Dimisión de Ana Mato y entrevistas a Enrique Calvet (UPyD) y Juan Goytisolo tras el Premio Cervantes: "Apoyo a Podemos"

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Descripción de Dimisión de Ana Mato y entrevistas a Enrique Calvet (UPyD) y Juan Goytisolo tras el Premio Cervantes: "Apoyo a Podemos"

crisis economía política entrevistas gobierno


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El problema de la "democracia" española es que no es tal: es una partitocracia. En España no hay representación de los votantes. Los diputados electos representan a quien los puso en su lista,es decir, a la cúpula de su partido. Hasta que no haya diputados electos nominalmente en distritos pequeños por mayoría (y segunda vuelta) no podemos hablar de representación eficaz de los ntereses de los votantes y, por tanto, de verdadera democracia.

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Tengo un par de amigos que han votado al PSOE toda la vida, y que ahora votarán a muerte por Podemos. Como ellos dos, la inmensa mayoría de los que les votarán luego se callaran como pts al ver que no sólo no cumplen con sus promesas, sino que son más corruptos y más inútiles que el PPSOE... Ese es el problema de la democracia, que tenemos que someternos a los errores de las mayorías

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A ver cuándo invitan a Elpidio Silva. Unos párrafos de su libro "La justicia desahuciada": " 'Responsabilidad política' y 'responsabilidad penal' no son expresiones equivalentes. Cualquier político debería tenerlo tan claro como una violonchelista las notas de solfeo. La responsabilidad penal requiere que alguien sea declarado culpable de la comisión de un delito. Y la culpa criminal debe probarse bajo rigurosas garantías procesales. Sin embargo, los requisitos de la responsabilidad política no son tan exigentes. Basta que, por algún motivo, de forma muy apreciable, el político haya perdido la confianza ciudadana. No siempre está claro cuándo se fractura esta confianza, es cierto. Pero existen casos clamorosos. Por ejemplo, cuando millones de ciudadanos se movilizan con firmeza, salen a las calles y lo expresan rotundamente. Si el cargo público finge no enterarse de nada, no asume su responsabilidad política. Imaginemos que el político es un jefe del Gobierno y aparece relacionado con hechos penales. No tiene por qué dimitir automáticamente, desde luego. Pero, si tal vínculo con delitos genera que se fracture la confianza entre el Gobierno y la ciudadanía, entonces, sin duda debería dimitir de inmediato. Ahora bien, cuando el político reacciona como si estuviese en un proceso judicial, trastocamos los conceptos de responsabilidad. El primer ministro alegaría: 'Nunca dimitiré sin la prueba de mi culpabilidad'. Esta frase confunde las nociones de responsabilidad penal y política. Así, comenzamos a vivir en pura clave procesal." "Nuestra política reproduce la lógica de los procesos judiciales: 'Me niego a declarar y soy inocente, salvo que prueben lo contrario'. Pero mientras muchos políticos dicen esto, resuena en su mente: '... y ya me encargaré de que los jueces nunca consigan probar nada'. Desdibujar las fronteras entre lo judicial y lo extrajudicial presenta un alto coste: desaparece la responsabilidad política. Nadie responde por nada hasta que no se le condene. Así, se atrofia el músculo de la democracia, la legitimidad, y el juego de fuerzas rebota directamente en las vértebras del sistema. De hecho, los ciudadanos experimentamos que puede quebrarse en cualquier momento. Si Richard Nixon se hubiese negado a dimitir, sólo habría abandonado la Casa Blanca esposado por el FBI. Esta imagen habría arruinado el prestigio de una forma de gobernar. No cabía exponer así a la democracia más precoz de la historia. Por este motivo, fue responsable y dimitió."

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Tenemos que entender de una vez que los partidos fuertes y altamente jerarquizados son gran parte del problema. Las mayores atrocidades e inmoralidades de siglo XX se han cometido bajo el gobierno de partidos úncos, fuertes y dirigidos por indivíduos anormales.

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Tenemos que reconcer que Españaes una sociedad enferma. La enfermedad la describe muy bien el psiquiatra polaco Lobaczewski, con su grupo de colaboradores, que trabajaron bajo el régimen comunista polaco. Las sociedades sanas se caracterizan por una estructura en la que las funciones y responsabilidades y tareas importantes son desempeñados por personas competentes y psicológicamente normales: "Respaldada por una apreciación y comprensión correctas de las cualidades psicológicas, tal estructura impartiría un alto cargo social a individuos totalmente normales psicológicamente, con un talento suficiente y una capacitación específica. A su vez la inteligencia colectiva de las masas los respetaría y apoyaría. Y así, en dicha sociedad, los únicos problemas pendientes serían aquellos casos capaces de sobrepasar los límites del lenguaje natural de conceptos, sin importar cuán cualitativamente noble y rico sea éste." En cambio, en las sociedades enfermas: "Otro tipo de individuos pueden alcanzar cargos importantes debido a que pertenecen a grupos sociales privilegiados o a organizaciones de alto poder, si bien sus talentos y habilidades son insuficientes a la hora de cumplir con sus obligaciones, especialmente cuando se trata de resolver los problemas más dificultosos. Lo que hacen entonces es evitar lidiar con los temas problemáticos y dedicarse a asuntos menores de una manera bastante ostentosa. Puede notarse cierto componente de histrionismo en su conducta, y los estudios indican que su razonamiento pierde progresivamente precisión después de tan sólo algunos años de haberse dedicado a dichas actividades. De cara a las presiones crecientes para que se desempeñen a un nivel que para ellos es inalcanzable, y con temor a que se descubra que son incompetentes, comienzan a atacar a cualquiera que posea mayor talento o habilidades, removiéndolos de los puestos que les corresponden y participando activamente en la degradación de su posición social y profesional. Esto, por supuesto, genera un sentimiento de injusticia [...] Por ende, aquellos que gozan de una posición privilegiada en la sociedad favorecen a los gobiernos represivos y totalitarios capaces de proteger sus cargos."

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