Es otoño. En este programa proponemos dos paseos sencillos por alguno de los bosques caducifolios más bellos de Castilla y León.
PISTAS es una colaboración del blog de viajes SIEMPRE DE PASO en el programa "Aquí en la Onda" de Onda Cero Castilla y León. No dejes de consultar lo que sobre esta propuesta he publicado en el blog: https://www.siempredepaso.es/cinco-bosques-para-disfrutar-del-otono-en-castilla-y-leon/
El otoño es una estación que se caracteriza muy especialmente por el colorido con el que se nos presentan algunos paisajes, en concreto aquellos en los que abundan los bosques de tipo caducifolio. Como todo el mundo sabe, el cambio de hojas se desarrolla durante unas pocas semanas al año y merece la pena aprovecharlas para gozar de un espectáculo visual que, ya por sí solo, puede convertirse en la excusa perfecta para, por ejemplo, preparar un pequeño paseo por alguno de nuestros espacios naturales.
Por suerte hay infinidad de paseos recomendables para hacer en esta época del año. Hace unas semanas hablábamos de los muchos kilómetros que podemos hacer andando por caminos para disfrutar de El Bierzo. Así que, si te parece, hoy nos vamos a ir al extremo opuesto de Castilla y León para disfrutar de un entorno que también se viste de un colorido muy llamativo durante el otoño. Me estoy refiriendo a la Sierra de Francia y, más en concreto, a las manchas boscosas que encontramos en torno a las localidades de Madroñal, Cepeda y Herguijuela, en el costado occidental de esta sierra.
En este caso concreto propongo disfrutar de este entorno a través del circuito que dibuja por la Sierra de Francia el sendero señalizado PRSA-20, un sendero circular, de unos seis kilómetros y medio, que no tiene excesivos desniveles y que podríamos hacer en unas tres o cuatro horas.
El arranque de este paseo, con principio y fin en Madroñal, hay que buscarlo a las puertas de la cooperativa que encontramos en esta localidad. Unos pocos metros más abajo de la cooperativa, tras dejar atrás las últimas casas, el firme de cemento por el que se camina se divide en dos ramales. Por el de la derecha podemos realizar una versión más corta de este circuito pero si disponemos de más tiempo propongo continuar por el ramal de la izquierda que es el que nos va permitir enlazar después con las otras poblaciones de la sierra que he mencionado antes.
Este ramal de la izquierda nos va a llevar enseguida hacia el fondo del valle mientras se dejan a uno y otro lado las vallas de piedra que delimitan las huertas que siempre hay en las proximidades de las poblaciones de esta sierra. Poco a poco vamos a ir viendo cómo la masa boscosa se va haciendo cada vez más densa y, enseguida, vamos a acabar distinguiendo la presencia relativamente abundante de madroños, una especie arbórea muy característica que en este caso concreto debió de ser tan abundante como para que incluso hiciera que el nombre de Madroñal pues pueda derivar de la presencia de este árbol.
Los frutos de este árbol son tan llamativos como inconfundibles: pequeños globitos de color rojo y anaranjado, de unos 20 o 25 centímetros, con verruguitas suaves en la piel y la textura gomosa que recuerda a la de una gominola. Vale la pena advertir que ya los romanos se referían a él como unedo, con el significado “del que se puede comer sólo uno”. Y eso porque esta frutita que volvía loco al oso del escudo madrileño tiene fama de embriagar y producir dolor de cabeza. De hecho, contiene, sobre todo los ejemplares muy maduros, una cierta cantidad de alcohol que los antiguos fermentaban para obtener bebidas alcohólicas, aguardiente especialmente, o vinagre.
Otro de los alicientes de este paseo por la Sierra de Francia es que vamos a pasar por una carballeda relicta, una pequeña masa de robles de esta especie que ha pervivido entre enormes castaños.
Como digo, se trata de un sendero señalizado en el que a medida que avancemos vamos a encontrar las desviaciones que nos van a acercar hasta las localidades de Cepeda, primero, y Herguijuela, después. Dos poblaciones hasta las que, desde luego, merece la pena acercarse y dedicar un tiempo a callejear por ellas.
La segunda de las propuestas nos lleva hasta la localidad sanabresa de Hermisende, una población particular por varias razones. Una de ellas es porque se localiza en un esquinazo de nuestra geografía en el que confluyen Galicia, Zamora y Portugal. Tanto como que una localidad muy próxima a Hermisende, Castromil, tiene un barrio gallego y otro zamorano, con todo lo que eso significa en cuanto a que unos vecinos pagan sus impuestos en Galicia o acuden a un consultorio médico orensano y los de la calle de al lado pagan sus impuestos en Castilla y León y están en el sistema sanitario de Castilla y León.
Y tanto como que en la proximidades de Hermisende se localiza un enclave conocido como “Penedo dos Tres Reis”, que es el punto preciso en el que las tres fronteras confluyen y arrastra la leyenda de que allí es donde se juntaron en la Edad Media los reyes de León, Galicia y Portugal para establecer el lugar en el que sus jurisdicciones se tocaban. De hecho, hubo periodos de la Edad Media en los que estas poblaciones pertenecieron a Portugal.
Quien desee darse un garbeo por este territorio tan singular tiene a su alcance varias rutas señalizadas, todas ellas muy interesantes, que transitan por los viejos caminos usados por estas poblaciones de la frontera para ir haciendo su vida. Una de ellas es la que lleva por título “Ruta de los castaños y prados de Hermisende”, un paseo circular de unos 8 kilómetros que discurre entre alguno de los sotos con castaños más añejos y monumentales de toda Sanabria y que puede hacerse en unas tres horas. Está señalizado con flechas amarillas aunque, dado que pueden presentarse dudas en algunos desvíos, es conveniente contar con algún mapa o, por ejemplo, con los tracks de gps que se localizan en el reportaje sobre esta ruta que está publicado en el blog SIEMPREDEPASO.es.
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