Cuerpo y Mente

La ciencia nos ha permitido entender con bastante claridad hasta que punto todo está conectado. La situación psicológica, emocional y biológica de una persona no son tres entidades completamente distintas, están profundamente relacionadas. Esto hace que el ejercicio físico y la nutrición no se vean como cosas accesorias en la vida, sino como cosas fundamentales.

Ya se conocen formas de alimentación que mejoran la depresión, retrasan el envejecimiento y el deterioro de los tejidos (además de favorecer la energía y la vitalidad). La alimentación no es solo comer, también es estar mejor.

Cuando una persona realiza ejercicio físico regularmente, libera cinco neurotransmisores que producen cambios muy importantes en el estado emocional de una persona. En un mundo tan cambiante, mantener el equilibrio, un estado emocional relajado, es crucial. El ejercicio físico potencia la memoria porque favorece la conexión entre las neuronas.

Hoy día, el sedentarismo es causa directa de enfermedad (posibilidad de aumento de muerte prematura, diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares). El sedentarismo puede llegar a generar deterioro psicológico profundo. Los cuadros de depresión clínica mejoran con ejercicio físico porque aumenta el tamaño del hipocampo (el hipocampo es una estructura muy importante para controlar el miedo y la ansiedad).

El mundo emocional ha sido negado durante siglos, no se podía hablar de las emociones. Hasta hace relativamente poco tiempo, se pensaba que lo único importante era darle vueltas a la cabeza, tener ciertas ideas fijas sobre cómo son las cosas. Muchas veces se piensa lo que no se dice, se dice lo que no se piensa, se dice lo que no se siente y se siente lo que no se dice.