, la era de la electricidad y la era de la intercomunicación planetaria, el mal se ha agravado y difundido. El capital se ha hecho ahora más poderoso y los trabajadores están cada vez más impacientes y son más exigentes. La culminación de la lucha ha sido la guerra mundial y su corolario: una guerra de treinta años apoyada por el capital, aunque ganada por los esfuerzos del trabajo.
Surgen ciertos interrogantes. Si la humanidad responde a ellos resolverá sus problemas, si éstos no son resueltos la raza puede llegar a su fin.
¿Deberá mantenerse en el poder el sistema capitalista? ¿Es totalmente malo? ¿No son los capitalistas seres humanos?
¿No se convertirá el trabajo en una tiranía a través de sus sindicatos y del acrecentado poder de sus dirigentes?
¿El trabajo y el capital pueden llegar a un practico entendimiento o amalgamación? ¿No nos hallamos frente a otro tipo de g
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