Existe una manera de pensar cuando tenemos los cristales de las gafas sucios que se llama pensamiento catastrofista, en otras palabras, pensamos, imaginamos y creemos en los peores desenlaces de nuestros problemas, situaciones, experiencias y dudas, fantaseando muchas veces con escenarios trágicos de sucesos que rara vez se puede llegar a dar. “Seguro que me sale mal la entrevista”, “El avión se va a caer y voy a morir”, “Si cojo el coche lo más seguro es que provoque un accidente”, “Si entro en el supermercado me voy a desmayar y dar un golpe en la cabeza”, lo más utilizado son los “¿Y si…?” os suena ¿verdad?; “¿Y si hago la exposición y todos se burlan de mí?”, ¿Y si cojo el autobús y este se estrella?”.
Las personas con pensamientos catastrofistas tienden a “exagerar” las cosas en sentido negativo y que se siente continuamente ansiosa y con miedo frente a las posibles contingencias que podrían suceder. Como ya podréis presuponer, este tipo de pensamiento guarda una estrecha relación con la ansiedad puesto que la potencia de forma superlativa.
El pensamiento catastrofista va de la mano con la ansiedad, está presente en una gran parte de los casos. Por ejemplo: Una persona con trastorno de pánico suele pensar que sus latidos cardíacos fuertes conducirán a un infarto o que sus dolores de cabeza son el inicio de un accidente cerebrovascular.
El factor crítico con respecto al mantenimiento del pensamiento catastrófico se relaciona con lo que hacemos cuando tales pensamientos aparecen. Vale decir, una vez que los pensamientos catastróficos han aparecido en nuestra mente y nos sentimos ansiosos, ¿qué hacemos?, ¿qué nos decimos?, ¿cómo los afrontamos?
En algunos casos, cuando tenemos un pensamiento catastrófico no sólo reaccionamos emocionalmente con ansiedad, como proceso involuntario, sino que también realizamos conductas orientadas a reducir esa ansiedad sin cuestionar la veracidad del pensamiento catastrófico. De alguna manera actuamos bajo el influjo de que lo que pensamos es cierto, simplemente porque lo pensamos, como si los pensamientos tuvieran un peso propio similar al de los hechos.
Esto quiere decir, que con el catastrofismo damos por hecho y además nos lo creemos a ciencia cierta que lo peor que estamos pensando es lo que va a suceder, y que cuando ocurra no seremos capaces de afrontarlo. Al centrarnos en esa única interpretación, perdemos de vista otras posibles alternativas que puedan darse e ignoramos todas aquellas evidencias del pasado que demuestran que hemos sabido afrontar situaciones similares antes, o que simplemente por probabilidad es muy raro que se den (ejemplo de que se estrelle un avión).
Quedamos atrapados en nuestra interpretación catastrófica de un (posible) suceso futuro, por lo que nuestro cuerpo reacciona poniéndose en alerta y la respuesta emocional se hace más intensa (aumento de la ansiedad).
Quien se acostumbra a esta forma de interpretar las cosas al final convierte en automática esta forma de pensar. Es decir, que ante las situaciones y vivencias que le ocurran le saltará como un resorte esta forma catastrófica de evaluarlos, y su estado de ánimo se verá afectado y por consiguiente su forma de actuar ante ello (por ejemplo, la evitación).
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Comentarios
jajaja. ¿Se os olvido editar el momento startup?. que risa..
Muchas gracias Rubén y compañía por todos estos podcast, que son orito puro para la gente que padecemos transtornos de ansiedad. Una sugerencia: ¿Podríais poner el título de las películas cuyos fragmentos de audio aparecen en los podcast? Soy cinéfila y algunas las conozco, pero otras no, y parecen la mar de interesantes!! Mil gracias de todo corazón.
A esos pensamientos añádeles una personalidad hipocondriaca y tenemos el sufrimiento asegurado (por experiencia lo digo????). Magnífico programa, muchas gracias por vuestro trabajo.